El primer día que conocí a la Piedra. (Quién me ha visto... Cap.10).- Satur
Fecha Monday, 09 February 2004
Tema 040. Después de marcharse


Capítulo 10 de "¡Quién me ha visto y quién me ve!"

El primer día que conocí a la Piedra, una maravillosa tarde de un extraordinario mes de marzo, le pregunté "oyes, ¿tienes un "Prontodejarásdeveme?". "¿Lo cualo?", contestó. "Que si tienes un Prontodejarásdeverme" - insistí.

- ¿De qué vas, tronquito?, ¿qué significa eso de si tengo un Prontodejarásdeverme?.
- Que si tienes novio...
- Pues no...¿y tú?.
- Tampoco tengo novio.
- Muy gracioso... ¿y novia?.
- No -afirmé muy serio. Soy numerario del Opus de Dios, y lo que estoy haciendo ahora contigo me está vedado, prohibido. No está bien.
- ¿Es contagioso lo tuyo?.
- No. Soy un hombre de Dios.
- Ya. ¿Y el crucifijo?, ¿y el alzacuellos?.
- No poseo. Soy un hombre de la calle. Lo mío es encomendar. Por ejemplo, ahora mismo te estoy encomendando. Encomiendo a saco...

Descubrí que ella iba a ser la mujer de mi vida. Ella me entendía como nadie, ella me aceptaba tal y como yo era, sin juicios, sin pasados, sin cultura ni ideología... pero,¡ay!, pasa el tiempo -leed bien ex hermanos, leed bien- y añoras las correcciones fraternas que te hacían de vez en cuando. Esos "¿tienes un momento?", y te apartabas a una habitación y te decían "es que tienes los zapatos sucios", o "en ocasiones hablas demasiado en la tertulia y deberías favorecer que otros, más tímidos, pudiesen hablar, y les encomiendas mientras lo hacen", o "el comentario que hiciste el otro día en el comedor era poco sobrenatural". ¡¡¡Qué delicia!!!.

Porque en el badibodio no existe la corrección fraterna, allí se mueven otras claves. Allí no consulta nada a nadie. Se salta, se te mete el dedo en el ojo sin previo aviso, nada de "¿tienes un momento?", tengas o no un momento, patapám, colleja que te crío. Don Álvaro decía que las pupilas se dilatan cuando son llevadas por el amor y se ven detalles que sólo los enamorados saben percibir. Cierto, campeón. El problema es cuando las pupilas son microscopios. Entonces ya es la caraba. Jamás, repito, jamás, en veintisiete años en la perlatura me habían hecho correcciones como en estos dos últimos años. Nadie había visto en mí, entre tanto universitario aristócrata del amor conviviendo conmigo a diario, lo que una chica de Mernabo del Ciruelo (Guadalajara) ve en mí segundo a segundo.

Un día estaba cantando mientras me afeitaba el mentón eso de "¡¡¡Quaaaaareeee fremueeeeeruuuuun geeenteeees poooooopulííí.!!!", y asoma la Piedra su cabeza, un melón que no se sabe si vende pelo o compra cabeza, y me expeta, "¿qué, contentín, eh?.
- Pues, de sí. -le contesto.
- Sí, ya me he fijado que siempre que vas a salir de viaje unos días te levantas cantando.
- ¿Y...?.
- Nada, tú sabrás.

Saber qué, me pregunto. Pero nada, el dardo está echado. La herida sangra. Decidme, ¿son pupilas o microscopios?. El observatorio de Maspalomas.


Otro día estás comiendo en un restaurante de moda " Bar el Paco" y te dice:

- Oyes, sapo de la noche, ¿podrías dejar de demostrar a todo el local que comes según el método "pasitos de bebé?". No hace falta que abras y cierres la boca cada vez que masticas, ni que chasquees como si fueras un cocodrilo.
- ¿Chasquear yo, grotesca trovera?. Yo no chasqueo.
- Sí que lo haces, rano. Más aún, tienes al camarero mosca porque piensa que le estás avisando cada dos por tres para que venga a la mesa.
- Falso, sapita. En veintisiete años comiendo con aristrócratras, algunos operados de próstratra, jamás me advirtieron de semejante defecto que desdeciría del cargo y posición que ocupo... ocupaba.
- Pues, habría que veros comiendo, batracio, todos haciendo "¡¡¡chassss,chasssss, chasssss!!!

Ya digo: las pupilas.

O vamos al Quiqui Inglés -así le llama Gusanita a los grandes almacenes- y le dices a la dependienta. "¡Hola, hemos venido del desierto solamente para saludarle y comprar algo!". Una gracieta que suelo hacer así como para hacerme el simpático. Y la Piedra abre el bolso, saca la agenda para comprobar que, efectivamente, ya dejé el jardín de infancia hace años, y me dice "¡¡¡a mí no me montes estos números, ¿eh?!!! ¿ Se puede saber porqué siempre tienes que ir montando el número?... Y, además, siempre con las más guapas, hombre, que se te nota un montón... Y es que eres patético. Si ya tienes cuarenta y seis años, pavo, y la chica se está riendo de ti, rijoso. ...¡hazme otra y me voy!.

Eso ya no son pupilas, digo yo, eso es mala leche. Mira que fui veces a comprar al Corte Inglés con algún hermano mío y lo bien que lo pasábamos. Y días después te decía que, quizás, te habías pasado haciendo reír a la dependienta cuando al medirte el cuello para probarte una camisa le habías gritado a la oreja ¡¡¡AAAAAJJJJJJJJJJJ, pero qué hace señoritaaaaaaaaaaaa!!!. Y te corregía con un candor, con una dulzura, con un buen sentimiento...

Pero asín es la vida. Tú lo quisiste fraile mostén, tú lo quisiste, tú te lo ten.

Por cierto, sobre el tú te lo ten. Que un curso de retiro de esos abiertos estaba leyendo uno en voz alta en la comida y salió este punto de camino y el de mi lado me dice:


-¿Qué es Telotén?.
- ¿Telotén?... No, no es Telotén. Es te - lo - ten.
- Ya, pues eso, ¿qué es Telotén?. No he oído esa palabra en mi vida, macho.
- A ver. Te de tú, como si fuera de ti, te, contigo, ¿me entiendes?. Lo de cosa, o sea, un complemento directo, ya sabes lo, la, ¿pillas? Y Ten de tener, de que lo tengas, ¿ok?.
- Telotén, Telotén... pues no caigo.

Y el que leía se calla un buen rato y nos dice "a ver, esos dos, o guardáis silencio o a la calle, que aquí se viene a rezar". Y todo por el Telotén de las narices.

La Piedra tiene la costumbre, que no caí al principio que sería nefasta para mi posición en el mapa del colchón, de abrazarse a mi vientre mientras duerme. Me lanza el brazo como un candado y allí se queda, inerme, pétreo, como la cerradura de un penal. Yo apenás puedo moverme, así que he de estudiar muy bien qué postura adopto la próximas ocho horas. De vez en cuando despierta sobresaltada a altas horas de la noche y se me queda mirando como una boa constrictor, fijamente, como quien desea reconocer quien es ése que está allí, y de repente me dice " te quiero". Es un te quiero que a mi me conmueve; parece que lo dice como quien dice "me muero". Me recordaba a mí cuando en el día de guardia me incorporaba con avidez de la cama buscando a tientas la almohada tirada a cienes de metros del jergón, como un poseído, y al encontrarla, volvía a la cama, me abrazaba a ella, a la almohada, y pensaba " ayyyyyyyyy, almohadita mía, no te separes nunca de mi, porfa".

Y es que el amor es tan misterioso como el Telotén.





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