Ruedo Ibérico.- Ana Azanza
Fecha Monday, 21 August 2006
Tema 100. Aspectos sociológicos


He observado que a los que estuvimos dentro nos interesa mucho contar nuestras experiencias, el sometimiento, los engaños, las sabrosas anécdotas y los, en general, horribles finales de nuestra historia como “numes”. Curiosamente las personas que nunca tuvieron nuestras experiencias de juventud en el centro de Estudios, llámese Torre II o similares, y que han visto el opus desde fuera toda su vida, nos enseñan bastante sobre qué es el opus dei, ese misterio y enigma que nos ocupa.
 
Encontré hace algunos meses en una biblioteca pública un doble cd Rom que recoge una publicación española realizada por exiliados en París y luego en Barcelona, “Cuadernos de Ruedo Ibérico”. José Martínez Guerricabeitia, anarquista, Fernando Claudín y Jorge Semprún, comunistas expulsados del PC en 1964 fueron los promotores. La revista salió entre 1965 y 1979 y habría de influir bastante en la organización de alternativas socialdemócratas y moderadas a la dictadura. De hecho Jorge Semprún sería nombrado ministro de cultura creo que en el primer gobierno socialista de Felipe González...


Al revisar los índices de esta publicación se ve que con bastante frecuencia se trata el tema del opus. Y debo decir que, pese algunos errores sobre cuestiones de detalle, no está nada mal. Para los no españoles estas cuestiones político-históricas sobre el pasado reciente de España probablemente no tienen demasiado interés. Sin embargo, opino que para “objetivar” el tema opus en nuestra vida, se sea o no de nacionalidad española, importa conocer estas realidades tan materiales y aburridas sin las cuales la empresa opus dei no se hubiera extendido con tanta fuerza por el mundo.
 
Quiero decir que mientras a nosotros, incautos adolescentes pescados con 14, 15 ò 16 años se nos adoctrinaba y lavaba el cerebro con el apostolado, las vocaciones, el padre, las correcciones fraternas, la confesión y la charla semanal, mientras se empequeñecía nuestra vida en un cúmulo de reglas minuciosas sin sentido, había gente haciéndose rica y poderosa a base de nuestra ingenuidad.
 
Al menos yo, en el verano de mis 18 años, no tenía tiempo para pensar más allá de que tenía que prepararme la confesión, o la charla fraterna o la dirección espiritual con el sacerdote. Y que siempre había clases doctrinales, charlas ascéticas o comentario de una carta del Padre, o una tertulia con una numeraria mayor. Hora y media raspada de piscina y gracias, porque había que tener cuidado de no llegar con el pelo mojado al oratorio para las preces…
 
No me planteaba ¿con qué dinero se ha construido y se mantiene este colegio mayor Goimendi y esta magnífica universidad de Navarra? ¿cómo se obtuvieron los permisos para impartir enseñanzas de nivel superior en una organización privada? ¿Es corriente que en treinta años se hayan levantado estos edificios? ¿cómo se consiguieron los terrenos sobre los que se asienta la universidad? ¿cómo se logra traer profesores universitarios a esta insignificante ciudad que era Pamplona en 1952? Todo menos universitaria… ¿por qué Pamplona y no cualquier otro sitio más importante: Madrid, Barcelona o Bilbao? ¿tiene algo que ver el derecho foral navarro en todo esto? Teniendo en cuenta además que España era una dictadura, y económicamente en los años cincuenta la cosa todavía no era nada boyante. En los sesenta muchos españoles emigraron a Europa en busca de trabajo. Y hete aquí que el opus dei levanta una universidad como quien levanta cualquier cosa …
 
Y me parece que estas cuestiones materiales sobre las que el opus se apoya son tan reales como nuestros sufrimientos y dolores. Sólo que nos acostumbraron a no pensar en ellos. Nos “formaban” para estar en la luna. Con la ventaja probable de que cuanto más una persona tiende a lo “intelectual” con más facilidad se deja embaucar por “grandes ideales”, falsos y vacíos ideales por supuesto.
 
