Obedecer en todo a Dios, no al Opus Dei.- Doserra
Fecha Friday, 05 May 2006
Tema 060. Libertad, coacción, control


Muchas gracias a Agustina por las molestias que se ha tomado para poder colgar Cuadernos 3. En la p. 70 se puede leer uno de los textos que más se citan en los tomos de Meditaciones y que pone en boca del Fundador unas palabras que demuestran no haber asimilado la enseñanza del Concilio Vaticano II sobre obediencia debida a la autoridad pública:

 

«Hoy que el ambiente está lleno de desobediencia, de murmuración, de trapisonda, de enredo, hemos de amar más que nunca la obediencia, hijos míos. ¿Habéis visto cómo se obedece, a veces, por ahí? ¡Qué pena! Todo lo quieren poner en tela de juicio (...) hay algunas personas para quienes todo es ocasión de disquisiciones: si pueden los superiores mandar esto, si pueden mandar lo otro, si pueden mandar aquí, si pueden mandar allá... En el Opus Dei sabemos esto: se puede mandar en todo —con el máximo respeto a la libertad personal, en materias políticas y profesionales—, mientras no sea ofensa a Dios» (el subrayado es mío).

 

Se trata de un inadmisible enfoque ascético absolutista que convierte a la autoridad pública en oráculo de Dios: justo lo contrario de lo que les dijo Benedicto XVI a los sacerdotes de la diócesis de Aosta este verano al comenzar a responder sus preguntas. Y no se trata de una idea nueva, aunque el Vaticano II la haya subrayado, pues ya decía santo Tomás de Aquino que a la autoridad humana sólo hay que obedecerla en las cuestiones externas que sean objeto de su competencia, pues en las cuestiones interiores sólo hay que obedecer a Dios (cfr. S.Th., II-II, q. 104, a.5, c).

 

Pero en la Obra, desconociendo los términos de la autoridad concedida por la Santa Sede en el n. 125 de los Estatutos, inculcan a sus miembros un sentido de sometimiento incondicional y completo a lo que manden los Directores. Proclaman que son una institución secular, donde cada uno se resuelve sus asuntos responsablemente. Pero, luego -y ésta es otra de las contradicciones de la pastoral de la Obra-, las autoridades del Opus Dei se entrometen donde nadie les ha dado autoridad, y encima presentando sus mandatos como expresión de la Voluntad de Dios.

 

Hay que obedecer los mandatos legítimos de la autoridad legítima. Pero no porque esos mandatos sean la Voluntad de Dios. Sino porque es Voluntad de Dios que los miembros de cualquier comunidad civil o religiosa obedezcan los mandatos legítimos de la autoridad legítima. Cualquier otro tipo de divinización de la autoridad humana es tomar el nombre de Dios en vano, y conducir a las personas al fanatismo.

 

Saludos cordiales,

 

Doserra







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