El colmo de la desvergüenza.- Jesús F.
Fecha Friday, 23 June 2006
Tema 100. Aspectos sociológicos


No se trata de un tema nuevo: Sabemos que en el Opus Dei se practica un proselitismo criminal con menores de edad. Sabemos que no se trata de acercar a los adolescentes al mensaje cristiano, sino de hacerlos miembros de la organización.
 
Los proselitistas se caracterizan, casi siempre, por su incapacidad e inmadurez para dialogar con adultos y convencerlos (cuánta profundidad tienen las palabras "diálogo" y "convencer"). Como dice Alberto Moncada, el proselitismo con menores de edad es consecuencia del fracaso del Opus Dei en sus labores de proselitismo en las universidades. Yo lo expresaría también así: el proselitismo con menores es signo de que el Opus Dei carece y siempre ha carecido de los medios para acceder a un publico adulto, maduro e intelectualmente exigente. Para sobrevivir no le resta sino practicar la "pederastia  espiritual" de que habla Moncada.
 
Una vez situado este contexto, cito sin comentarios algunas respuestas que dio el prelado a la reportera Verónica Grousset,  21 de abril de 2006 (Figaro Magazine), cuando fue inquirido sobre el tema...


Desde luego no quiero hacerle el juego a la propaganda estandarizada del Opus Dei. Por eso pido que se lea lo siguiente en el contexto de los testimonios irrefutables que hay en la página a propósito del proselitismo con menores de edad. Quienes tengan dudas sobre el caracter sectario del Opus Dei, contrasten por favor los testimonios de Opuslibros sobre proselitimos con menores de edad con el cinismo del prelado. Si hay algún muchachito o muchachita que lea esta página y esté en pleno manoseo espiritual, vea la clase de especímenes que están en la cúpula de la "obra de Dios".
 
(Pregunta): Al invertir mucho en escuelas, universidades y centros de formación, el Opus Dei ha ocupado un poco la plaza que ocupaban en otros tiempos los jesuitas en la enseñanza. Con una diferencia, que los jóvenes formados por el Opus Dei tienen la posibilidad de hacerse ya miembros: ¿qué responden ustedes a los que asimilan esto al adoctrinamiento?
 
(Respuesta): En el seno de la Iglesia existen diversos carismas y se enriquecen mutuamente para el bien de todos, sacerdotes y laicos, diócesis, las realidades más variadas; todos son útiles y complementarios. Hay sitio para todo el mundo, dentro del respeto a las sensibilidades de cada uno.
 
Los centros de enseñanza de los que usted me habla nacen un poco como los champiñones, por la iniciativa y bajo la responsabilidad de unas personas concretas, que por lo general suelen ser los padres de los alumnos, que son los primeros interesados en la educación de la juventud. El Opus Dei no interviene en esto, respeta la libertad de la gente en su acción social.
 
Toda persona mayor de edad tiene la posibilidad de pertenecer al Opus Dei. Basta con sentirse atraído por razones espirituales, desinteresadas y comprobar cómo encaja allí. Evidentemente, es necesario un encuentro personal, porque ese tipo de cosas no se hacen por telepatía. La palabra reclutamiento es propia del ejército o de las empresas, pero no de una realidad eclesial como el Opus Dei.
 
El fin del Opus Dei, como el de la Iglesia, no es aumentar constantemente, sino prolongar la presencia de Cristo en el mundo, servir a las almas, hasta que vuelva Nuestro Señor.
 
Naturalmente, esto comporta la difusión del mensaje cristiano, en particular de la llamada que Dios dirige a cada uno en su vida ordinaria.
 
Debe tenerse en cuenta que el Opus Dei es apostólico, porque, al ser una parte de la Iglesia, se remonta hasta los primeros discípulos de Cristo, que fueron enviados. Una Iglesia que no fuera misionera sería un cadáver. ¡Ay de mí, decía san Pablo, si no anunciara el Evangelio! (cf. I Co, 9, 16)
 
Por eso, el Concilio Vaticano II, luego Pablo VI en su exhortación Evangelio nuntiandi; y por último Juan Pablo II en Redemptoris missio, han recordado la necesidad de un compromiso cristiano con el anuncio del Evangelio. Jesús invitaba claramente a quienes se iba encontrando, con una palabra inequívoca: Sígueme.
 
Por otra parte, esta invitación fue a veces en vano, como en el caso del joven rico, sin embargo, Cristo no se abstuvo de invitarle a seguirle (Luc, 18, 22). San Pablo enseña que la fe viene por la predicación (Rm 10, 17), no sólo mediante un testimonio de vida, aunque ese testimonio constituya un presupuesto necesario.
 
El Opus Dei propone unos ideales elevados, hoy en una sociedad que no es cristiana, y yo espero que la Prelatura continuará haciéndolo siempre. Se requiere un minimum de espíritu rebelde, gusto por la independencia, pero también la generosidad del que aspira a hacer algo por los demás.
 
La Iglesia por consiguiente y, en su seno, el Opus Dei, como una pequeña partecita-, siguiendo a Cristo, habla a los jóvenes. Es sobre todo el mismo Cristo el que habla a cada uno.
 
Evidentemente, un compromiso con el Opus Dei supone un largo itinerario de conocimiento mutuo, mucho tiempo, para llevar a cabo una iniciativa que es siempre personal y única, como cada persona a los ojos de Dios. La respuesta de cada uno es libre; pero no se puede responder si no se hubiera planteado la cuestión; el hecho de plantear un proyecto de vida se inscribe en el ámbito de la caridad; hacer algo con la propia vida, algo útil para los demás.
 
¿Por qué extrañarse de esto en una época como ésta, en la que todas las organizaciones humanas hacen un proselitismo que resulta con demasiada frecuencia excesivo o agresivo? Piense en el marketing, en las campañas publicitarias, en las operaciones de sensibilización acerca de un problema de la sociedad, cuando se trata de reclutar personas para determinados empleos, de conseguir una cuota de mercado, de aumentar el número de suscriptores de un periódico o de fidelizarlos, de disuadir a los fumadores o de insistir en la prudencia en la carretera, por no mencionar otros aspectos, que a veces suponen hostigamientos, ni mucho menos inocentes.
 
Muchas personas, quizá por una humildad mal entendida, no se atreverían a plantearse el encuentro con Dios en el trabajo en su vida ordinaria si nadie le hubiese abierto esas perspectivas. Cristo se ha encarnado para todos, no solamente para unos cuantos iniciados. ¡Este es un mensaje que no se puede ocultar!
 
Jesús F.






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