Aceptaba el colegio mayor Goimendi, las numerarias auxiliares con su cofia y delantal y tantas otras extrañas y ya desfasadas cosas como aceptaba que mis padres tenían una casa en la que había vivido y no se me ocurría preguntarle a mi padre ¿cuánto te costó la casa? ¿estamos de alquiler o somos propietarios?
 
Sobre los inicios de la universidad de Navarra habría mucho que hablar. Tuve oportunidad de escuchar la versión opus, edulcorada y maravillosa, de labios de un supernumerario de cuyo nombre no quiero acordarme. Y también de refilón tuve oportunidad de saber que hay gente en Pamplona muy “quemada” con el opus por la forma en que se les arrebataron los terrenos para  la construcción de la universidad. Pero una vez más si no lo han escrito ni lo han hablado, probablemente esas personas estarán a punto de irse con el agravio a la tumba.
 
Tampoco me planteaba como hubiera sido de rigor el tema político. Mirando hacia lo que ha sido mi vida en este aspecto y comparando con lo que ahora puedo aprender sobre la historia de España más reciente, me da la impresión de que mi vida en el opus ha sido como si el tiempo se hubiera detenido. Quiero decir que nunca se hablaba de política, las numerarias en especial eran un género pavísimo para estos temas, no sé entre los numerarios, lo desconozco. Pero las conversaciones que yo he tenido en mi vida opusiana giraban a menudo o en torno a la sandez o en torno a la “pesca”. Y si se hacían juicios en voz alta, las numerarias mayores que tenían venia para ello, eran del tipo COPE (emisora de radio de la conferencia episcopal española que se hace notar por su ranciedad, en mi opinión).
 
Y sin embargo, la realidad del opus, su crecimiento, sus casas, su poder para silenciar a todo el mundo, no hubiera sido posible sin ese “ramillete” –no sé cómo llamarlos- de personajes que curiosamente cuando el dictador iba para abajo, sostuvieron ellos la dictadura con el cuento de la “tecnocracia”. Me refiero a nombres como López Rodó, López Bravo, Ullastres, Navarro Rubio y tantos que se movieron en su órbita. Si fueron supernumerarios o numerarios me es igual, lo que nosotros sabemos es que para un miembro del opus no hay más luz ni más guía en su vida que el propio Opus. Hemos estado dentro, sabemos en qué consiste haber sido abducido por ese mundo y esa “cosmovisión”. Sabemos que desde dentro pensábamos “Regnare Christum volumus”, y nos creímos la mentira.
 
Y ahora podemos saber que desde fuera la visión es más objetiva porque la gente no abducida juzga de lo que ve, ¿qué muestra el opus a los de fuera? algo que desde dentro nos hubiera parecido una blasfemia: que no tienen principios. Así es como se consigue navegar en el proceloso mar de la política, estar en un gobierno que encarcelaba curas por discrepar, y seguir adelante, incluso cuando se descubrió un escándalo financiero como el de Matesa (1969), en el que se estafaron millones de pesetas que se piensa, se dice, se comenta fueron a parar al opus dei. Pero nadie tiene las pruebas de esto último. Increíble porque no estamos hablando de calderilla sino de miles de millones de pesetas.
 
De lo que si hubo pruebas fehacientes es de que los ministros responsables de ese dinero del estado español  (hacienda, Comercio, Industria, Comisario del Plan de desarrollo) que se tiró alegremente por la ventana eran del opus. ¿Fueron procesados? ¿pagaron de alguna manera El asunto se enterró piadosamente, España era una dictadura y en una dictadura quien manda manda.
 
