No llegué a entrar en el Opus durante mis estudios en Sevilla. Estuve cierto tiempo observando y advertí una atmósfera religiosa e ideológica muy cargada. Aún recuerdo la noche en que me fui, tras hablar con un sacerdote bastante comprensivo que entendía mi angustia ante la presión de mis compañeros de universidad en su intento de captarme. La decisión fue dolorosa pues apreciaba a algunos de los compañeros citados y la marcha suponía desenvolverme solo en la ciudad, sin unos amigos que tanto se habián preocupado por mí. Otro sacerdote del Opus, destinado en el pueblo donde vivía mi novia, la quiso convencer para que se fuera a Sevilla con la posible intención de que luego se llegara a "algo": el  celibato o el matrimonio dirigido. No lo consiguieron.

Nosotros continuamos con nuestras vidas, aunque me costó bastante desembarazarme de la idea de que me había equivocado al tomar aquella decisión. Tal inseguridad se generó por ser, entonces, una conciencia escrupulosa, ávida de perfeccionismo tentada por alguna carta o mensaje posterior de los de la Obra para volver atrás.