No hace mucho me preguntaba una amiga qué pensaba sobre las posibles causas de la crisis que padece el Opus Dei. Ante mi silencio inicial, ella misma contestó: “Por lo que yo veo, la falta de autenticidad. En muchos asuntos, dicen una cosa y practican la contraria”.
Me lo han recordado las comunicaciones de Flanpan y Doserra sobre el control secreto que los Directores de la Obra ejercen sobre muchas iniciativas de sus miembros. Éste último se refería a iniciativas de naturaleza cultural, como una revista o un congreso universitario, de los que dicen que la institución no tiene responsabilidad alguna cuando en realidad los Directores sí se entrometen. Pero me viene también a la memoria lo que decía Oráculo sobre lo económico, en su artículo sobre La legalización canónica del “fraude” en el Opus Dei. ¿Con qué derecho controlan los ingresos laborales de l@s Numerari@s y Agregad@s sin que esto aparezca en los Estatutos? ¿Y por qué luego no siguen una transparencia en la administración de los bienes que los miembros de la Obra y los Cooperadores entregan a la institución?
Basta leer el número 129 §2 de los Estatutos para que se despierten las sospechas: «De todos los bienes, sea cual fuere su procedencia, que pueden ser adscritos a la Prelatura, tan sólo habrán de ser considerados verdaderamente eclesiásticos, según las normas del derecho, aquellos que de hecho hayan sido ya adscritos a la Prelatura como tales por el Prelado». Y puesto que, en la práctica, sólo se adscriben a la Obra un porcentaje ínfimo de lo que ésta recibe, ¿qué pasa entonces con la mayoría de las donaciones? Pues muy sencillo: se van adjudicando a múltiples figuras jurídicas –fundaciones u otras sociedades civiles interpuestas, pero directamente controladas por unos pocos Directores y Directoras-, con las que se evita que esos bienes sean subjetivados en la Prelatura como tal y escapen así al régimen de las normas canónicas con las que la Iglesia vela por el espíritu de pobreza, honradez y caridad de sus instituciones.
Esto no es veraz. Si quieren promover algo, que lo hagan a las claras, para que pueda saberse si actúan legítimamente y sea posible exigir responsabilidades a los realmente responsables. Lo que no parece admisible es ni la doblez con que funcionan en estas materias, que no es humana ni cristiana; ni la intromisión de los dirigentes de esta institución, teóricamente secular, en las actividades no institucionales de sus miembros.
Saludos,
Trinity