¡NO HAY PALABRAS!, al director hipócrita.- EscriBa
Fecha Wednesday, 20 September 2006
Tema 070. Costumbres y Praxis


¡NO HAY PALABRAS!

 

 

No hay palabras para calificar la manera de proceder de la Obra con la madre de Inés. Directores del Opus: ¿Cómo habéis llegado a esto?, ¿cómo habéis llegado a no querer siquiera aparentar cariño, a simularlo?, ¿cómo es posible que ya ni siquiera os preocupéis de uno de los vuestros? Pero, ¿es que ya ni siquiera por imagen, ni siquiera por esa hipocresía tan ejercitada, sois capaces de aparentar algo de cariño con una persona que ha dado tanto por vosotros?

 

¿Dónde está vuestro fino maquiavelismo y vuestra santa pillería? Ni siquiera contáis ya con la decencia más elemental necesaria para amar a vuestros amigos (no digo ya a los enemigos, como pide el Señor). ¡¿Qué ‘verdad’, qué causa, qué ideal pueden legitimar esta triste actuación?! Es necesario vivir muy al margen de la obra real –a estas alturas- para mantener eso de “no pierdas la confianza en los Directores o en las Directoras, que ellos nunca la pierden en ti; no permitas que te domine la susceptibilidad” (don Álvaro, Carta, 19-III-1992)...



¿Qué otras cosas más importantes había que hacer? Vuestro comportamiento no tiene excusa, ¿qué puede ser más prioritario que acompañar y atender a una persona que está muriéndose y espera vuestra llegada?

 

Vais de maestros de moral y estáis vacíos, hinchados de soberbia y de datos robados de la conciencia de vuestros fieles. Andáis por vuestro mundo paralelo con el corazón de piedra y la cabeza de chorlito, manoseando, traficando y murmurando con la conciencia de tanta gente buena y engañada que os entrega su confianza. Miráis por encima del hombro y señaláis con el dedo, opináis y despreciáis a tantas personas a quienes tomáis por inferiores y de las que tanto deberiais aprender. Exhibís vuestro "buen espíritu"  con una parafernalia de buenas maneras académicas, con sonrisas aprendidas y estereotipadas, sin experimentar empatía ni unión, ni cariño, ni respeto. Os ambuláis mangoneando la vida de los demás, con una hipocresía gélida, infundiendo temor y rodeándoos de un aura de misterio como si todo fuese un juego, como para divertiros desorientando a vuestros subordinados.

 

¡Con que dureza Jesucristo denuncia a los fariseos por su hipocresía!  Os creéis en posesión de la verdad, por encima del bien y del mal, dueños de las almas, con autoridad divina para atar y desatar: para conceder caprichosa y superficialmente la vocación divina desde toda la eternidad a una persona y para condenar al fuego eterno a otra. Despreciando, juzgando y sentenciando. ¿Pretendéis dar lecciones de moral?, ¿cómo podéis vivir con ese cinismo, con esa frialdad?, ¿qué palabrería, qué argumentos, qué restricciones mentales vais a utilizar para justificaros delante del Señor? Con la coartada de que la Obra es una partecica de la Iglesia justificáis todo, o ¿no será que para vosotros la Obra es la Iglesia?

 

También vosotros, sacerdotes numerarios, que os habéis ordenado por obediencia (no por vocación) y que sois como tristes funcionarios de un estado totalitario, como asalariados sin amor, preguntaros a dónde os conduce vuestro buen Pastor . Vosotros, burócratas de almas, ¡Qué pena me dais!

 

Cuando vosotros –directores del Opus- muráis ¿qué amor pretendéis presentar ante Dios?, ¿pensáis que los montajes y las tramas de la Obra valdrán algo para Dios? Misericordia quiero y no sacrificios. Vosotros sí que moriréis solos aunque tengáis una corte de plañideros a vuestro alrededor, porque quien no ama vive y muere sólo. Vais a cosechar toda la frialdad que habéis sembrado. Por sus frutos los conoceréis... ¿cómo sois tan cínicos para ser capaces de plantaros delante del sagrario a hacer vuestra hora de oración (ni un minuto más por consuelo, ni uno menos por aridez) y desoír a quien está reclamando vuestra ayuda? Vuestros reglamentos, vuestras normas, vuestros criterios y costumbres... ¿qué vale todo eso si falta el amor?

 

Podéis decir que la Obra es todavía muy joven. Y ¿qué?, vosotros con eso lo justificáis todo. Pues yo digo que una obra de Dios, por muy joven que sea, si tiene amor está ya madura. No se trata de tener más experiencia para afinar las tácticas de engaño y de manipulación, sino de mirar al Señor y aprender de Él. A vosotros, que os gozáis administrando cruelmente vuestra parcela de poder, os digo que vuestra joven obra de Dios es un barca a la deriva. No sirve ya la frase de vuestro fundador: "quien se sale de la barca va al abismo"; ahora sabéis que quien se queda en la barca es el que tiene poco futuro de ser un buen cristiano.

 

Cuando os llegue el momento de la muerte ya no cabrá engaño, ya no podréis escudaros en vuestras falacias de gobernante discreto. ¿Qué os quedará? Espero que –por lo menos- no se os ocurra mandar al infierno a quien recurre a su párroco, a un sacerdote que no es de la obra, -en vuestra doctrina: al “mal pastor [que] no venía a buscarte”- del que habla Escrivá en su escandalosa meditación, porque los sacerdotes de la obra no quieran ir a atender a una supernumeraria.  ¿Pastotes vosotros?, ¿qué dais la vida por las ovejas? 

 

Y eso que os digo en la presencia de Dios que, si algún hijo mío se siente infeliz, es porque le da la gana” (de nuestro Padre, Crónica 1973, pp. 539.) y “En la Obra, si alguno tiene disgusto o vive con tristeza, es por culpa suya: porque los medios para servir in laetitia están al alcance de todos” (de nuestro Padre, Crónica, 1973. pp. 644).

 

“Por eso decía nuestro Padre que el Opus Dei es el mejor sitio para vivir y el mejor sitio para morir” (de don Álvaro, Tertulia, 22-VII-1984, cfr. Cuadernos 11). ¡Qué falsedad tan insultante proclamada por un ‘hombre de Dios’! Tan preocupados por crecer, por el proselitismo salvaje de estadística que habéis creado un monstruo. Las cosas no pueden hacerse tan mal, sois muy fanáticos pero muy torpes. Estáis tan a gusto sentados en vuestro trono de autoridad divina, con esa gracia de estado, que no tenéis inconveniente en imponer vuestro enfermo criterio ‘divino’ a tanta buena gente que un día creyó que Dios estaba detrás de la Obra. Vuestra doctrina ‘católica’ secreta, particular, es una burla siniestra del Evangelio. 

 

Yo fui muy fanático de vuestra Obra , pero ya no más: vuestra secta se acaba.

 

Querida Inés no nos conocemos pero ya estás en mis oraciones para todas tus cosas, rezo también por el alma de tu madre aunque seguro no lo necesita.

 

Un fuerte abrazo a todos los amigos de esta web!

 

EscriBa







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