Mi última carta al Padre, rfloress
Fecha Monday, 29 May 2006
Tema 010. Testimonios


señor Escrivá:

 

  Tal y como te decía en la anterior, de tí prefiero no saber absolutamente nada: es increíble tu capacidad manipuladora, unida a tu habitual  capacidad de mentir, siendo acompañado en todo  ello por la cohorte de tu nefasta “familia sobrenatural”.

 

  De mi parte, yo me considero muy afortunado a veintiún años de que tus “hijos” me hicieron el inmenso favor de tirarme fuera de la institución, sin que hubiera mediado ninguna razón de mi parte: tardé tiempo en comprender que ya no les era útil porque empezaba, entonces, a vislumbrarme como una persona libre con perfecto derecho a ser auténticamente yo mismo, lo cual me separaba automáticamente de ustedes, los explotadores inescrupulosos de la carencia de pertenencia y de la baja autoestima, que son ataduras del alma formadas a lo largo de la vida, y  que a mi me convirtieron en presa fácil de ustedes, los explotadores de la debilidad  humana.

 

  Ahora mi vida es totalmente distinta: me pertenezco, lo cual significa muchas cosas importantes que –estoy absolutamente cierto- ustedes ni siquiera imaginan: soy responsable de mi vida, carezco de escudos protectores o aisladores que me proporcionen “responsabilidad colectiva”; soy –por lo mismo-, auténticamente feliz, merecidamente feliz; soy libre de todas las maneras posibles: intelectual , moral, psicológica,  económica, geográfica, etc.

 

   Pero lo más asombroso de todo, es que aún no alcanzo a comprender cómo pude pasar prácticamente  ¡veintiséis años!  entre ustedes,  sumergido en una nebulosa de engaño y manipulación tan espantosa; siendo lo que ustedes querían que fuera  -es decir, no siendo-;  pensando y hasta sintiendo  ser feliz:  no comprendo a través de qué mecanismos pueden ustedes relacionar esa espantosa mascarada con Dios, como pueden manejar arbitrariamente a tantísimas personas haciéndolas creer que están amando y sirviendo ¡a Dios!, cuando sólo están destruyendo su posibilidad de ser personas y, con ello precisamente,  hijos de Dios.

 

  Gracias le doy a Dios por haberme librado de ustedes: debí estar muy mal para caer en sus manos y permanecer tanto tiempo allí. Los veintiún años que me apartan   han ido aclarando,  poco a poco,  mi proceso y sus procedimientos.

 

      Espero estés gozando merecidamente de tu cielo,  “san”  josemaría.









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=7772