Me parecieron excelentes  los  escritos de  Chispita, ("Por qué se amotinan los numerarios") y Bolturina, ("La decadencia del Opus Dei"). Chispita porque saca a la luz el perfeccionismo absurdo que tiene la ascética del Opus Dei. Ese perfeccionismo arranca de la “amable exigencia” del Fundador cuando afirmaba que los miembros de la Obra o eran santos o  habían fracasado ruidosamente. Sería interesante rescatar la cita completa y su contexto porque no tiene desperdicio.

 

Un perfeccionismo así resulta aniquilador de la persona ya que al plantear un objetivo vital tan elevado y fuera del alcance de la voluntad humana trae consigo una profunda sensación de fracaso conciente o inconcientemente. La santidad no se logra con el cuchillo entre los dientes. Es una cuestión que se desenvuelve por otros caminos.

 

Bolturina plantea otro tema que me resulta atrayente: el síndrome de despersonalización. Es otra de las consecuencias que se derivan de la ascética del Opus Dei pese a las afirmaciones del Fundador en orden al respeto de la personalidad individual. En la Argentina – región que he conocido - la depresión se ha convertido en una epidemia interna. El mal carácter de los “mayores” es un clásico. Tanto el perfeccionismo como el síndrome de despersonalización están presentes como una causa más de esas situaciones.

 

Lo mejor que tienen ambos trabajos es que analizan aspectos del O.D. desde la razón y la sensatez cristiana. Es una perspectiva que a los que gobiernan el O.D. les resulta notoriamente molesta. Amparados en muletillas como la “lógica de Dios” o “visión sobrenatural” descalifican la razón y la sensatez en nombre de Dios.

 

Para ambas gracias y felicitaciones.

Segundo