Más sobre Teruel.- Tolorines
Fecha Wednesday, 04 February 2004
Tema 010. Testimonios


Más sobre Teruel:

Hola orejas:

El correo de ACD (3/02/04) sobre Teruel me ha devuelto a una época de mi vida de la que guardo muy buenos recuerdos. Yo pasé 5 veranos en Teruel (del 79 al 83, ambos inclusive). No lo he contrastado con nadie, pero estoy seguro que era el semestre "más cutre" de toda España, pero nos lo pasábamos cojonudamente. En ese lugar se reunía la nobleza baturra y el "señoritismo" de los que allí estábamos. Varios episodios merecen ser recordados:

Allí todo era provisional e improvisado. Los manuales oficiales (Construcciones, criterios, praxis) eran extraños a aquel lugar. Unos quince días antes de empezar el semestre, se organizaba una avanzadilla del centro de estudios para acondicionar el lugar.Todos estábamos locos por apuntarnos.Ibamos en la furgoneta de Albalat o, dependiendo del número de miembros, en un Autocar alquilado al efecto. La carretera, por aquel entonces, era mortal, y muy especialmente el famoso "Rabudo", un puerto que fue durante mucho tiempo un punto negro. Yo estuve en varias de esas. Uno que hacía cabeza "ad casum", un sacerdote y una quincena de jovenzuelos recién salidos de exámenes, constituíamos el improvisado centro durante esa quincena. Lo primero que hacíamos era "montar" los oratorios con dos altares portátiles y dos sagrarios minúsculos. El presbiterio era una tarima casi de tablao flamenco. No invitaban precísamente al recogimiento, pero poníamos tanta ilusión que seguro que el Señor se encontraba a gusto. Los bancos y los reclinatorios eran de "mérito" y los ventanales se cubrían con unas corinas verdes de pana realmente horrorosas. Aquello tenía un regustillo de los "primeros tiempos". Esos días de preparación del semestre eran agotadores y a la vez divertidísimos: no había rigidez,mucho trabajo de acondicionamiento, mucho deporte, mucha tertullia, mucho vino y mucho jamón.

El menor san Pablo era propiedad de un supernumerario muy amable y que tenía una hija que estaba cojonuda (os juro que entre varios lo comentamos). Su mujer era como la de Colombo (nunca la ví). Acudía (el propietario) de vez en cuando a Misa y desayunaba con nosotros. Entre tanto numerario, ponía cara de estar en la gloria.

El "catering" del san Pablo merece un capítulo aparte. Lo llevaba un hombre mayor, de esos formados en la Universidad de la Calle, poseedor de una peculiar filosofía vital, al que llamábamos Sr. Cirilo (con el nombre ya os podeis hacer cargo del tipo de personaje). Basto y noblote donde los haya. No seguía ni el más mínimo criterio dietético para elaborar los menús: Potajazos, fritangas, huevos fritos y "bombas de profundidad" (chorizo del Aragón "recóndito"), tacos de jamón de calibre 4x4 centímetros, chistorra, pimientos fritos, corderazo, extraños aliños y aderezos, monumentales tomates, sospechosos quesos. Los aperitivos de los domingos y días de fiesta se componían, invariablemente de lo mismo: Bebida: cerveza, coca-cola (o cola de alguna marca local), vino tinto del que después hablo; comida: cacahuetes fritos con su piel, bandejitas de longaniza de aragón y tacos de jamón de la Tierra. Y en las comidas te endilgaba (como diría Satur) un tintorro "Cariñena King Size" de 16 grados, fresquísimo, celestial y de "latigazo" o "cola de cocodrilo" en palabras de Sinhué el Egipcio, servido en botellas o de agua, o de leche o de zumo. Todo un espectáculo. Parecía como si en cualquier momento hicieran su aparición por la puerta Pepe Isbert, Manolo Morán y José Luis Ozores. Ni que decir tiene cómo transcurría el tiempo de la tarde; a todos se nos cruzaban las líneas de los apuntes, y, como por arte de magia, algunos desaparecían misteriosamente a retirarse a sus aposentos. La arquitectura del lugar (como después indico, lo permitía).

