¿Es Samuel una estrategia más de la Oficina de Información del Opus Dei?.- Trini
Fecha Wednesday, 21 June 2006
Tema 100. Aspectos sociológicos


            Me había prometido no hacer ni caso a los escritos de Samuel. Sobre todo por el tono de sus discusiones, que considera y respeta a las personas tan poco que, detrás de tanta argumentación racional, evidencia una cerrazón emocional que convierte en pérdida de tiempo cualquier intento de verdadero diálogo. Pero también porque, según iba siguiendo sus debates, cada vez me convencía más de que no podía tratarse de ningún personaje real, con sentimientos, sino de un montaje de la Oficina de Información del Opus Dei que, muy preocupada por los artículos de fondo y la documentación secreta que últimamente están publicándose en Opuslibros.org, esté tratando de distraer la atención de los lectores hacia otras cuestiones, así como de desacreditar esta Web antes los posibles lectores de la Jerarquía de la Iglesia, dando la impresión de que se trata de un foro de resentidos anticatólicos.

 

Sin embargo, como el personaje, al resultar desacreditado por sus propias actitudes, ha anunciado por fin su marcha a otros pagos, deseo hacer un ruego-sugerencia a los de la Oficina de Información del Opus Dei encargados del seguimiento de este Website. No voy a pedirles que, a la hora de pergeñar al sustituto de Samuel, tengan compasión de tantos sufridos visitantes de esta página, que ya padecieron lo suyo por la falta de caridad con que esta institución suele tratar a los que no entran en el ámbito de sus intereses. Simplemente les rogaría que piensen si un personaje así, tan odioso, es el que más les interesa que aparezca como paladín de esa supuesta ortodoxia católica.

 

Pues, con ese talante, más que de ortodoxia, habría que hablar de microdoxia, como dice Raimon Panikkar en la excelente entrevista de Cristina Carrillo de Albornoz que aparece en “XL Semanal”, 973 (18-24.VI.2006) 46-52: “Los microdóxicos son los que empequeñecen la doctrina, la reducen” (p. 50). Una manera de reducir el Evangelio es olvidar el Amor y quedarse en un mero conjunto de dogmas, ritos y normas. Entonces es muy fácil caer en el fanatismo fundamentalista. Pero, como advierte Panikkar, “hay que tener muy claro que una fe fanática no es fe. Es solamente fanatismo” (p. 52).

 

No, responsables de la imagen institucional de la Obra: actitudes como las del personaje Samuel no contribuyen a una buena imagen de la Prelatura, tan deteriorada ya. El Código Da Vinci es un reflejo del cliché cultural tan arraigado que existe sobre el Opus Dei. Y, ya que he mencionado esa entrevista a Panikkar, también me ha parecido significativo en este sentido que la periodista se sorprendiera de que alguien de la categoría y apertura mental de Raimon Panikkar estuviera en el Opus Dei en algún momento de su vida.

 

Si la sorpresa de la periodista me ha parecido ilustrativa, la respuesta de Panikkar me ha parecido la de alguien sabio y admirable: “Cuando entré en Opus Dei, no tenía ni siquiera nombre; era un grupo de amigos con un ideal: vivir el Evangelio (del cual estoy cada día más enamorado) en la vida. Luego se institucio­nalizó y su fundador aspiró a convertirlo en organización” (p. 52). Me suscita admiración que ya en los años 50, cuando los que rodeaban al Fundador le tenían mitificado, fuera capaz de diagnosticar la nefasta mutación: de ideal vivido, empezando por ser verdaderamente amigos, a organización fría y esclerotizada. Pero me admira aún más que un hombre, que tuvo que padecer el mobbing a que fue sometido por su excepcional valía intelectual, y del que cuenta una pequeñísima parte Mari Carmen Tapia, haya sabido responder tan serenamente, sin resabios ni resentimiento.

 

                                                           Trinity







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