Ni tanto que queme al santo...- Max
Fecha Friday, 27 October 2006
Tema 040. Después de marcharse


Hola a todos. Primero que todo, gracias a todos y cada uno de los que han hablado y respondido o comentado acerca de mis inquietudes acerca de la oración. Si bien como dice Agustina (a quien agradezco por haber puesto esta página, que tanto bien hace en su afán de buscar la verdad) la Web es no confesional, algunas de las personas si lo son, o mejor, lo somos. Y por supuesto, es inherente a la personalidad de cada uno. Pedir que no manifestara lo que creo sería pedir que actuara hipócritamente. Por supuesto, este no es el sitio ideal para “atraer almas”. Si acaso así parece, de pronto es “sobreabundancia de vida interior” :) (mal chiste, lo admito). Pero sí me parece importante dejarlo claro porque ha habido otros escritos (y no es necesario hacer referencias) defienden otros puntos de vista, y son admitidos. Y eso es precisamente lo que me gusta de la página. Si no hay diferencias, ¿cómo aprender y enriquecerse? Cada cual dice lo que piensa. Mi amigo Australopitecus propuso una “tercera vía” (que no comparto –y luego, no hoy, diré por qué-, pero, claro, tiene todo el derecho a proponerla). Los que seguimos creyendo, pues, creo que también merecemos un “espacio”.

Da igual si rezamos o no, porque el tema de la web es el Opus Dei, no la vida interior de cada uno.” De acuerdo para la página, Agustina. Pero por las valiosas razones que arguyes en el tercer párrafo del correo, creo que conviene hacer saber que lo de la profecía (esta también) es falso. Las respuestas de algunos lo confirman. No tienen nada que ver el miedo y la coacción a la fe, a la verdad y a la paz y al amor real. Y, claro, juzgar a alguien como menos que otro por no creer en algo es puro nazismo. Dios es un Dios de Amor, y amó y ama a todos. También a la samaritana... Y a los que lo crucificaron. No vale nadie más que otro por creer en nada. Todos valemos lo mismo. Eso creo yo.

De ninguna manera quise importunar ni hacer inquisición. La página está para el crecimiento de todos.


* * *
Gracias, Espantalobos, por tu mensaje tan lleno de esperanza. Supo responde con una lista de mortificaciones que tienen mucho más sentido, mucho más reales y “en medio del mundo”. Y además, inevitables. En mi caso, mi mortificación es no mortificarme y no sentirme mal por eso.

Daniel manda una clasificación de los que se van. Interesante. Yo me ubico en la posición 1) entre a) y b)... y personalmente, más hacia la b). Y sí, yo también he visto más del segundo tipo, por lo menos en esta página. Otra posición común es la de la culpa. Gente que se siente que en verdad eso era lo suyo pero que “no supieron corresponder”, y no se lo perdonan. Y se miran a sí mismos como parias. Y hay muchos tipos más. No se puede meter todos en la misma cubeta de “desgraciados” (que no supieron corresponder a la Gracia), como creo que llamó el fundador a los que se iban.

Como un puñetazo, o en otras palabras, contundente, me llegó el escrito de E. B. E. “Rezar después de irse” en el que da su muy precisa y completa opinión sobre mi inquietud (y me llama incauto y, sí, tal vez lo soy .-) ). Dice, en particular, que a algunas personas el no rezar les llena de paz:

“(...)No rezar les llena de paz, o dicho de otra forma, la oración se torna una fuente de inquietud.”

Pensaba que yo era el único. ¡Cuán de acuerdo estoy! Yo mismo he sentido eso. Cuando estaba “embotellado” en la Obra, me entraba una compulsión culposa: la de hacer las cosas perfectamente. Entrar al oratorio era horrible. Veía a los numerarios a mi alrededor y su perfección. Todos tan limpios, tan brillantes, tan ordenados. Almas comprometidas, que no se ensuciarían con la lujuria. Nunca. ¿Y yo? ¡Un impuro! ¡Un pecador! ¡Un desordenado! Y me decía “A ver, okay. Estoy en el oratorio. Dios me puso aquí, entre gente santa. Santos. Y yo debo ser santo. TENGO QUE ser santo. TENGO QUE NO PERDER EL TIEMPO. TENGO QUE HACER ORACIÓN PERFECTAMENTE. TENGO QUE DESTACAR EN EL ESTUDIO. TENGOQUETENGOQUETENGOQUE”. Este asunto, sin duda la cadena con la que yo lucho. Todavía la imagen de los numerarios ejemplares, perfectos está clavada en mi cerebro. Por supuesto, no lo eran (ya lo sé). Pero tanta limpieza y tanta blancura dejó su señal en mi subconsciente.

No es mi intención hacer aquí una “confesión de mis pecados”, ni pasarme de melodramático, pero lo digo aquí porque, ¿quién del “mundo real” lo entendería?

Un saludo a todos,
Max







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=8636