Los desayunos, como bien dice ACD, no eran precísamente "eduardianos". El pabellón estaba compuesto de dos o tres plantas y las habitaciones tenían nombre de pueblos de Teruel (Albarracín, Alcañiz, Guadalaviar, Andorra, Monteverde...). Era tan grande que a veces se hacía inaccesible al control de los directores, por lo que proliferaban las tertulias piratas, eso sí, previo forzar la puerta de la cocina (había verdaderos Macgiver en ese sentido) y proveernos de comida y bebida. Para evitar interferencias, incluso ya pactábamos la corrección fraterna para el día siguiente. Pasaba una semana y apor otra tertulia. Esas tertulias eran muy variadas en cuanto a sus componentes. Normalmente había un par de primer año, varios de segundo año, y siempre, siempre, algunos que venían a Teruel porque no habían podido acabar el semestre a tiempo (estudiaban carreras difíciles: Ingeniería, Arquitectura)

El apartado deportivo también merece tratamiento separado: en efecto, jugábamos a fútbol en Santa Emerenciana (ya os vais dando cuenta: Cirilo, Emerenciana), estadio municipal del Teruel, y recuerdo un partido amistoso contra el Teruel en el que jugaba LUIS MILLA (que después triunfaría en el Barça, Real Madrid y Valencia). Existía también un penoso campo de tenis (de asflato, con piedrecitas, y en el que nacen malas hierbas, de esas que nacen en las grietas del asfalto de las urbanizaciones baratas), una piscina gélida(eso sí, con su solarium) y una pista de frontón. El campo de baloncesto, también era de asfalto (tipo lija del 23), y las pelotas de basket acababan todas desconchadas y erosionadas. En la hora del deporte descargábamos toda la adrenalina. Los partidos de fútbol se jugaban muy en serio (férreos marcajes, discusiones, empujones, faltas de primera división). Recuerdo un sacerdote bien parecido (de él decían que llenaba las meditaciones de la sección femenina y que luego, por ello, oye, lo sustituyeron), sevillano, más chulo que un ocho: Ray-Ban, espinilleras, Sebago, gomina, en fin, un tipo maqueado y muy simpático. Pues ese, en los partidos de fútbol se transformaba completamente, sacaba el "Pelé" que llevaba dentro. Parecía que le iba la vida en cada balón y cuando le decías "Don X, páseme el balón", contestaba "en el campo me hablas de "tú", coño, de "tú"). Era un verdadero sabio del balón: colocaba la defensa, sugería los marcajes al contrario, hablaba del ¡¡¡ 4-4-2¡¡¡ y siempre llevaba consigo, junto al Breviario, el Reglamento de Fútbol, edición de Pedro Escartín. Un verdadero forofo.

Las habitaciones podían ser individuales o colectivas (con 3 ó más). Las camas eran modelo "ALMEJA", esas que, en cuanto de empiltras notas como el cólchón se te "abraza" por ambos lados (por eso, algunos también las bautizaron como "PITÓN"). Las últimas semanas del semestre (ya en Septiembre), había que desenfundar las pieles y las mantas porque en Teruel hace un frío "que pela el cutis". Por cierto, en pleno invierno, con otro numerario (ahora es sacerdote) y dos amigos más (uno por barba), fuimos al Javalambre. No he pasado más frío en mi vida. Tanto es así que al llegar arriba, y tras calmar a un pastor alemán tipo "armario", nos dejaron calentarnos en las instalaciones de un repetidor de TVE que allí había. Nos invitaron a café y todo. Gracias TVE.

LAS EXCURSIONES: Cada jueves íbamos de Excursión. Había dos opciones y te apuntabas a la que más te apetecía. El Sr. Cirilo nos daba el avituallamiento (muchos bocatas acababan en la cuneta) y en un desvencijado autobús (trabajo a destajo para los ángeles custodios), partíamos hacia nuestro destino. Recuerdo, varias con especial afecto: Bronchales, con toros bravos y todo(ya podeis calcular las ganas de sacar la "españolidad" que todos teníamos); Albarracín; Monasterio de Piedra; una a Zaragoza; Molina de Aragón.... También íbamos a Torreciudad a las ordenaciones de ese año; imaginaros, salir casi de madrugada, bocata va, bocata viene, llegar a mediodía, hospedarnos de cualquier manera en la EFA de El Poblado y al día siguiente ceremonia, apretujados y con un calor de justicia, y vuelta a Teruel en la tartana. Era divertido porque todos, o casi todos teníamos algún conocido de su época de laico y presumiamos del tuteo.

