Hola a todos:

No soy un especialista en arqueología cristiana; pero como consecuencia de varias lecturas, puedo afirmar con total seguridad que la vida de los primeros cristianos no fue tan idílica como se dice en el Opus Dei: Hubo varias comunidades, con tendencias religiosas dispares e incluso opuestas, con formas de vida poco uniformes, e incluso siguiendo liderazgos variados.

Me parece, por todas estas razones,  una sandez intentar volver a la vida de los primeros cristianos, a no ser que se fabrique a la medida de los intereses del Opus Dei, y sin ninguna conexión con la realidad histórica: El cristianismo no nació en Roma y su origen es judío y helenista.

Tal vez la identificación entre la divinidad y la caridad es la mayor aportación del cristianismo a la humanidad; pero desgraciadamente no es este el signo distintivo del Opus Dei, orientado al ritualismo: importancia de la piedad; a una concepción del  trabajo que desprecia a los vagos; un amor al dinero, las propiedades y las joyas, sobre todas las cosas, hasta tal punto que necesitan descubrir a los pobres, ya que ellos no los son ni quieren serlo.  Todos sabéis mucho más.

Esta manipulación de la vida de los antiguos cristianos se repite en su visión de las Escrituras, utilizadas como un medio para el provecho de la organización, nunca para el desasimiento. Recuerdo el comentario que daban al texto evangélico sobre el joven rico: historicamente únicamente es una invitación a la generosidad y entrega a los más desfavorecidos en la sociedad. La Obra le ha dado la vuelta y la ha convertido en una justificación para meterse en la Obra: con lo que se enriquece a una organización rica, porque esto de madre de familia numerosa y pobre de de chiste, ya quisieran estas familias tener lo que que tiene el Opus Dei, y perder la libertad y la intimidad en las manos sebosas de los directores.

Así que los que sois jóvenes, presas preferidas de la Obra, no os dejéis engañar por la manipulación sistemática que hacen del cristianismo, para que sirváis de alimento a este monstruo que es el Opus Dei.

Rocabertí