Esto si que podría llevar a alguna parte.- Fulcro
Fecha Wednesday, 08 November 2006
Tema 050. Proselitismo, vocación


AND titula su artículo del pasado día 6 “Esto tampoco lleva a ninguna parte” y dice que “Esta pagina tiene testimonios, criticas, y muchas otras cosas, pero no tiene soluciones”. Y digo yo: pero es que las soluciones, si las hubiera, son de la incumbencia del opus dei y de la Iglesia. Bastante se hace aquí exponiendo toda suerte de problemas personales y colectivos que esta organización ha ido generando a lo largo de su historia. Si quisieran, las entidades aludidas podrían encontrar soluciones leyendo y reflexionando sobre lo escrito en estos años de existencia de la web.

Dicho lo anterior, voy a ser pretencioso ofreciendo algunas “soluciones” que se me ocurren, sin saber si sirven para mejorar o para destruir a la opus al llevarse a la práctica.

A mi juicio, la medida más importante que deberían tomar es la supresión del proselitismo. Según el diccionario de la Real Academia el proselitismo es el “celo de ganar prosélitos”, pero para el opus se trata de un compromiso, una obligación, una estrategia, y una manía persecutoria que contamina todas sus actividades, no sabiéndose (pensando ingenuamente) si sus obras sociales son servicios al prójimo (de caridad genuina desde el punto de vista cristiano) o meros caladeros (o semilleros como ellos dicen), donde pescar o recolectar para engrosar su organismo ávido de crecimiento. Deberían contentarse con un apostolado que se limitara a evangelizar y a prestar ayuda espiritual solo al que la quisiera. Con esa única renuncia a hacer proselitismo el opus ya sería más cristiano al confiar en el Espíritu santo y no en su propia fuerza, y evitaría muchos ingresos sin vocación. También quedaría restablecido el concepto de amistad, incluso entre los miembros de la organización. Pero claro, ese celo de ganar prosélitos por la vía rápida de la estrategia parece formar parte del intocable “carisma” fundacional...

Si se confía en el Espíritu Santo no hay necesidad alguna de proselitismo en este negocio. Basta con poner en práctica la Caridad, tal como la propone Benedicto XVI en su encíclica DEUS CARITAS EST, de la que extraigo el siguiente párrafo:

“Además, la caridad no ha de ser un medio en función de lo que hoy se considera proselitismo. El amor es gratuito; no se practica para obtener otros objetivos.”

Una vez abandonado el proselitismo, que implicaría también el abandono de las famosas tres santidades escrivanianas (coacción, intransigencia y desvergüenza), el opus debería aplicar a su espiritualidad y a sus obras todo el contenido de esa encíclica, y eso sí que sería un verdadero saneamiento.

Entre lo que podría derivarse de ese cambio de mentalidad institucional que propongo destacaría que el opus tendría que reconocer, por fin, que el discernimiento vocacional no es un asunto suyo sino de la persona afectada, y que un asesoramiento leal sería lo máximo que podría ofrecer, y que para ello nada mejor que interpretar los sucesivos pasos de incorporación como los interpreta la Iglesia (etapas de discernimiento), y no como un plano inclinado de mentalización. La caridad cristiana requiere que se llegue a la convicción vocacional por un sendero libre de trampas y coacciones, y esa misma caridad y el sentido común, así como la lectura sin sesgos de la Biblia, sugieren sin lugar a dudas que un eventual abandono de la supuesta vocación en absoluto supone una ofensa a Dios ni justifica los sombríos pronósticos de Escrivá, antes bien, forma parte del designio de ese Dios que quiere hijos y no quiere esclavos. Esta es una idea que tienen otras organizaciones cristianas y no les va nada mal.

Un retoque interesante para adaptarse al espíritu y a la letra del Código de Derecho Canónico, mejorar las condiciones de vida de los miembros de la prelatura y volver al pretendido carisma fundacional, consistiría en abolir la confidencia o charla fraterna y solo proporcionarla a quién la pidiera. Esto supondría la sustitución de un método de control de supuesta eficacia por la confianza en la buena fe de los miembros, que es una actitud mucho más humana y cristiana.

Bien, ya tendríamos así un opus más cristiano y sin esas aristas que han causado tanto daño, pero intacto en el resto de sus planteamientos, de manera que la pregunta que se hacía Satur en sus escritos “¿alguien sabe que es el opus dei?” todavía seguiría en pleno vigor y sin respuesta.

Creo que la dificultad de esa pregunta estriba en que no tiene una sino dos respuestas, por lo menos. Si se sinceraran los jerarcas de esta institución y contestaran honradamente, tal vez dirían lo siguiente: Que, de hecho, el opus dei es una organización de vida consagrada con dos rigores o intensidades básicas diferenciadas en función del celibato, y que desde la conversión en prelatura es también una organización clerical.

La segunda respuesta que podría dar la institución, tan sincera como la anterior, sería que el opus dei es también una organización en la que practicando una vida consagrada sus miembros siguen siendo laicos, fieles corrientes. Naturalmente, para justificar esa contradicción, que no para suprimirla, tendría que añadir que se puede ser un religioso/a o un consagrado/a y a la vez un laico/a por una ficción del Derecho, no por la realidad de las cosas.

Con esas dos respuestas se saldría del limbo de la ambigüedad y todo el mundo sabría a que atenerse al quedar adecuadamente descrita la vocación “religiosa-consagrada-clerical-laical” del opus dei, e incluso es posible que su débil consistencia se fortaleciera, pues siempre hay gente para todo, pero me temo que el terremoto que se produciría derrumbaría la obra de Escrivá o, en el mejor de los casos, la modificaría tanto que su fundador no podría reconocerla si levantara la cabeza; y una de las cosas que quizá le llamara más la atención es que sus seguidores ya no le recordaran como el portador de una revelación universal, sino como un fundador más entre los numerosos de la Iglesia Católica.

Como se ve todo es cuestión de despejar conceptos, llamar a las cosas por su nombre y abrir la mente a una vocación tan exótica, quizá solo superada en otro movimiento religioso: los focolares. En efecto, este grupo algo más joven y mucho más numeroso, cuyo nombre es “Obra de María” (¡caramba, un opus miriam! con una fundadora que todavía vive) acoge a todo el espectro católico: desde el laico-Laico hasta el religioso-Religioso pasando por los consagrados/as, los curas, las vírgenes, los célibes y los casados. Y parece que se aclaran, cada uno conoce el lugar que le corresponde sin crisis de identidad. Claro que no pretenden ser una “partecica de la Iglesia”, jerárquicamente hablando. Curiosamente, todo lo fían al Espíritu Santo y su fuente de inspiración primordial es la Santísima Trinidad (y no creáis que sé mucho más sobre este asunto, ni me interesa tampoco).

Saludos cordiales,

Fulcro





Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=8717