Una cosa es la doctrina y otra la realidad. A Oscar.- Chispita
Fecha Monday, 08 May 2006
Tema 070. Costumbres y Praxis


Respondo a tu mensaje  del lunes 1 de mayo. Vayamos por partes. Hablas de una esquizofrenia. Pero es que yo no creo que estés esquizofrénico Yo creo que llega un momento en la vida del numerario del Opus Dei en el que se empieza a ver – como me sucede a mí – que hay piezas que no encajan, que hay contradicciones, que hay mucha apariencia y poca realidad, que una cosa es la doctrina y otra la realidad y que la Institución se viene abajo pese a los aires triunfalistas que muchos adoptan, que los chicos jóvenes de los Centros se van y que no hay relevo, que pierdes amigos cuando se enteran de que perteneces a la Obra…  
 
 
El descubrimiento de las contradicciones.
 
Y eso sucede a través de pequeñas y desagradables experiencias personales, cosas que uno ve y cosas que uno oye que van formando interrogantes. Por ejemplo cuando te da el Círculo Breve sobre la Caridad  Fraterna alguien que simplemente no la vive.  Cuando notas que lo primero es la Institución y que tus problemas importan un pimiento. Cuando te hablan de Libertad y luego te imponen planes o comportamientos. Cuando te dicen que eres una persona normal de la calle y luego no puedes tener una cuenta corriente o ir al cine con tus amigos. Cuando tienes la evidencia clara de que algo muy íntimo que has contado en la Confidencia ya lo sabe el Vocal de San Miguel de tu Delegación. Cuando te heroizan a San Josemaría y te dan una visión edulcorada de su vida y de su carácter, ignorando y haciendo ignorar - como escribe María del Carmen Tapia,- los momentos en que su vida fue una tremenda contradicción con todo lo que él predicaba, y la estructura de pecado colectivo y personal que esta mujer padeció en su momento, por no hablar de lo que todos nosotros estamos padeciendo o hemos padecido. Y podríamos seguir así.
 
La raíz del problema
 
El problema es que al materializar en lo que antes se llamaba Confidencia esas dudas, inmediatamente quedas anatemizado porque el que te oye, te oye pero no quiere comprenderte. Le parece “de mal espíritu” y “falta de unidad”. Esto es un comportamiento totalitario, donde no hay diálogo Entonces lo comenta con otros y se toman medidas.
 
Dios nos ha dado un chispazo de Su Entendimiento que es la Razón, y ésta no puede ser narcotizada. En una persona sana, siempre hay un proceso de reflexión. Cuando las contradicciones crecen y se agudizan en un sistema, y no se pone solución a esas contradicciones, el proceso de confusión y de interrogantes aumenta. Surge entonces un deseo de contar lo que a uno le pasa y manifestar las propias dudas y sugerencias e incluso las propias críticas. Pero eso es absurdo porque las personas que actualmente detentan el poder en la Institución reaccionan normalmente de un modo “agradablemente (o desagradablemente) totalitario” Es decir, te escuchan para luego rebatirte, echarte en cara y amenazarte con la expulsión.  
 
Totalitarismo, pues. Por eso Joseph Ratzinguer escribe: “Tal vez debiera haber también, con más intensidad de lo que sucede de ordinario, una tolerancia dentro de la Iglesia, que no intenta imponer a todo trance las propias formas, sino que admite la legítima posibilidad de otros caminos y manera de piedad y no piensa que todo deba ajustarse a todos o que todos hayan sido creados para los mismo” (Ratzinguer, J. El Nuevo pueblo de Dios. Esquemas para una eclesiología Herder, Madrid, 2005, p. 247). Esto implica vivir un respeto real y práctico a las diversas sensibilidades de cada persona y tener una actitud receptiva y agradecida a quien te dice noblemente lo que es una agresión al Carisma del 2 de Octubre. En la Obra todos tenemos una espiritualidad, pero el problema reside en la estructura que aplica esa espiritualidad y en las personas que produce esta estructura. Un legítimo pluralismo tiene que saber escuchar, reflexionar y cambiar. Pero para que ese pluralismo pueda existir, debe cesar la coacción y la amenaza que practican los que imponen su “modo” de vivir el Opus Dei, con la excusa de que eso es lo genuino y así lo practicaba San Josemaría, ignorando con esta divinización del Fundador, que éste podía equivocarse y que de hecho se equivocó. Y que si no se equivocó, su tiempo ya no es el nuestro y por tanto se impone una revisión a fondo para poder sobrevivir.   
 
