Algunos hombres buenos.- skyman
Fecha Wednesday, 18 October 2006
Tema 030. Adolescentes y jóvenes


Para empezar, quiero pedir perdón por si el título de este escrito suena muy sexista. Con el tema ahora de que lo políticamente correcto es hablar de los dos sexos por separado (¿o son tres? ¡Bah!, pasando de meterme en política) y no incluir los dos en uno solo… Trato la palabra “hombres” como género humano, no que hable solo de los hombres, sino también de las mujeres… y ya leeréis y los/as (vaaale… he caído) que me conocéis sabéis bien de quien hablo. Quien pueda entender, que entienda.

 

El año pasado, semanas después de conocer Opuslibros, me fui de Curso de Retiro. Mi primer Curso después de 7 años “en blanco”, porque yo lo pedí, porque me dio la gana (por muy “sobrenatural” que sea esta razón para “otros”). Personalmente, fue el mejor retiro de mi vida (nada que ver con los retiros de cuando fui “nene-club” de un fin de semana si llegaba, o siendo adscrito de 5 o 6 días… que eran puro cachondeo, que por cierto, denota la inmadurez supina de esas edades, incluso de otra gente más mayor, numerarios de los “ejemplares”). Nadie iba a cambiar una decisión ya tomada, y menos, la gente que acababa de conocer en el Chat de Opuslibros, que me tomaban, gracias a mi nick, por “Monse” (Etxebarría) como mínimo. Era algo personal, algo entre Dios y yo, nadie más… ni siquiera, y me pareció extraño, se metieron en medio el típico numerario o el sacerdote, de los que no puedo decir que no lo intentaron, pero sí, que no insistieron. Volví lleno, hasta los topes, habiendo pasado más tiempo frente al sagrario que en la suma de los demás sitios habituales donde se desarrolla un Curso de Retiro (el jardín, la sala de estar, esos cómodos sofás, sitios de “escape”, de “modorra” antes y después de las meditaciones que ahora llaman pláticas, quizá para que no parezca trascendental, místico y/o sectario)...



A la vuelta, fui a saludar al numerario al que le pedí plaza para ir, y me encontré con otro que había llegado al centro días atrás, buena gente, que me había dado charlas, círculos, etc… que conocía desde que era un crío (y sigo siéndolo a mis 25 tacos). Me preguntó por el retiro, se empezó a entusiasmar y a decirme cosas como: “tu eres la punta del iceberg”, “a ver si te pasas más por el centro”, “podrías empezar a hablar con el cura”, “ya vendrán los demás”… Se le veía apostólicamente ilusionado conmigo, la verdad. Típico, ¿no? Y yo, al mismo tiempo, pensaba: “¿Quién me manda a mi venir aquí a decir nada?” dándole, lógicamente, la razón como a los locos, acabé quedando con él a tomar unas cervezas, para contarnos un poco todo lo que ha ido sucediendo en este tiempo sin vernos. Aquella vez que quedamos, no dudé en comentarle nada, mi vida, mis planes, sueños, mi gran hallazgo de Opuslibros… era “mi amigo”, o eso creía (pues no había llegado al apartado “amistades particulares” de nuestra web), y, hasta hace unos meses, no llegué a pensar la repercusión que eso podía haber tenido en casa, si eso se hubiese filtrado.

 

Hace días que he vuelto de un pequeño periplo estudiantil por Europa. Volví a pasar por el centro a hablar con él y a preguntarle por qué no me contestó los e-mail que él mismo me había pedido insistentemente antes de mi marcha, “Escríbeme lo que sea, cuéntame cosas y así me obligo a contestarte con la dirección del Centro de la región europea en la que estés” (y yo “Si, si, claro, estás que voy. ¡Qué tío más insistente!”). A parte, para quedar a tomar café y contarnos lo de siempre. No estaba en el centro, y uno de los numerarios que allí viven, con un pequeño nudo en la garganta, me decía que no estaba, que andaba viviendo en casa de sus padres. Más tarde me confirmaría otro numerario que “mi amigo” había “pinchado”. Me sonó a tono de desprecio, como infravalorando lo que esta persona vale, o lo que pudiera haber hecho por y para la Obra. Por un momento sentí pena. Por un lado, pena por él, el que me dio la noticia. Pensaba: “Pues tu sigues aquí, y sólo demuestras que, para nada, eres feliz”. Y por otro lado por “mi amigo”, me preocupaba su “salida”, por cómo estuviera. El corazón me latía fuerte y rápido, una sensación de alegría infinita por el bien de alguien que, como casi todos los que escriben y leen la web, no merecía pasar por ese trago. Nadie lo merece. Posiblemente los dos numerarios con sus respectivos nudos en la garganta y sus hilillos de voz al hablar del tema, notaron mi media sonrisa, mi mirada de alegría, de paz, de “¡por fin!”, de alivio.

 

Quedé con él una tarde, hablando y hablando pasó más de hora y media para tocar ese concreto y espinoso tema. Me daba algo de palo, pero acabé preguntándoselo: “Bueno, que, ¿tú que tal andas? ¿Cómo va por ahí dentro?”. Hasta yo sentía el dolor de mis palabras, el choque y la posible reacción adversa a lo que pretendía ser un medicamento, una cura a su dolor, un apoyo moral. Me sorprendió, sin duda, la paz con la que se tomó lo que yo casi creía una ofensa por mi parte. Estaba bien, muy tranquilo, en su trabajo, en sus cosas. Aparente no necesitaba más que un par de cervezas y alguien con quien hablar. Sólo la “queja” de la vida social que nunca ha tenido y que empieza hoy, ahora. No parecía tener contradicciones, ni dudas; estaba muy seguro de sí mismo. Volvió a caer el tema de la web y … como que no hace falta, no hacía falta. Una especie de rechazo al rencor a la Obra que quizá se huela de vez en cuando por aquí, vale que con razón, con mil razones respetables. E imagino que este chaval no tenga gana de leer pestes, aunque haya mucho que leer, muchas experiencias, y muchas ganas de salir adelante.

