Querida Agustina!
He buscado la cita a la que haces referencia en tu escrito DE REZOS Y PROFECÍAS, para que incluyas el link.
A lo largo de estos años, cuando alguna vez recibía una carta de un hijo o una hija que no quería perseverar, el Padre sufría mucho. Quizá para aliviarle ese dolor, escribían: yo, Padre, le quiero mucho... Y era cierto, porque sabía hacerse amar: cualquiera que hubiese visto la entrega de nuestro Padre, por amor a Dios y a sus hijos, para hacer crecer nuestra felicidad sobrenatural y nuestra alegría humana, no hubiera podido reaccionar de otro modo. Pero comentaba, con lágrimas en los ojos: agradezco ese cariño, pues, al fin y al cabo, tengo corazón; pero ¿qué me importa que me quieran a mí, si no aman a Dios Nuestro Señor?
Don Álvaro, Cartas de familia (1), n. 2. (Cfr. Cuadernos 11, pags 10-11)
Desde luego, es de locos que don Álvaro –citando al fundador- pueda afirmar sin sonrojarse algo tan fuerte: ¡quien se va de la obra deja de amar a Dios!
¿Estudió D. Alvaro el Catecismo de la Iglesia Católica?
Raúl
Nota de Agustina.- Gracias Raúl, ya he añadido el link. Entre tanto Cuadernos y tanta “doctrina”, una ya no sabe en qué documento o publicación interna y secreta, leyó lo que leyó. Hablando de Álvaro del Portillo, el miércoles próximo coincidiendo con que estamos en este mes de los difuntos, vamos a publicar su carta “Nuestro Padre en el cielo”, fechada el 26 de junio de 1975. Un abrazo!