A los directores del Opus Dei.- Josem
Fecha Monday, 27 March 2006
Tema 900. Sin clasificar


Mis distinguidos antiguos directores:

Les escribo por este medio porque me da la impresión que así es más probable que mi comunicación llegue a Vds., si no directamente, sí por medio de quienes tengan el encargo de avisarles por aquello que se pueda publicar aquí, que les atañe.

Quiero hacerles ver una cuestión que es importante y, me parece, que Vds. no se han apercibido. Me explico:

 Recuerdo que leí un artículo, hace tiempo, acerca de una nueva estrategia implantada en la antigua milicia del entonces llamado bloque del este. Consistía en la disminución del calibre de la munición usada por sus soldados. Esta nueva doctrina parecía, a primera vista y para un observador occidental, como algo extraño, incoherente. Pero no era así. Respondía, efectivamente, a una nueva concepción de las confrontaciones, posibles, militares. No se hacía por benevolencia hacia los soldados enemigos, ni como un nuevo elemento de propaganda, ni, incluso, como primera objeto, el que los soldados propios pudieran ir cargados con más cantidad de cartuchos, al pesar estos menos. El objeto primario era la de causar, al enemigo, el mayor número posible de heridos, en lugar de causarles muertos. La finalidad era muy clara: Efectivamente, cuantos más heridos tenga el enemigo, más problemas tiene en todos los sentidos. Tiene que trasladarlos a los hospiales de campaña en grán número. Luego tiene que atenderlos. Luego tiene que repatriarlos. Posteriormente hacerse cargo de ellos, queden como queden. Muchos de ellos con minusvalías permanentes. Y adicionalmente, tiene que dar cuenta del problema a los familiares del los familiares de dichos enfermos permanente y a la opinión pública propia. Y, al final, tendrá que dedicar recursos ingentes que no podrá dedicar sufragar más gastos militares, con lo que su fuerza disminuirá indefectiblemente.

Ya se vé que es una doctrina potente, desde el punto de vista estratégico.

Bien, pues yo les escribo todo esto, porque me da la impresión que en la milicia que Vds., mis distinguidos directores, comandan, les está ocurriendo lo mismo o algo parecido, pero causado por circunstancias que podrían controlar. No me refiero ya a los mayores, pues esto es inevitable, sino a los jóvenes y de mediana edad que van cayendo en la enfermedad llamada depresión dentro de sus filas.

No sé si se han percatado de la importancia y gravedad a las que les puede llevar esta situación, que va a más. No solo les puede colapsar la 4ª planta, que en muchas ocasiones ya lo está (de Pamplona), sino que les puede hacer desviar recursos ingentes por este motivo, que se podrían, de lo contrario, aplicar en los apostolados propios de la Obra.

Aparte de que, los depresivos que viven desperdigados por los centros, puede parecer que es mejor para los propios interesados vivir allí, pero no aportan demasiado de positivo al resto de residentes, pues, por lo que yo observo, no se entiende demasiado bién el fenómeno y sus causas.

Desde luego que los que están recluidos en los "corralitos", al estar fuera del contacto con la opinión pública (de los miembros de la Prelatura), no ejercen esta influencia adversa, pero, por el contrario, son los propios depresivos los que peores perspectivas de superar sus problemas tienen, en esta solución alternativa.

Les intento hacer ver a Vds., estimados directores, que el problema puede llegar a ser tan grande, que colapse la finalidad propia de la institución, hacer el Opus Dei.

¿No sería, estratégicamente, más práctico -y más sensato-, que se pusieran a luchar en serio para evitar las depresiones?. Es decir, evitar sus causas.

Intento abrir sus ojos -y su mente- para lograr el bién de todos. De Vds., de la Obra, en la que quien más quién menos tiene familiares y conocidos, y de la sociedad en general, pues el tono va a seguir resintiéndose y, al ser su institución de ámbito universal, los problemas derivados también son universales.

Me despido.

Saludos,

Josem









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