 

Aquí hay de todo, como en todos lados. Yo, personalmente, he aprendido muchas cosas del OD y de fuera del OD, de la gente, cosas, que incluso me extrañaron cuando estaba dentro y ya había olvidado; experiencias felices, infelices, duras y menos duras. He leído escritos de gente apasionada con lo que hacía, en sus comentarios; gente que ha escrito poniendo su alma y corazón sobre el papel, tecla a tecla, carácter a carácter, bit a bit; gente a la que lees y sonríes, gente a la que lees y lloras (de la risa en más de un caso). He podido observar en mis lecturas, el cariño, el amor, el apoyo, la amistad y tantas cosas que bastante gente nos otorga al escribirnos. También la tristeza, el rencor, la derrota y las lágrimas de gente que moriría por entender el “¿Por qué a mí?” “¿Qué nos pasa?” “¿Por qué he tenido que darme cuenta de esta farsa a estas horas?” (A lo que digo, que “Nunca es tarde, si la dicha es buena”)… incluso, otra gente, de la que quiero evitar mención alguna, sobre todo, para que a los administradores de la web, no hagan un solo “link” a ningún escrito en particular de estas personas, que no merecen un segundo más de protagonismo en esta página (y menos en mi escrito). Ni siquiera merecen el inevitable y posterior bombardeo a respuestas de Arancha, Karen, Bepo, Claire y todos los demás que escribieron ante tal provocación… que no es otra cosa que caer en su juego, en sus provocaciones, en su estupidez, en su mala baba, en su malicia, por fastidiar al personal (¿esta gente se confiesa de eso? Fijo que no, supongo que omitirían que leen la web que “tanto daño hace”) al menos fueron respuestas que diría “con un par” y no contestaron de peor manera, sería ponerse a su altura. Que “están muy bien sin nosotros” (y nosotros sin vosotros), aunque parece que no pueden vivir sin nosotros. Y nosotros sin ellos, si no hubiera Opus Dei, nada de esto hubiera sido posible. Estamos en simbiosis, cuando sus números decrecen, los nuestros crecen… Conocéis lo de la oferta, la demanda, los bienes sustitutivos y los complementarios, ¿no? Pues algo por el estilo.

 

He conocido por el Chat, por la web y en persona en varias ciudades españolas a hombres y mujeres buenos, que me han tratado como padres y madres (quizá por la diferencia de edad); como hermanos, por los lazos que nos unen, por afinidad hacia lo cotidiano de la vida; como amigos/as, que han estado siempre ahí para cualquier cosa, en cualquier momento. Hombres y mujeres buenos, los mejores, que han hecho todo mucho más fácil, que me han alegrado la vida en más de una ocasión con un e-mail, con un sms, con sus sonrisas, con una llamada a tiempo (o a destiempo), con abrazos, compañía, con sus palabras, ánimos y ganas de luchar, de seguir adelante, “come what may” (pase lo que pase), en este, casi un año ya de andanza por el Chat, por la web, escrito a escrito, línea a línea, letra a letra, bit a bit de información.

 

Por mi parte, me considero amigo de mis amigos y sólo los amigos son los que entran al trapo en esos temas que duelen, en esos temas que nos dificultan la vida, en esos temas que necesitamos que alguien que nos quiere, nos de caña y nos anime a tirar p’alante. Los demás son amiguetes, coleguillas, conocidos, etc… No me considero ejemplo de nada para nada y para nadie, porque como amigo, muchas veces he callado esas cosas que se deben decir cuando se deben decir, y en el caso de “mi amigo”, necesité casi 2 horas para reunir el valor para preguntar claramente por la situación en concreto, para darme en su apoyo, ofrecer mi ayuda o simplemente, estar ahí.

 

Me falta escrito, os falta web y me falta mente para acordarme entre tanto nick, tanto nombre real, de todos los amigos y amigas que considero que son, por estos lares, Hombres buenos y Mujeres buenas a los que agradezco cada palabra, cada gesto, cada minuto, que os garantizo que no habéis perdido el tiempo, conmigo. Espero no seguir en la categoría de “Monse”, que igual no puedo asistir a una jornada espiritual con los “quicos”, los grupos cristianos, la parroquia, o con quien sea… igual acabo yendo una vez más con el Opus Dei … pero vamos ¿qué más dará? Somos Dios y yo… ¿no? En mi historia, importo yo, y no lo material, ni lo de fuera, ni la casa de convivencias a la que vaya, ni el cura que “platique” por no “meditar”, ni lo guay que sea el director y sus maniobras (evasivas conmigo) de apostolado coactivo para con los demás… eso todo, es mierda (pido perdón y penitencia, jeje). Me acordaré de todos vosotros, mis amigos, hombres y mujeres buenos, hombres y mujeres que estáis ahí, hombres y mujeres que merecéis la pena, hombres y mujeres que me habéis enseñado tanto en tan poco tiempo. No considero haber perdido el tiempo aquí, todo ha sido ganar, y que nadie venga a decir que perdemos el tiempo (no hagáis un link aquí tampoco, la persona que dice que perdemos el tiempo, no merece el honor). Me acordaré de vosotros, que Dios cuide de vosotros, y os tenga por aquí años y años; que tengáis esta suerte que he tenido yo de poder teneros ahí.

 

GRACIAS A TOD@S

 

skyman







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=8548