Antrax saluda a la distinguida concurrencia.- Antrax
Fecha Monday, 22 May 2006
Tema 900. Sin clasificar


Estimados orejas y amigos en general:

Hace mucho tiempo que no escribía, pero sigo la página con la atención que se merece y agradezco de corazón el esfuerzo que realizáis los que habéis cargado con la tarea de mantenerla.

Sólo quería echar mi cuarto a espadas en tres temas recurrentes en las últimas actualizaciones, aunque lo hago con la debida inseguridad, relativismo, o como queramos llamarle a eso. Bastantes seguridades y dogmatismos se aguantan en aquella reverenda institución; incluso en otras más mundanas y actuales.

Primero: el asombroso (o no tan asombroso) éxito de ese espantoso bodrio intitulado “El Código da Vinci”. Personalmente estimo que se trata de un producto señero del actual mercado literario, mucho más preocupado por el impacto, que por la calidad; menos aún por el objeto de la literatura que algunos románticos machadianos seguimos manteniendo: un forma sofisticada y grata de aproximación a la realidad (social, humana…) Esta valoración supongo que también es aplicable al mercado fílmico, bastante degradado, a decir verdad. El Opus y también la Iglesia Católica parece que se han enfadado mucho con el libro, y no digamos con el estreno de la película, que francamente no me voy a molestar en ver. El escándalo me parece de una notable ingenuidad, pero no me sorprende demasiado en una organización normalmente muy corta de miras y bastante más preocupada por la imagen que por su propia realidad, en torno a la que cualquier atisbo de crítica (no hablemos de autocrítica) es de inmediato anatematizada y convertida en acto conspirativo.

Segundo: ¿alguien cree de verdad que lo que pasa es que la Iglesia está en Babia y no se entera de las andanzas y manejos del Opus Dei? Creo que la Iglesia Católica normalmente no se chupa el dedo, no se caracteriza en absoluto por ningún género de candor. Pero sí es cierto que en su dilatada historia ha hecho gala de una singular habilidad para mirar hacia otra parte, si eso convenía a sus intereses. Sólo cuando el escándalo es demasiado gordo, como en el caso del beatífico fundador de los Legionarios, o como en el casi olvidado del Banco Ambrosiano, entra en liza para salvarse del chaparrón. En  consecuencia, valoro las bienintencionadas intervenciones de aquellos que piensan que un día todo saldrá a la luz y se hará justicia de una vez por todas, pero discrepo profundamente.

Tercero: homosexualidad y Opus Dei; homosexualidad en general. Mi ya remota experiencia en el interior me mostró dos realidades irónicamente contradictorias: en aquellos tiempos de recia virilidad carpetovetónica, fruto en parte del franquismo triunfante, la homofobia y un trasnochado masculinismo llamado, creo, “virilidad”, era discurso ordinario en el Opus. Por otra parte, allí había muchos homosexuales y muchas conductas de evidente cariz homosexual (ojo: castas, eso creo que sí). Sobre ellas se hacía la vista gorda, como sobre tantas otras oficialmente repudiables. En otro orden de cosas, me parece raro y sorprendente que aún haya participantes en este digno foro que se rasguen las vestiduras ante una realidad tan evidente como la homosexualidad masculina o femenina. Del viejo Zeus y su amiguito Ganímedes a esta parte es una conducta de lo más normal, a la que, desde luego, no hay por qué sumarse, pero sí admitir como algo completamente corriente y moliente.

Muchas gracias por dejarme decir algo de vez en cuando y un cordialísimo saludo.

Antrax









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