Mil gracias, Oráculo.- Bastian
Fecha Wednesday, 21 June 2006
Tema 040. Después de marcharse


Oráculo:
 
Mil gracias por tu entrañable mensaje del día 19 de junio. Meditaré tus palabras y ese "virtus mea et refugium meum Dominum est" que es todo un proyecto de vida.
 
Para quienes como a mí, de vez en cuando se le aparezcan los demonios anteriores y la infeliz estancia en el Opus Dei altere el sueño y llene de pesadillas nocturnas, brindo, al estilo de los excelentes consejos de Oráculo, la posibilidad de paladear la bellísima poesía-oración que Dámaso Alonso compuso en honor de la Virgen María ("A la VIrgen María") y que termina así: "Virgen María, madre/dormir quiero en tus brazos/hasta que en Dios despierte", y que copio a continuación (no sé si con algún error, por lo que pido dispulpas).
 
Y un fuerte abrazo a Oráculo con mi doble agradecimiento.
 
Bastián.
 

A LA VIRGEN MARÍA

 

Como hoy estaba abandonado de todos,
como la vida

(ese amarillo pus que fluye del hastío,

de la ilusión que lentamente se pudre,

de la horrible sombra cárdena

donde nuestra húmeda

orfandad se condensa)

goteaba en mi sueño, medidora del sueño,

segundo tras segundo.

 

Como el veneno ya me llegaba al corazón.
mi corazón rompió en un grito,
y era tu nombre,

Virgen María, madre.

(Treinta años hace que no te invocaba.)

 

No, yo no sé quién eres,
pero eres una gran ternura.

No sé lo que es la caricia de la primavera
cuando la siento subir como una turbia marea de mosto,
ni sé lo que es el pozo del sueño
cuando mis manos y mis pies con delicia se anegan,
y, hundiéndose, aún palpan el agua cada vez más
humanamente profunda.

 

No, yo no sé quién eres, pero tú eres
luna grande de enero que sin rumor nos besa,

primavera surgente como el amor en junio,

 dulce sueño en el que nos hundimos,

agua tersa que embebe con trémula avidez

la vegetal célula joven,

matriz eterna donde el amor palpita,

madre, madre.

 

¡Que dulce sueño en tu regazo, madre,

soto seguro y verde entre corrientes rugidoras,

alto nido colgante sobre el pinar cimero,

nieve en quien Dios se posa como el aire del estío,

en un enorme beso azul,

oh tú, primera y extrañísima creación de su amor!

 

Déjame ahora que te sienta humana,
madre de carne sólo,
igual que te pintaron tus más tiernos amantes;
déjame que contemple, tras tus ojos bellísimos,
los ojos apenados de mi madre terrena;
permíteme que piense
que posas un instante esa divina carga
y me tiendes los brazos,
y me acunas en tus brazos,
acunas mi dolor,
hombre que lloro.

Virgen María, madre,
dormir quiero en tus brazos
hasta que en Dios despierte.









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