LOS SHOWS: El san Pablo disponía de un magnífico Salón de Actos, en el que celebrábamos los denominados SHOWS: Como bien dice ACD, se preparaban con primor. Auténticos montajes de efectos especiales, cuerdas, improvisadas tramoyas, buenos instrumentos eléctricos, una batería, etc... De haber seguido en la vena artística, seguro que alguno de los que allí actuaba hubiera llegado lejos. De verdad, una gozada. Recuerdo un año que no sé quien, decidió organizar un concurso de jotas, así en plan puertas abiertas: "CONCURSO DE JOTAS ORGANIZADO POR EL CURSO DE HUMANIDADES". Se montó un escenario (de cierta seriedad) en el campo de baloncesto, y como quiera que se pactó el patrocinio con alguna institución local (ayuntamiento o diputación, no recuerdo), ese concurso tuvo mucha repercusión en todo Teruell. Uno de los reclamos era que acudiría el que decían era el mejor cantante de jotas de todos los tiempos, "el pastor de Andorra". No veas como se puso la platea del basket "abarrotaaaaa". Creo recordar que al final el pastor de Andorra no pudo acudir, aquejado de una dolencia en la garganta. Cosas de las grandes estrellas... Creo recordar que tuvo que saltar al escenario el director para dar una explicación a la muchedumbre enfurecida.

Por cierto, en aquella época se insistía mucho en la necesidad de sacrse el carnet de conducir. Muchos optaron por intentarlo en Teruel. ¡¡¡Menuda idea¡¡¡. Poquísimos aprobaban. Imaginaros, una ciudad histórica, de callejuelas estrechas y empinadas, con adoquinado tipo Primo de Rivera. Un verdadero calvario.

Con lo anterior no quiero decir que todo fuera juerga y sarao, cachondeo y libre albedrío. Nos daban clases de filosofía, y nos valíamos de unos apuntes "internos" encuadernados de diferentes colores, verde (metafísica), celeste (gnoseología), y rojo (ética general y ética especial), entre otros que ahora no recuerdo. Allí había de todo: desde "Aristotelilllos" en plan "repelente niño Vicente", a otros que hacíamos lo que podíamos y que sólo nos quedamos con aquello del "principio de no contradicción" del que, por cierto, no recuerdo ni su enunciado. De lo que sí me acuerdo es del argumento ontológico de San Anselmo; ahí va, en plan llanote: "Si por Dios entendemos un ser perfecto y bueno, es cualidad necesaria de la perfección y la bondad, SU EXISTENCIA". Como sabeis, el ACETATO se cargó posteriormente ese argumento. Contraargumentar a KANT era obsesivo; qué mal llegó a caerme ese hombre. Especialmente farragosas y pastosas me resultaron las clases de Historia de la Filosofía Medieval que las impartió un numerario mayor (de esos que venían a dar las clases -quince días- y se iban). Voluntarioso el chico, pero atorrante, cansino, monótono, antiguo el pobre, medieval como la asignatura; el tío más soso que me he echado a la cara, y eso que era andaluz. Menudo lío me armé; Maimónides, Duns Scotto, Averroes, los Traductores de Toledo, yo qué sé.

El rezo del Rosario, en efecto, se llevaba a cabo entre la pista de baloncesto, el pórtico de entrada, jardincillos de los aledaños y alguna otra dependencia. Todos dando vueltas, rosario en mano. Parecíamos esos que dan vueltas en La Meca a la tumba (el piedro negro ese) de Mahoma. De vez en cuando se "despistaba" algún noble ciudadano turolense, o algún proveedor de la cocina, o el mismísimo Sr. Cirilo que, para no desentonar, se santiguaba con besito en la boca y todo. En el fondo era divertido. El que dirigía el Rosario tenía que hacerlo a grito pelado y procurando pasearse por todas las dependencias para favorecer la audición de todos los orantes, tal y como dispuso San Domingo de Guzmán.

Recuerdo especialmente las tardes después de la merienda. Había planes para todos los gustos. Parejas de numerarios haciendo la charla caminando, agenda en ristre (eso era así porque las habitaciones de dirección tenían "servidumbre de oído"); otros rezando una parte del rosario; unos terceros haciendo "arreglos" por toda la casa; algunos jugando una "pachanguita" de baloncesto; había quien optaba por ir a Teruel para darse un "golpe" o "calichazo" como después se dijo. Y para terminar quiero contra una anécdota: En el Hall de entrada había un tablón de anuncios de corcho en el que una mañana apareció una esquela, anunciando la muerte de PEPE FRUTOS. Pepe Frutos era un chico ficticio, de esos a los que Satur llama LUIS MERNABO y que, al parecer, había aflorado con ocasión de alguna de esas listas que se confeccionaban y de las que ya se ha hablado profusamente en la página.

La verdad, no puedo decir nada malo de mis veranos en Teruel. Todos nos ayudábamos, nos dejábamos la piel por la labor y guardo buenísimos recuerdos. Todos, absolutamente todos, nos hicimos al lugar. Años más tarde volví a Teruel con mi mujer y mis hijos y, la verdad, se me humedecieron los ojos al recordar aquellos veranos tan atípicos, tan improvisados.Siempre seré en defensor de Teruel.

TOLORINES







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