Más sobre costumbres y moralidades.- Miguel Angel
Fecha Wednesday, 26 April 2006
Tema 070. Costumbres y Praxis


Hola a todos.

En primer lugar se me permitirá corregir fraternalmente (jeje) a Australopitecus. Ya no me acordaba yo de aquello de dormir en el suelo que comentabas en tu correo del pasado día 24. Sin embargo, hay que añadir un pequeño matiz: sólo si el suelo era de madera. Como no me tocó nunca semejante lujo, pues nunca tuve que dormir de esa guisa. Quizá por ello no lo recordaba. Lo mismo lo de las numerarias y la tabla para dormir, que creo que era "sólo" hasta que cumplieran los 45 años. Ya sé que son detalles obvios para nosotros, pero no para los que nunca han sido de la obra y lean esta página. Y no te digo ya de algún "in", que venga acusándonos de mentirosos.

Es curioso, abundando en el oscurantismo que mencionas, cómo niegan algunas evidencias. Hace unos días conversé con un familiar que es de la obra, y hablando del cilicio y las disciplinas declaró que no se usan, en todo caso, alguno que quiere. Pero vamos, si aplicamos lo que oí una vez en una tertulia: "En la obra todos somos voluntarios para todo"... Esa conversación dio para mucho, pues empezamos a discutir sobre el Cardenal Ratzinger y sus libros prohibidos en la prelatura. Decía que no, que eso no era cierto, que siempre se han podido leer, que en todo caso en algún tiempo que el actual Papa andaba descarriado quizá, pero ahora se pueden leer todos. Literal. Otro día desvelaré más detalles de esa conversación.

Opacan cuenta en ese mismo día ciertos detalles morales en la obra. Los hay para partirse de risa, si no fuera porque algunas cosas son serias. Yo recuerdo otro detalle moral. ¿Recordáis los viajes en tren, varios juntos al curso anual o al curso de retiro?. Todos con billetes sacados aprovechando el carnet de familia numerosa de uno de los viajeros, como si fueramos hermanos, esta vez sí, de sangre. Uno alto, otro bajo, uno rubio, otro moreno, igual hasta se terciaba alguno de color,... y los ocho de la misma edad, oiga. El truco era el mismo, cuando pasaban a comprobar los billetes, todos a hacerse los dormidos mientras uno muestra los billetes. Los revisores del tren, o pasaban, o no se enteraban. O eran de la obra, que todo es posible.

Ya que cito los viajes, recuerdo una anécdota, o hecho raro, que me sucedió al volver de un curso de retiro. El sitio, una EFA, escuela familiar agraria, en Cataluña. Seguramente debió ser la primera vez y última que se hizo algo allí. Acudían numerarios de varios centros y ciudades, y seríamos como unos 40 ó 50. Allí el vino se servía en porrón. Novedad que, en sí, no tiene nada de particular, si no fuera porque el porrón estaba presente... ¡en el desayuno, en la comida y en la cena!. Ya sabéis, la sana costumbre del numerario, que sólo bebe vino en la comida, pero en esos cinco días todo el mundo empinó el codo a destajo. Y con el beneplácito del dire, ojo. Y de las camareras (no eran auxiliares) no digo nada, que se me pondrá celosa la señora; bueno, sólo insinuar que un poco muy mucho bastante descocadas, sí que eran. Vale, vale, ya me callo. Pues eso, que igual era un curso de retiro para descarriados como yo, no sé.

Pero lo que yo quería contar es relativo al viaje de vuelta. El último día me levanto de la cama, consulto la hora, y me voy a cumplir con la ducha fresquita. A la vuelta al dormitorio había desaparecido el reloj. Pero no fue eso todo. Recuerdo que llevaba, como todo dinero, exactamente un billete de mil pesetas y otro de 500. Ni una moneda, ni nada más. El regreso a "casa" lo hicimos, los dos que vinimos de la misma ciudad, en un autobús de línea normal y corriente. Subo, abro la cartera y ¡halehop!, los billetes de mil pelas y el de quinientas había volado. Pero al ladrón, inexcusablemente uno de los que estaban en el retiro, le debió dar pena, y me dejó cuatro billetes de 100 pesetas y tres duros sueltos, lo que hacían justamente las 415 pesetas que valía el billete.

Tened por descontado que esta ha sido de las cosas que más mosca me han dejado en mi vida. No por lo que puedas pensar de "mira que hermano hay rondando por la obra, ladrón, más que ladrón, robando los relojes y los cuartos mientras los demás se mortifican en la ducha". No, no es eso, es por lo de que me dejara lo justo para coger el autobús.

En fin...

Un abrazo. Miguel Angel.









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