Sobre numerarios (Cap.2 de 'Bajando de la nube').- Flanpan
Fecha Wednesday, 04 February 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos



Sobre numerarios

Cap.2 de 'Bajando de la nube'
Por Flanpan


Os decía que a lo largo de los años de carrera y de Colegio Mayor, había ido definiendo mi propia Personalidad de Numerario, y que por ella, pienso que me habían buscado un destino recatado. Pero lo de la Personalidad de Numerario merece un capítulo aparte...

Creo que todos -me encanta decir "creo", cansado de mi tic interno de sustituirlo siempre por "pienso": ¡hasta en el estilo de redacción llegaban las uniformidades!-, creo que todos, decía, sabemos y hemos notado lo que es la "química" en las relaciones ("el trato" según el "estilo propio") personales: ves a alguien, un jefe, un cliente, un camarero,... e interiormente y sin darte cuenta, le otorgas una aprobación o reprobación previa. En la Opus ocurría algo semejante. Llegaba el nuevo director del centro, y... ¡mierrrrrrda!, ¡vaya tio más pureta y proto! O en un curso anual, de esos de hidropedal y langosta en la cena de Navidad, veías bajar a unos tíos de un coche en el día de llegada y te decías ¡esto promete... vaya tíos cachondos! Al final, en la situación en que estuvieras, al poco de convivir con alguien, te dabas cuenta de qué Personalidad tenía. Y la verdad es que aunque las generalizaciones pueden ser inexactas, al final hay unos tipos que siempre se repiten. Algunos de los distintos grupos que se podían distinguir eran:

Numerario Pijo. Dícese de aquel numerata que vestía (eran otros tiempos) con cazadora "burberris", zapatos "sebagos", polos "lacoste", engominados o no, y con colonia "pacorabane". Más tarde cambiaron los "sebagos" por los "lotuses", pero lo de las marcas da igual. El resultado era que iban siempre muy limpios y guachis, con las rayas de los pantalones hiperplanchadas, y las chaquetas de pura lana sobre los hombros, todo siempre de muy buena marca. Entre estos cabía distinguir los numes Pijos Mandamases y los numes Pijos Mandanada. Los Mandamases, eran o bien de la Delegación o de la Comisión, o bien supermatadoresnumerosuno de algunos centros. A estos había que añadirles a su vestimenta un pedazo de pluma, por supuesto Montblanc nosequé, y por supuesto no se sabe de donde había salido. Con estos Mandamases ¡mucho cuidado! Te miraban con superioridad, y si te cogían por el codo y te decían "tienes un momento", había que temblar. Los Mandanadas eran pura fachadilla y poco más.

Numerario Pobre. Estos eran los que además de estudiar la carrera trabajaban de lo que fuera en sus ratos libres, ya que sus padres no les podían o no les querían mantener. Eran pobres pero honrados. Colonia S-3, ropa muchas veces de "recuperación" (un armario insondable), y sonrisa eterna. Eran tíos con un par de "guevos" que cuando tu estabas tomando el sol en la piscina, ellos estaban recortando el seto del jardín. Ejemplares y muy entregados.

Numerario Raro, raro. Lo de raro es más antiguo que el Doctor. ¡Vaya tíos raros! Esta clasificación tendría muchas subramas: el de las extrañas enfermedades, el de los expertos en apariciones marianas y el más allá, el que nunca hablaba y casi no se veía, el que estaba siempre en el centro y no se sabía a qué se dedicaba. Para ser "gente corriente" hay que ver la cantidad de "gente rara, rara, rara" que se concentraba. Mucha más que en "mundo exterior", desde luego.

Numerario Famoso. Algunos numes eran famosos, muy famosos dentro de la Obra. Todo el mundo sabía de ellos. Que si en el Univ había hecho esto o lo otro; que si en tal ocasión había... Daba igual. Podía ser famoso por haberle pitado diez o por haber hecho diez carreras. El caso es que era alguien de quien uno podía tener a gala haber conocido y "tratado".

Numerario Pureta. Los tipos se mezclan, y podría ser a la vez Pijo, Pobre o Famoso. Pero era de esos que iba siempre con la Finocam en una mano y el Rorario en otra, rezaba siempre "las tres partes", no fallaba en el beso a la cruz ni en la carta mensual al Pater, y si soltabas un taco o un chiste "verde" te hacía una "corrección". Había que evitarlos en los cursos anuales, y si se te apuntaba a una excursión la habías cagado, porque ni baño en la playa, ni tapeo con pescadito, ni na...

Numerario "Progre". Estos eran los que se había apuntado a la "libertad de espíritu". No hay que confundir con los numes Cachondos, que eran los que se limitaban a hacer gracias en los "chous", pero que acabados estos podían ser los más férreos "patanegra". Los Progres las procuraban matar callando. Conseguían ir a los mejores cursos anuales, se montaban las mejores excursiones "alternativas", desaparecían las fiestas después de la Bendición, y llegaban justo para el comienzo de la tertulia de la noche. Los planes podían ser ir a montar en avioneta, asistir a la fiesta privada de una empresa, acudir a una montería o a la matanza de un cerdo, ir a la finca de un super a montar en sus purasangres o irse de cachondeo al pueblo más cercano a jugar al mus y jartarse de güisqui. Los planes también se podían alargar, y entonces se llamaban "convivencias": Esquí en Sierra Nevada, Perú Solidario, Venecia Clásica,... Pero además de "planacos", los Progres lo eran de verdad. Pensaban de otro modo, y eso hacía que vistieran, hablaran, se relacionaran y comportaran de otro modo: más "normal", más del "mundo". ¡Hasta algunos parecían gente normal de la calle! ¡Hay que ver qué progresía! ¡Atreverse a vestirse y comportarse como uno de "fuera"! También los había "progres" pero con minúscula: estos eran como los Progres pero con menos "planacos", lo cual no impedía que en cuanto se conocían o coincidían sintonizaban automáticamente.

Me he extendido un poco, pero lo que quería decir es que dentro de la Opus, el ganado lo éramos de los más varipinto, y que los que sintonizabamos en una misma onda solíamos juntarnos en cuanto había ocasión. Como "desde arriba" se acaba viendo todo, al final "te ven venir" y te intentan reconducir.

En mi caso, yo podría encasillarme dentro de los "progres", y pienso que me cambiaron de ciudad para ver si "con el inicio de la vida profesional (en una dele!) se me asentaba un poco la cabeza". De hecho, me decían muchas veces que tenía que dejar de "jugar a hacer la Obra" y tomármelo en serio. Nunca entendí bien lo que eso significaba: ¿ir con la americana encima de los hombros?

Pero el resultado de mi traslado a la nueva ciudad, lejos del ambiente donde siempre había estado, me abrió las puertas a un mundo sin estrenar. Como ya son horas de comer, lo dejo para nueva ocasión.

Tobecontinued





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