Ha pasado un tanto inadvertida la noticia de que el último 8 de septiembre el Papa Benedicto XVI ha erigido el "Instituto del Buen Pastor" como Sociedad de Vida Apostólica de derecho pontificio, para acoger a varios ex miembros de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, fundada por el arzobispo cismático Marcel Lefébvre, y a aquellos clérigos que deseen "ejercer su sacerdocio –según aclaraba el arzobispo de Burdeos y presidente de la Conferencia Episcopal francesa- en la tradición doctrinal y litúrgica de la Santa Iglesia Católica Romana".
Los estatutos del Instituto del Buen Pastor han sido aprobados con carácter experimental por un período de cinco años. Y las modalidades de la presencia de la nueva Sociedad de Vida Apostólica en la Archidiócesis de Burdeos será regulada por un convenio que ha de establecerse entre ambas partes. Según la agencia France Press, hasta el momento integran este Instituto tres sacerdotes y dos seminaristas, que serían ordenados por el Cardenal Darío Castrillón Hoyos, Prefecto de la Congregación para el Clero y Presidente de la Comisión "Ecclesia Dei" creada para facilitar el regreso a la comunión eclesial plena de los vinculados a la Fraternidad fundada por Lefébvre.
En el Opus Dei no han comentado oficialmente el acontecimiento. Pero huelga decir que el Prelado y sus colaboradores han respirado tranquilos, una vez conjurado el peligro de que fueran erigidos en prelatura personal los más refractarios a las conclusiones del Concilio Vaticano II. Era lo que le faltaba al Opus Dei, tan debilitado internamente: que su situación canónica se tambaleara. Pues la nueva figura jurídica de prelatura personal habría resultado herida de muerte al ser aplicada a dos de las instituciones más integristas de la Iglesia.
El riesgo no era remoto, como demuestra que hayan quedado en Sociedad de Vida Apostólica, que fue el estatuto jurídico de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei antes de convertirse en Instituto Secular. Y quién sabe si, con el tiempo, si se convierten en un grupo más numeroso, acabarán consiguiendo el estatuto de prelatura personal. Pero, por el momento, el Opus Dei puede despreocuparse del problema.
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