La primera vez que fui al cine.- Armando
Fecha Wednesday, 11 October 2006
Tema 040. Después de marcharse


Hola a todos!

 

Quiero compartir con vosotros algunas anécdotas de cómo afronté ciertas situaciones luego de mi salida de la Obra. Esto con la idea de hacerlo más puntual y aportar elementos para aquellos que están a punto de salir o que están dando sus primeros pasos fuera. Hoy lo haré sobre mi primera ida al cine luego de salir del Opus.

 

Pero antes de iniciar me permitiré comentar –con vuestro permiso- una serie de cosas que me han llamado la atención de lo publicado el lunes último. El artículo de Supo es encantador, la forma tan sencilla y humana en que nos ha transmitido una parábola del Evangelio. Aquí pienso que está el meollo de todo y es la figura de Jesucristo a quien quisimos seguir una vez pero por otros caminos que no precisamente nos llevaron a Él. Junto a este artículo figuran otros que también me hicieron recordar algunas de las enseñanzas de Jesús...



Hay una escena en el Evangelio que me parece enigmática, tampoco quiero colocar acá un sermón así que voy al grano. Me refiero a cuando Jesús está frente a Herodes, este le pregunta de todo, que si es rey, que si hace milagros y una serie de preguntas impertinentes. Al no responder Nuestro Señor porque sencillamente lo ignora, viene una sarta de acusaciones y majaderías sin fin por parte del tetrarca. Una de ellas es precisamente alegrarse de que se va a deshacer de Él. Y que estarán mejor sin Él. Paradigmático ver como la historia se repite sin parar. De igual forma procedieron los fariseos, se jactan de su piedad y se alegran porque al eliminar a Nuestro Señor estarán mejor. El “caiga su sangre sobre nosotros y nuestros hijos”, se repite en el diario vivir y actuar de algunas personas –pocas- por muy piadosas y santas que se consideren.

 

El otro hecho de la vida de Jesucristo aquí entre nosotros es cuando acusan a alguien, en concreto a la adultera. Ahí se presentan todos con piedras para eliminarla en el acto, claro la idea era que si la hacían callar todo quedaba saldado y sus pecados ocultos. En fin que lo que quiero comentar de ese pasaje es que Nuestro Señor no generaliza. No dice “mujeres que son esto y lo otro”, sino simplemente le dice “mujer” en singular y no la culpa ni la insulta. Y así es para todo, especialmente cuando le preguntan quién pecó cuando ve a un ciego, tampoco generaliza ni acusa. Se podría seguir en esta línea y veremos que todo es en singular, nunca en plural y menos para acusar.

 

En conclusión el generalizar comporta serios peligros que deben evitarse ya sea por convicción o por educación. Y si lo que se pide es un consejo la respuesta debe ir al caso concreto y no reflejar la misma en otro hecho que en ningún momento podrá ser similar al consultado.

 

 Ahora si la anécdota. Desde los 18 años no pisé ningún cine y mis conocimientos fílmicos se redujeron a lo que veía en el centro, la mayoría de las veces películas truncadas para evitar que viera escenas “indecorosas” y nada sanas para un cristiano en medio del mundo. Al irme de la Obra pensé -entre otras muchas cosas más importantes- en volver a acudir a un cine porque los años habían pasado y así como la tecnología ha avanzado en otros campos pues en este no se quedaría atrás. Con todo el deseo de hacerlo no se presentaba la ocasión porque tampoco quería ir solo. Por fin llego la oportunidad de la mano del anuncio de un festival de cine mexicano y aunque me llamó la atención una película, no me atrevía a manifestar mi deseo de asistir a su proyección.

 

Una tarde al terminar el trabajo, un par de colegas se presentan a mi escritorio y me invitan a ir al cine. Aunque tenía muchos deseos de hacerlo lo dudé. ¿Por qué de la duda?, no lo sé, lo único que sé es que no me atrevía a ir porque aún sentía que estaba haciendo algo malo. Ante la insistencia de mis colegas y la coincidencia de la película que queriamos ver, accedí a la invitación y al darnos cuenta de la hora que era salimos de la oficina como bomberos para atender una emergencia. El coche emulaba a los de la Formula 1 en velocidad pero al no contar con una pista similar, nos quedamos en un atasco monumental a poca distancia del cine. Los minutos pasaban y aquel embotellamiento de vehículos no tenía visos de menguar. No obstante esperamos pacientemente entre bromas, risas, enfados, más bromas, silencios que matan, insultos a las autoridades de tráfico y en fin que entre una cosa y la otra llegamos pasados cinco minutos del inicio de la función.

 

Compramos las entradas a toda prisa con la consiguiente desesperación en la cola. Entregamos los mismos al taquillero –perdón pero no me acuerdo como se le llama a ese personaje – y nos dirigimos veloces a la sala de la proyección. Para nuestra sorpresa no había nadie. Salimos a preguntar si esa era la sala correcta y nos respondieron que si, a la vez indagamos si echarían la película y nos contestaron afirmativamente. Durante el interrogatorio que hicieron mis colegas yo estaba boquiabierto. Veía las instalaciones cual crío llevan por primera vez sus padres de paseo. Qué avances pude apreciar en las salas de cine modernas. El puesto de las palomitas de maíz era increíble, todo perfectamente instalado y mecanizado así también para las coca colas y así lo demás.

 

Regresamos a la sala en cuestión y ahí esperamos los tres el inicio de la película que por fin empezó. Las butacas increíbles, la pantalla nada que ver con lo último que había visto hacía muchos años. Todo era novedoso para mí. Yo disfrutando como un chiquillo y lo peor es que no podía comentar nada a mis amigos. Seguro que si digo algo hubieran pensado que había salido de la isla perdida y que solo faltaba que les presentara a Viernes.

 

Los tres en cuestión comentamos la película como en casa, no había nadie más así que podíamos hablar en voz alta sin problema alguno. La producción cinematográfica medianamente bien, pero para mi aquello fue magnífico.

 

Así fue mi primer ida al cine, viendo todo como lo hubiera visto un extraterrestre o un personaje del pasado traído al presente por alguna máquina del tiempo.

 

Saludos cordiales,

 

Armando







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=8504