Laly:

La lectura de tus cartas me ha producido una honda emoción.

Me gustaría que me soportaras dos comentarios, sólo dos.

Primero:

Me llevó un cierto tiempo comprender una realidad tan evidente: la libertad y todo lo que conlleva es, después de la existencia, el don mas preciado que nos ha dado Dios. El bien a la fuerza no es bien; es un automatismo. Y carece de mérito alguno.

Y eso es lo que se consigue recomendando a las personas lindezas como que prescindan del propio criterio... Si es una herramienta imprescindible para ser bueno!

Y así tenemos a muchos ex con bastantes carencias a la hora de administrar su libertad. Es un triste espectáculo.

No sé qué dices que haces ahora, pero se acabó la época de limitar el libre albedrío que te dió Dios.

¿Lo has consultado? ¿Ya te dejan? ¿Qué piensan los que te quieren? ¿Cuál es el criterio?

Cuando me marché llevaba yo en el coche una radio muy vieja que usaba para escuchar inglés. De pronto caí en la cuenta de que si definitivamente se rompía... me compraba otra sin tener que dar explicaciones a nadie!!. Se me saltaron las lágrimas de alegría.

Segundo:

Me escandaliza la actitud de tu familia respecto de ti. Yo también sufrí la rotura interior que supone dejar la Obra - ilusiones, afanes, perspectivas, amigos... tantos años (quizá los mejores) de mi vida - pero por fortuna mi familia, lejos de hacerme mas difícil ese trance, lo respetaron y facilitaron mi adaptación a la nueva vida que quise empezar.

Tu mamá y tus hermanos podrían acordarse de cómo era aquella chica de 17 años que se llevaron de casa y como ahora se la han devuelto. Con un cortejo de imputaciones a la espalda para que a nadie se le ocurra responsabilizar para nada a la Obra del desaguisado.

¿Será el dulcísimo precepto de ida y vuelta?.

Con afecto,

Demócrito