Por eso digo que un centro del opus dei actual, y su “ambiente” es como si para ellos el tiempo se hubiera detenido y siguieran en los tiempos de la dictadura, no se investiga, no se critica, no se habla, no se piensa. Francisco Ayala, intelectual español exiliado en 1939 volvió a España en 1960. En sus memorias (Recuerdos y olvidos, p. 464) cuenta la impresión que le produjo la sociedad española tras veinte años de franquismo:
 
“De regreso en Madrid, (…) nuevas impresiones y nuevos detalles corroboraban en mi ánimo el deprimente cuadro. Las caras que uno veía por la calle expresaban fatiga; las palabras que escuchaba malhumor. En los ademanes y gestos podía percibirse una extraña combinación de impaciencia y dejadez (…) A través de un conocido antiguo con quien la casualidad me hizo topar concurrí un par de veces a la tertulia que un grupo de escritores mantenían melancólicamente en un rincón de cierto café hoy ya desaparecido; y siendo como eran todos ellos hostiles al régimen y víctimas de su persecución, comprendí no obstante que apenas sí podíamos comunicar entre nosotros, que no podían comunicar conmigo ni tampoco entre sí, encerrados cada cual en su desesperación –sumidos, podría decirse, en una total abulia, en el nihilismo-. Parecía que, de veras, el régimen los había conseguido aniquilar.”
 
Me parece que esa descripción de España en 1960 se podría aplicar a un centro de numerarios actual.
 
No se pueden obviar hechos que ya son historia de España y que también son historia del opus dei, es preciso conocerlas, desenterrar, no olvidar. De ahí que haga este envío sobre Banca y Opus Dei, al que me gustaría ir añadiendo otros descubrimientos en Ruedo Ibérico, y al que seguramente mucha más gente puede ir añadiendo historias que haya conocido.
 
Ana Azanza
 

Nota publicada en Cuadernos de Ruedo Ibérico, 3, 1965. Firma C.E. pseudónimo de Ramón Viladas:

 

Pública y notoriamente, el banco Popular español pertenece al Opus Dei. Si la lista de sus consejeros y de sus directores no fuese bastante elocuente, bastaría observar el espectacular desarrollo de esta entidad bancaria desde 1957, momento en que fueron designados ministros Navarro Rubio (ex consejero delegado del Banco Popular Español y supernumerario) y Ullastres (numerario), amen de algunos subsecretarios y directores generales también pertenecientes al Opus.

 

En manos ya del grupo que lo posee actualmente, hace unos años el Banco Popular Español adquirió el control del Banco Atlántico. La llamada ley de expansión bancaria, promulgada por Navarro Rubio cuando era ministro de Hacienda, concedía a los actuales Bancos de depósito la posibilidad condicionada por una serie de factores cuya apreciación se dejaba al ministerio de Hacienda: necesidad del servicio bancario, volumen de cuentas corrientes, etc. Una de las condiciones impuestas por el ministerio de Hacienda a los Bancos que desean abrir nuevas oficinas es que no dependan de otro Banco, es decir, que no estén bajo el control de otra entidad bancaria.

 

Conocedor –como nadie- de esta limitación impuesta a los Bancos, el Banco Popular Español, que tenía mucho interés en que el Banco Atlántico abriera nuevas oficinas, decidió transferir las acciones que de este último poseía, para que al solicitar la apertura de aquellas nuevas oficinas no apareciese el Banco Atlántico bajo el control del Banco Popular Español.

 

¿A quién cedió el paquete de acciones? ¿A otro grupo financiero? No. La cesión benefició a Casimiro Molins, joven industrial barcelonés, cuñado de López Rodó (supernumerario y futuro “primer ministro” de Franco). Hecha la ley, hecha la trampa. El Banco Atlántico ha podido abrir nuevas oficinas y seguir tan estrechamente vinculado al Banco Popular como antes, aunque sea por persona interpuesta.

 

Cuando algunos banqueros distinguidos cuentan esta historia, no disimulan su mal humor, aunque le añadan la sal y la pimienta de otras anécdotas menos sabrosas.

 

Esta anécdota circula en la esfera discreta del mundo de las finanzas. Pero son tantas las que se cuentan respecto al Opus Dei que el lenguaje popular ha acuñado para esta institución político-religiosa un lema que quedará sin duda como definitivo: “Imitar a Cristo para vivir como Dios.”

 

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