Querida MGM, no sabes lo que me gustaría poder charlar contigo  personalmente. Tu testimonio me ha parecido increible. Yo tuve la suerte de  "salir medio normal" y no es que saliera desquiciado a medias. Yo no necesité de psicólogos ni psiquiatras, pero sí salí tal vez mareado por tanta estupidez. Llevo casi cinco años fuera (estuve más de veinte años en el mejor lugar del mundo para vivir y para morir) y te puedo decir que aún no me conozco.

Yo a mis 20 años era una persona rebelde, contestario, inconformista y que no soportaba la injusticia. Cuando entré a formar parte de ese grupo encantador, interiormente seguía siendo la misma persona, pero tuve que hacer mucho esfuerzo para ser dócil, obediente, para no querer a nadie en  particular, para tantas cosas ridículas. Hasta los tres últimos años no fui capaz de decir "no", no me lo planteaba. Tenía que estar entregado, verlo todo con visión sobrenatural. Precisamente  en estos últimos años en la  Obra, fue cuando empecé a actuar un poco según me dictaba mi conciencia, con sentido común (con todo el que  podía). Ya no me callaba. En las tertulias, en el comedor, si había algo con lo que no estaba de acuerdo lo decía en alto, ya lo dijera al director o el último mono, (que lo había). Me empezaron a llover las correcciones fraternas, pero yo tenía puesto mi impermeable y me resbalaban.

Aunque pasaba por momentos difíciles, porque fue entonces cuando me planteé salir, te puedo decir que me sentía muy a gusto pasando de casi todo. Me levantaba 5 minutos antes de la "oración" (o del sueño de los bellos durmientes) y después de Misa me duchaba, estiraba la cama malamente, y me sentía feliz. Cuando me tocaba dar el círculo o una charla, no utilizaba los libros reglamentarios, ya que yo me aburría tanto en los que escuchaba, decidí que a la gente la podía ayudar mirando las cosas desde otros puntos de vista, más humanos, más reales, más adecuados a las "personas corrientes". Después, el director me decía que mis círculos le gustaban y ayudaban a los del centro. No es por echarme faroles, pero nadie se dormía, y no paraban de endosarme charlas y círculos.

Había, entre otras muchísimas cosas, una que me ponía a "100": los resúmenes apostólicos y los despachos. Me sentía fatal, teniendo que dar tantos datos. ¿Era necesario tanto número para ayudar a la gente a que fueran mejores?... Si  se ha confesado esta semana, si ha hecho la charla, si le ha gustado la película del Padre, si..... !Qué falta de intimidad! !Qué círculo vicioso! cuando lo realmente importante es querer a las personas de verdad.

Se me acabó el tiempo, pero pienso seguir escribiendo cada vez que pueda. Me gustaría contestar a Agustina, a Ana, a Jacinto, Satur... y a la gente que quiere consejos.  Poco a poco. Un abrazo para tí MGM y para todos los orejas.

Books