Carta abierta a Carmen Charo.- Roberto
Fecha Wednesday, 24 May 2006
Tema 040. Después de marcharse


Carta abierta a Carmen Charo

 

Roberto, 23 de mayo de 2006

 

Querida Carmen Charo:

 

Perdona, pero dado que, aún siendo una cuestión personalísima, has hecho pública tu decisión de abandonar la Iglesia, creo que quienes participamos en esta web tenemos derecho a dar nuestra opinión al respecto.

 

Sinceramente, creo que cometes un error (aunque espero que tu decisión no sea definitiva). Tu mensaje me ha dolido de modo especial porque, aún sin conocerte, desde que escuché tu entrevista radiofónica, hace un mes, te tengo especial simpatía. En esa oportunidad describiste, con gran sencillez y sin exageraciones, algunas de las prácticas abusivas del Opus Dei.

 

Para tu decisión de dejar la Iglesia, invocas el hecho de que ésta no ha tomado medidas luego de la carta de 50 ex-miembros. Perdona, pero tu reacción me recuerda la actitud de quien dice no creer más en Dios porque ha perdido a un ser querido (por ejemplo, a un hijo pequeño), como si antes de ese acontecimiento dramático no hubiera sabido que tal cosa podía perfectamente ocurrir. Ya todos sabemos que la Iglesia es lenta (e incluso muy lenta) en sus actuaciones, sobre todo cuando el objetivo es sancionar a alguien, y más aún si se trata de colocar en el banquillo de los acusados a toda una institución. Pero yo estoy convencido de que llegará el momento en que corregirá las desviaciones del Opus Dei. Creo que esto va a tomar años. No se puede pretender que porque un grupo de ex-miembros presenta una carta de 3 páginas críticando los abusos, éstos ya están probados y queda habilitado el camino para la adopción de medidas. Hay que tener en cuenta: primero, que se trata de la palabra de 50 personas que han dejado la institución contra la de 85.000 que siguen en ella y que (al menos en apariencia), no reprochan nada al Opus Dei; segundo, que la carta, por sí misma, NO PRUEBA NADA, sobre todo si no se integra en un proceso judicial (que yo sepa, tal procedimiento nunca fue iniciado).

 

En el caso de los Legionarios de Cristo, fue a raíz de una denuncia formal de ex-miembros que la Santa Sede decidió, en el 2001, encargar a un experto que investigara los hechos denunciados, entrevistara a diversas personas en varios países y presentara sus propias conclusiones. Si tratándose de hechos muy puntuales (abusos sexuales cometidos por un individuo), se ha tardado cinco años en adoptar una medida, está claro que para corregir los abusos del Opus Dei, que son mucho más difusos y difíciles de probar, se necesitarán varios años. A ello se agrega la circunstancia de que es terriblemente difícil determinar qué medidas concretas deben tomarse para corregir tales abusos sin destruir la institución, ni vulnerar los derechos de quienes son actualmente miembros y quieren continuar en ella sin que se altere lo esencial de su espíritu.

 

En estos días, leyendo la Carta por la que la Santa Sede corrige las desviaciones litúrgicas del Camino Neocatecumenal, se me ocurrió imaginar cómo sería una Carta semejante dirigida al Opus Dei. Entonces me dí cuenta de la tarea titánica que representa corregir efectivamente las desviaciones de la prelatura en temas como la falta de confidencialidad de la dirección espiritual; la coacción psicológica sobre los miembros; la obediencia ciega; el abuso del argumento de la vocación divina; la mentalidad sectaria, etc. Sobre todo, porque se trata de prácticas abusivas que generalmente tienen lugar en la intimidad de una charla fraterna, de una reunión de Consejo local o de una meditación reservada para miembros del Opus Dei. Además, esas desviaciones impregnan sutilmente infinidad de documentos internos (libros de meditaciones, vademecums, instrucciones, etc.), que será necesario corregir. Está claro que la tarea que se presenta por delante no es nada fácil…

 

Tampoco hay que olvidar que la Iglesia debe enfrentar en estos momentos infinidad de otros problemas graves: la descristianización masiva de Europa; la escasez de sacerdotes y su progresivo envejecimiento; la persecución contra los cristianos en diversas regiones; sobre todo en algunos países de mayoría musulmana; la tremenda ignorancia en temas básicos de la fe en países de antigua tradición cristiana; las denuncias de pedofilia contra sacerdotes; la falta de unidad de las diversas confesiones cristianas, etc. En comparación con estos problemas, las prácticas abusivas del Opus Dei son un tema realmente minúsculo. No digo que no sea algo importante, pero puedo entender que la Iglesia no tenga demasiado entusiasmo ni urgencia en abrir nuevos frentes de conflicto en su seno mismo, sobre todo si los propios supuestamente afectados no inician un procedimiento formal contra la prelatura.

 

En fin, creo que hace falta armarse de paciencia. En cualquier caso, apartarse de la comunión con la Iglesia no me parece la respuesta más sensata al problema, ni creo que solucione nada. En cambio, hablar con el Obispo local, como tú lo has hecho, para informarle en detalle del asunto, es un camino más lógico, porque de esta forma se puede ir preparando el terreno para una acción más eficaz.

 

Un abrazo

 

Roberto









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