Tanto fue el cántaro a la fuente… que acabó rompiéndose. ¡Si es que no puede ser esto de manipular las cifras de miembros! Pues, más pronto o más tarde, el manipulador acaba poniéndose en evidencia: como le está sucediendo progresivamente a las autoridades de la Obra que, como dice escriBa, se están encontrando cada vez más acorraladas por sus propias mentiras.

            Digo esto a propósito de las últimas cifras de miembros que la Prelatura parece haber facilitado a la profesional de Le Figaro-Magazine que realizó la última entrevista a Mons. Javier Echevarría, que hemos comentado. Yo me interesé por las respuestas del Prelado y no di importancia a las dos notas aclaratorias que había añadido la periodista. Pero, gracias a la aguda observación de Flanpan, que se tomó la molestia de sumar esos datos, nos hemos dado cuenta de que arrojaban la redonda –y, por tanto, sospechosa- cifra de 76.000 miembros.

            Y si la cifra hace desconfiar sobre la veracidad de lo que parece que están diciendo ahora, mucho más la acotación de que esos datos no incluyen a los Cooperadores. Pues da la impresión de que antes, cuando les ha interesado, han contabilizado como miembros  a los Cooperadores; y que, ahora, después del marcaje que les han supuesto los últimos análisis estadísticos publicados en Opuslibros.org, las Oficinas de Información del Opus Dei han recibido la consigna de desinflar un poco las cifras anteriores, no vaya a suceder que, en la próxima visita Ad limina Apostolorum del Prelado, la Congregación para los Obispos haya sido alertada y pida detalles incómodos a Mons. Echevarría.

            En fin, ya nos enteraremos. Pues, como estamos viendo, antes se descubre a un mentiroso que a un cojo, como Oráculo acaba de poner en evidencia –¡que Dios le bendiga!-, de forma tan educada como demoledora, al publicar ese capítulo del documento secreto por el que se rigen los Directores de la Prelatura en la dirección espiritual de sus miembros. Y es que la verdad es como Cristo: podrán maltratarla, crucificarla y sepultarla; pero al tercer día resucita.

            En todo caso, este reconocimiento del retroceso vocacional que padece la Obra explica que el Prelado lleve dos años pidiendo 500 vocaciones –como si de un resultado humano se tratara- a cada circunscripción regional. Y es que, en lugar de tener la humildad colectiva de hacer examen de conciencia, reconocer los errores cometidos, pedir perdón a tantos miles de personas perjudicados y rectificar el rumbo, las autoridades de la Obra se afianzan en el cerril sostenella y aumentalla, que no enmendalla, que está acabando con la institución.

            Y ya que hoy vamos de refranes, acabaré con un dicho popular que me comentó hace poco una amiga, hablando de la diferente evolución de las iniciativas que se hacen a lo divino, que mejoran con el tiempo, y las empresas que se quedan en meramente humanas: “La primera generación construye –me decía, refiriéndose a éstas últimas-; la segunda mantiene; y la tercera dilapida el patrimonio heredado”. Quien quiera entender, que entienda…