Sanación e Iglesia.- Petete
Fecha Wednesday, 24 May 2006
Tema 040. Después de marcharse


Hace un par de semanas enviaba Satur un escrito que versaba sobre la tentación de la nada. Aunque no recuerdo con exactitud el contenido del mismo, sí recuerdo, con una extraña memoria somático-psicológica, el desasosiego que se me quedó en el cuerpo y que, cada vez más, me invade al enganchare semanalmente a opuslibros.
 
Ese desasosiego no proviene de muchas de las críticas que aquí se vierten contra el Opus, sino de lo que yo llamaría una suerte de deriva anti-eclesial, que, a la postre, puede acabar desembocando en una negacion de la realidad en cuanto realidad.
 
Si la crítica al Opus (y a cualquier otra institución, realidad, etc.) no se consigue hacer desde una afirmación fundamental sobre la bondad primordial del ser, de la creación o del mundo, entonces uno puede desembocar, finalmente, en el sectarismo, la anarquía y el nihilismo. A veces pienso que si uno no vive convencido de que el mundo es muy bueno y de que, misteriosamente, implica una verdad defintiva, entonces es preferible abstraer, olvidar, relegar a categoría de pesadilla, la temporada en el infierno que haya podido suponer la pertenencia al Opus.
 
No puedo en estos momentos expresar con mayor claridad mis razonamientos. Tal vez quepa ilustrar lo que quiero decir, remitiéndome a otro tipo de experiencias. Parece, por ejemplo, que los campos de concentracion nazi supusieron para los que sobrevivieron, no un trauma puntual, sino la pérdida de esa confianza fundamental en el ser y en el bien. Si muchos de los que sufrieron aquella terrible experiencia fueron incapaces de contarla después es, precisamente, porque no pudieron recuperar un optimismo fundamental que dotara de sentido a la narración de su tortura. Si mi experiencia en el Opus se saldó con, paradójicamente, la pérdida de la confianza fundamental en la bondad del mundo, cualquier iniciativa que tome posteriormene (también la de criticar a la institución a la que pertenecí) difícilmente tendrá sentido mientras no sea capaz de recuperar esa serenidad primordial, ese optimismo radical.
 
Ahora bien: la recuperacion de la confianza fundamental en la bondad del mundo no admite, en modo alguno, sucedáneos o recursos escapistas o voluntarismos. Para poder recuperar ese optimismo fundamental, esa confianza y serenidad primordiales que me permitan hacer un relato de mi muy doloroso pasado sin caer  en el nihilismo, no basta con recurrir a realidades de este mundo. Un falso absoluto, todo lo angustioso, sofocante y desequilibrante que se quiera, no puede ser curado con el relativismo, o con la afirmación de cualquier comportamiento, independientemente de su valoración moral, sin más fundamento de que el falso absoluto los ignoraba o los elevaba a tabú.
 
El falso absoluto no admite más remedio que el verdadero absoluto. Mi horrible pasado en el Opus no se cura solamente con su sustitucion por un presente lleno de relativos bienes. Por supuesto que hay vida después del Opus. Pero del Opus no me curo si solo hay vida. Tiene que haber algo más, es decir, Algo más. Mi crítica al Opus no puede ser serena o pacífica desde la relatividad de los bienes (ciertamente reales) de este mundo. Sólo puede ser pacífica, serena, con pleno dominio de sí misma, desde ese Absoluto que me garantice que no me pierdo.
 
Pues bien: en este mundo la crítica completa, radical, definitiva al Opus (y a cualquier institución) no es posible. La última palabra sobre el Opus no la tienen los hombres; ni siquiera la tiene la Iglesia; la tiene Dios y sólo Él. Pretender que el Opus es un error que la Iglesia puede remediar perfectamente es un imposible que no tiene sentido exigirle. No quiero con esto excusar a la Iglesia o a algunos de los miembros del colegio episcopal de omisiones graves. Lo que quiero decir es que una Iglesia perfecta, con la perfeccion de Dios, además de utópica, resultaría inhumana. Si quisiera usar ironía fácil, diría que no me curo del Opus con más Opus. La Iglesia es Signo. Pero no es el SIGNIFICADO; y a mí, lo que me puede curar no es el signo sino el Significado.
 
Petete.








Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=7733