Nota para Hanneh sobre su correo de 8 de mayo de 2006.- Oráculo
Fecha Monday, 15 May 2006
Tema 040. Después de marcharse


            

Queridísima Hanneh:

Desde que leí tu correo del día 8 de mayo deseaba escribir unas líneas, por las cosas tan hermosas que contabas de tu vida y porque de continuo me venían a la cabeza y al corazón algunas de tus palabras finales: Je vous avoue que je ne vais plus à l'église, ni ne recois plus les sacrements depuis environ cinq ans, mais Dieu me manque terriblement. Echas de menos a Dios terriblemente y, sin embargo, sabes que Él está muy cerca de tí. ¡Cuánto te ama Él y cuánto le amas tu, aun sin saberlo bien! Es tu deseo. El mío sería escribir palabras de consuelo a lo más íntimo de tu ser, si fuera capaz de hacer eco al Espíritu Santo que —pienso— habla en esa nostalgia que brota de tu más profundo centro interior: sicut cervus ad fontes aquarum! Sí, como el ciervo desea las fuentes de agua fresca, así te desea mi alma, Dios mío: Mon âme a soif de Dieu, du Dieu vivant (salmo 41:2-3). Para tí es una súplica existencial que te envuelve, te ronda, te transciende. Es llamada de paz. Es descanso. Es oración. Quizás convenga dejar a ese corazón tuyo —tan trabajado y sufrido por los arrabales de la vida— mecerse en los requiebros de su deseo interior que purifica... con morosidad, sin concreciones, hasta que la luz se abra paso en el silencio de lo más íntimo. Y entretanto sigue haciendo el bien, como sepas.

Al leer muchas colaboraciones de esta web, te has sentido acompañada. Y es verdad. Pienso que tienes el afecto de todos, como tu has desbordado afecto durante toda tu existencia. Porque sabes querer emprendiste nuevos caminos. Para mí es una lección ahora tu sed de Dios. Él te bendice, te busca, te espera, ya lo sabes. ¡Qué voy a decir yo, ni menos enseñar!, pero tengo una clara percepción de que Él desea compartir amablemente su intimidad contigo, porque su ternura hacia tí es inmensa, como infinita es su misericordia y la sabiduría suya que no podemos medir (salmo 146:5). Sí, te bendice más allá de cuanto pudieran alcanzar mis deseos de paz, de gozo y de consuelo, para tí.

                Ambos compartimos una cultura francesa: en cierto modo Francia es parte de la patria para mí. Y, aunque sólo sea por eso, no desearía hacer de esta carta o de esta nota un sermoncico cristiano que es un gusto, como ironiza nuestro Cervantes en su Don Quijote. He pensado en tu reconstrucción, como dices. Rezo por ti y en la distancia acompaño tus búsquedas. Por eso tengo hoy un consejo que no me has pedido. Quizás un libro muy concreto te pueda abrir un panorama casi tan sugestivo como el Beirut bombardeado. Su título: A merced de su gracia (ed. Narcea, Madrid 1996); su autor: André Louf. Cito por la segunda edición española, pero no será difícil encontrar ediciones francesas. Si lo lees algún día, tendría interés en conocer tu opinión. Gracias por haberme escuchado.

Saludos, bien cordialement, con el afecto de Oráculo









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=7610