Nota para Bastian por su correo del 14 de junio.- Oráculo
Fecha Monday, 19 June 2006
Tema 040. Después de marcharse


               Muy querido Bastián:

            Me siento movido a escribir unas líneas, no tanto porque tú hayas dicho palabras amables de mi persona, ni porque “mis afectísimos hermanos en Cristo” nos hayan hecho parientes, primos o hermanos, de lo cual me siento honradísimo, sino por otra razón más importante.

            La lectura de alguno de tus correos me hace entrever heridas hondas “recibidas en combate” —que aún siguen doliendo— y que yo desearía suavizar o sanar, si en mi mano estuviera alguna capacidad de consuelo. Y más, cuando confiesas una edad que de los demás reclamaría respeto delicado y doble reverencia, elementales muestras de un agradecimiento que en justicia te es debido. Entiendo tus reacciones porque, como sujeto pasivo, sé lo que es que otros abusen de la propia sinceridad y que luego sus voces no suenen como “campana fundida con el buen metal”. No es mucho lo que puedo aportar, sólo mi experiencia de la vida, pero hoy deseo que la compartamos juntos. De mis anotaciones espirituales copio ahora una sola, por si te ayuda. Redactada hace tiempo, decía así:

 

Nota aclaratoria sobre el ahogar el mal en abundancia de bien. “Ahogar”, sí, pero con el bien que brota y mana del corazón propio por la acción de la gracia. Significa también no permitir que me manche ni salpique el mal que hacen los otros. Y esto sucede cuando las obras malas o injustas de los demás consiguen introducir en mí la desazón, el pesimismo desabrido o la amargura. El diagnóstico sobre cuándo se ha producido esto en uno es fácil, y por eso también es fácil poner remedio. Y éste no es otro que una custodia vigilante del amor afectuoso de y al Señor y a su Madre, en todo momento y en todas las cosas, guardando la serenidad y la paz interior, porque virtus mea et refugium meum Dominus est!

 

         ¡Para qué mirar al lado oscuro, donde sólo encontramos las negruras de un muro de sombras! A mí, con frecuencia me viene al alma el runrún —pero sin brusquedades— de un ritmo sudamericano que sonaba por los altavoces de un aeropuerto, cuando viajaba no recuerdo hacia donde: ¡Oye, mira hacia arriba, mira las cosas buenas que tiene la vida! Hay ahí algo de la alegría divina vital, que me hace rezar, y de inmediato me brota un mirar amable hacia todos y todas las cosas. Mi deseo para ti es que no te salpique ni manche el acíbar del mal ajeno y que nada te haga perder la calma, la paz, la serenidad del espíritu, la benevolencia interior con todos. Y estoy seguro de que así será: Dios te ayudará, porque te ha fundido con buen metal.

 

           Oráculo









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