Estimado Señor:

            Debo confesar que no entiendo ni palabra de lo que usted dice en sus escritos.

            ¿Qué es lo que exactamente quiere? ¿Cómo pretende que se configure esta página web? ¿Qué es lo que le molesta en ella? Mire: no he conseguido enterarme.

            Sólo capto en el tumulto de su increíble facundia algunas afirmaciones verdaderamente categóricas y osadas, como aquello de tachar de fanática a Agustina, o decir, así, por las buenas, que España es un país de miserables. ¿No le parece a usted algo desmesurado? Porque, desde mi punto de vista, Agustina es una persona equilibrada, tolerante y abnegada. Respecto a España, mi país, opino que es un país como cualquier otro, con gente buena y gente menos buena; un país en el que me gusta vivir, oiga, y eso sin descartar otros muchos: “que sean todos los pueblos y todos los huertos, nuestros”, como decía ese gran español que fue León Felipe.

            No puedo ponerme a comentar todas sus afirmaciones, pero permítame que mencione alguna de ellas con un tanto de estupor: “Por eso son peores enemigos los que, conociendo la revelación, no lo aceptan porque a los enemigos verdaderos les queda un telediario”, por ejemplo. Veamos: ¿eso no es dogmatismo, fanatismo, o como usted le quiera llamar? Supongo que cualquier musulmán diría que la revelación está en el Corán, y no en los Evangelios. ¿De qué revelación nos está hablando? Y con esto del telediario, ¿a qué se refiere? ¿Se trata de un anatema?

            De verdad que no entiendo qué rayos pretende, ni qué constituye el núcleo de la doctrina que emite con tanta vehemencia. Se ve que hoy ando algo espeso.

            Todo lo respetuosamente que usted se merece.

Antrax