No es oro todo lo que reluce.- Jota
Fecha Friday, 01 December 2006
Tema 010. Testimonios


Ante todo, quisiera agradecer el esfuerzo a quien mantiene y organiza estas páginas y la colaboración siempre esclarecedora de tanta gente que escribe para contar sus experiencias en la obra. Aunque he visitado con cierta asiduidad este sitio web, hasta ahora no me decidido a escribir y ahora lo hago con la perspectiva que me proporcionan los casi veinte años fuera del Opus Dei. Al ser la primera vez, no me gustaría hacer un relato exhaustivo de mi vida y milagros en la institución, simplemente anotar algunas consideraciones positivas y negativas acerca del tiempo que estuve “dentro”.

1. Durante unos años fui muy feliz, estaba contento y todo lo que se refería al modo de vivir en la obra me llenaba plenamente. Tenía 16 años cuando pedí la admisión como agregado y siempre pensé que esa era mi vocación. Durante años fui muy “ortodoxo”, casi intransigente con cualquiera que no fuera en esa línea.

2. El ambiente de amistad, de espiritualidad, de estudio, etc. ayudaba mucho para que un joven se ilusionara sanamente. Yo llegué a pensar que hasta tenía amigos.

3. Durante otros años fui bastante desgraciado, desde que tomé conciencia de que “no era oro todo lo que relucía”.

4. La toma de conciencia se puede materializar en -por ejemplo- la total y sistemática falta de secreto en lo que se refiere a la vida interior y exterior de uno.

5. La charla con el sacerdote del centro y su posterior réplica en la confesión dejaba las manos libres para informar al consejo local, desde luego siempre de la primera parte, la charla.

6. Sigo sin entender como se podía discernir sobre la “supuesta” vocación cuando el interesado era muy joven y no se le ofrecían alternativas que no fueran en contra de la voluntad de Dios.

7. He conocido directores con muy pocas dotes para serlo. Normalmente coincidía con su poca calidad personal y su extrema exigencia.

8. Se apreciaba más una nueva vocación que cuidar y mantener las que ya estaban.

9. Había falta de transparencia en lo referente a la financiación de las labores apostólicas. Sigue sin cuadrarme el criterio de “familia numerosa y pobre” con el de “hogares limpios, luminosos y alegres”. En el caso de los agregados, el tema económico ligado al futuro era un tema tabú.

10. La obediencia era ciega, pero además era tonta y boba. No había posibilidad de expresar algo diferente a lo “prescrito”, aunque fuera con buen espíritu.

11. Ante cualquier problema, duda o discrepancia la respuesta siempre era la misma: Falta de entrega, espíritu crítico, eres poco fiel.

12. La sinceridad es el remedio de los remedios. Mentira. La sinceridad era el camino más corto para el fracaso en la obra. Una mancha es una mancha para siempre. Se perdona pero no se olvida.

13. Todo había que hacerlo “propter regnum caelorum”, el fin justifica los medios ¿no? Pues no.

14. Clasismo absoluto. Un numerario siempre estará por encima de un agregado o de un supernumerario.

15. La Obra es madre ¿para todos?

16. Es de agradecer la formación espiritual recibida, las cosas como son.

17. En mis últimos años me asustaba ver como eran los “mayores”. Agrios, exigentes y malhumorados. Yo no quería acabar de esa manera.

18. Lo que más me frustró en mis años –casi quince- de permanencia en la obra, fue no conseguir que los directores creyeran que yo actuaba de buena fe y porque me daba la gana.

De momento nada más, para empezar ya está bien.

Un saludo a todas/os.

 Jota









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