Hace ya años, me impactó muy negativamente, que en una de esas miniconvivencias organizadas para los fieles que éramos encargados de grupos de Supernumerarios, para transmitirnos formas de actuar respecto al grupo, se nos indicó que si un Supernumerario no realizaba su aportación económica mensual a la Obra -se sobreentendía que se podía tratar de que estuviera pasando por problemas económicos-, se le daba de baja. Eran los tiempos gloriosos en que las cosas marchaban muy bien. El ponente era el administrador de la Delegación.
También me impresionó muy desfavorablemente, que un supernumerario que lo estaba pasando muy mal económicamente, sin recursos para sacar su familia adelante, se decidió ir a la Delegación de la Obra para que le socorrieran. La respuesta que obtuvo fue que “el Opus Dei no se dedica a obras asistenciales”.
En las reuniones de los Consejos Locales -órganos de gobierno local en la Obra- asiste el sacerdote del Centro, pero así como tiene voz en las deliberaciones, no tiene la facultad de votar en las decisiones. Parece que honestamente sus potestades deberían ser exactamente las contrarias, poder votar y no tener voz, ya que al tener voz, ¿quién garantiza que no se le pueda escapar inadvertidamente alguna referencia que sobre los fieles haya conocido en la Confesión? No considero los casos -que existen- en que el sacerdote no sea muy puritano al respecto. Existe el caso de aconsejar al laico que entra nuevo en un Consejo Local, que hay que estar atento a lo que diga el sacerdote. Quizá esto es lo que ha dado pie a que se haya dicho que en la Obra se viola el sigilo del sacramento de la Confesión.
Un cordial saludo.
Agua va