Y si – vuelvo a insistir – es la Obra una parte de la Iglesia ¿acaso estas palabras no son aplicables a la Prelatura? ¿Es que un comentario crítico a una serie de posturas y actuaciones, realizado con nobleza, o en simple vivencia del derecho de todo fiel a comentar con otros –guardando siempre el respeto a las personas – los problemas de la comunidad, ha de ser interpretado de modo torticero?  Porque esos comentarios que no podemos hacer con libertad no buscan la destrucción de la Prelatura sino su salvación, es una actuación dirigida no a preservar un pasado glorioso pero ya caduco porque no responde a los tiempos presentes, sino que está dirigida hacia la esperanza. Oigamos de nuevo a Ratzinguer: “En el fondo, la orientación espiritual del cristiano no es restauradora, sino que está bajo el signo de la esperanza. La Iglesia que se esfuerza por renovarse no poda los zarzillos de un período histórico, que se han agarrado fuertemente a ella, para restablecer un estado ideal de tiempos idos, sino para salir al encuentro del Señor, para estar libre para su nuevo llamamiento. Al dirigirse hacia él, se dirige a su futuro y sabe que el futuro último del mundo no puede tener otro hombre que Cristo” (op. Cit.p. 250) .Y sin embargo la presión que recibimos es restauradora, un deseo de volver a otros tiempos dorados…aunque habría que preguntarse si lo fueron porque en aquella época se estaban creando los criterios y modus operandi que hoy hunden la vida de muchos numerarios.    
 
Estrategias de supervivencia.
 
Pero como la estructura no está dispuesta a cambiar, hay que vivir en la Fe y en la Esperanza de que Dios Nuestro Señor intervendrá indefectiblemente y la Reforma vendrá promovida por la Jerarquía de la Iglesia, o por una rebelión interna de imprevisibles consecuencias. Mientras tanto, lo mejor es no crear problemas. Uno vive su trato con Dios, a través de las Normas dejadas por el Fundador, y se esfuerza en crecer en intimidad con Dios, procurando fortalecerse por dentro, y volcarse en ayuda y servicio con los demás sin esperar nada a cambio y no asustarse de nada… porque hay mucho de que asustarse.
 
Yo creo que Dios nos quiere a sus hijos felices. Y en la Prelatura, para ser feliz, lo mejor es buscar a Dios, tener muchos amigos con una amistad sincera y no manipuladora, que no busca el éxito ni apuntarse tantos apostólicos, procurando que los que quieran, compartan el Amor a Dios que sentimos y el Carisma que nos mueve, pero también con la idea clara de que ningún director ni estructura nos va a amargar la vida que tenemos, que Dios nos regala cada día. Para eso hay que saber detectar a las personas peligrosas y guardar distancias de seguridad, como en el tráfico, y estar muy pegados a Dios por la oración, y la penitencia. Oración y penitencia por nuestros amigos y por los que hunden la Institución, y por los supernumerarios que se aprovechan del centro para hace contactos o pasárselo bien.   
 
Y como hay gente que no descansa sin amargar la vida de sus dirigidos, lo mejor es salir del pequeño y asfixiante mundo del Centro, buscar la calle y buscar a Dios en la calle – acuérdate de aquello que decían de que nuestra celda es la calle, por cierto un comentario desafortunado para personas laicales – y buscar la felicidad humana y sobrenatural, huyendo de los “doncriterios” fariseos a los que les gusta mangonear, manipular, controlar, fisgonear y reportar lo que corresponde al ámbito de la Intimidad que solo debemos compartir con nuestro Padre Dios.     
 
Entonces, lo mejor es dar cauce a la Libertad personal, fomentar la propia vida al margen de la Institución aprovechando los ratos de soledad y de intimidad, las conversaciones con los amigos de verdad, plenas de planes divertidos, de risas y de sonrisas sinceras y no versallescas, la propia conversación con Dios en el Sagrario o donde sea, el deporte, la lectura, el fomento de las propias aficiones y el dialogo con personas de la Obra – ya las va habiendo - que comprendan esas contradicciones y te sostengan con su oración y su apoyo emocional y absolutamente discreto, porque no se pueden dar pistas de las propias reflexiones interiores porque todo es reportado y solo es aconsejable vivir una auténtica dirección espiritual con personas de la más absoluta confianza. Porque ante la dirección espiritual que se nos da,  no hay más remedio que callar para sobrevivir. Y darles lo que quieren oír: o sea, que todo es maravilloso y que todo es muy, muy positivo y que todo va muy bien. El fuero externo siempre, y no darles cuenta de la vida íntima, simplemente porque la charla no es una confesión.
 
En definitiva, buscar a Dios, con hambre, porque es El quien colma nuestros deseos de Verdad y de Justicia, y reforzar la propia personalidad ante la amenaza de una estructura que tiende de por sí a hundir el ánimo y a paralizar la fe que necesitamos para cambiar el mundo.  
 
CHISPITA








Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=7553