Que te sientas acompañada. Para Asher.- J.M.
Fecha Friday, 30 January 2004
Tema 040. Después de marcharse


Queridísima Asher:

Esto no se hace, mira que, como dice Sabina, soy un fulano con la lágrima fácil, y te puedo asegurar que he derramado unas cuantas leyendo tu e-mail.

Estoy seguro de que el dolor que sientes, esa neblina gris que envuelve tus sentimientos, es sólo tuya. Todos los que hemos pasado por esta experiencia la hemos sentido con mayor o menor intensidad. Por eso, si alguno te escribimos diciéndote que compartimos tu sensación de vacío, que te comprendemos y te queremos, aunque quizá nunca lleguemos a verte la cara, a lo mejor te suena un poco vacío: ojalá pudiéramos arrimar el hombro, ofrecértelo para que lo remojases con tus lágrimas, pero al final la carga la vas a llevar tú sola. Pero por lo menos, puedes saber que hay unas cuantas y unos cuantos repartidos aquí y allá (¡por todo el mundo!) que hablan "el mismo idioma" que tú para referirse a esto que nos ha pasado. Por eso entiendo lo que dices acerca de la familia, porque le puede sonar más o menos a chino todo el proceso y no entender que estás pasando por el mayor momento de desánimo de toda tu vida. De todas maneras yo te doy el consejo de que te apoyes en ella mucho, muchísimo. Familia, cada uno tenemos una, con sus cadaunadas, las habrá más sensibles, más frías, más "ves, yatelodijequenotemetieras" o más comprensivas. Seguro que la tuya es estupenda y te está ayudando muchísimo. Aunque no entiendan la radicalidad del cambio que has sufrido. Que se ha desmoronado totalmente tu interior y ahora lo tienes que reconstruir de nuevo, con otros esquemas. Que algunos de esos esquemas se empeñan en permanecer y no tienes manera de quitártelos de encima, aun sabiendo que no son tuyos ni pueden serlo nunca más. En cambio, otros esquemas, como el de la práctica religiosa no-opus, sí querrías conservarlo y no ves cómo.

En este último asunto, que yo personalmente conservo, y creo que bastantes de los que te hemos leído también, quisiera ser cualquier cosa menos categórico. Quisiera demostrar cualquier cosa menos escándalo. Recuerdo, a mis dieciocho añitos, cuando uno de casa se fue a hacer la "mili" y ya no volvió, que le pregunté a uno del consejo local "qué pasaba con fulanito. ¿Es que no le dan permiso para venir?" Me respondió con la típica historia: "está flojo, se lo está pensando, etc.. y además, la cosa ha llegado a un nivel que ni siquiera va a Misa los domingos". Aún recuerdo el escalofrío que me recorrió el cuerpo. Como si el fulano, una persona bonancible que era incapaz de matar ni a una mosca, se hubiera vuelto como Aníbal Lecter. Así era yo, fíjate. Así serán algunas de tus "hermanas", para las cuales quizá seas una monstruita, si les llegan mientes de que no te arrodillas durante la Consagración.

Pero bueno, no se trata de rajar de las de dentro, sino de que tú vivas de manera luminosa el estar fuera. ¿Te vale el siguiente razonamiento? Si yo fuera tú (¡menuda muletilla tópica!) me enorgullecería especialmente, sería, digámoslo así, materia restregable, el tratar a tu Dios, el vivir con placidez tu práctica religiosa, NATURAL, NORMAL, ALEGRE, sin necesidad de tener una losa en el pecho, pensando que si estás ya en la cama y te has olvidado el rosario, el examen o las preces te tienes que levantar temblorosa y asustada de la cama y hacerlas para evitar un terrible sacrilegio. Diría: "¿veis? No tenéis el monopolio de la piedad. Puedo levantar alta la cabeza y estar con mi Dios, sin los corsés que vosotras me imponíais". Y si aun así pasas una temporada sin que te pida el cuerpo el entrar en una iglesia (¿porque te da la gana? ¿no era ésa la razón más sobrenatural?), pues muy bien. Y si esa temporada dura toda la vida, pues muy bien. ¿Nos veremos tú y yo de todas maneras en el vestíbulo del Cielo? Pues espero que sí, porque el ir todos los domingos a Misa, seguramente no es la mejor garantía de que ello suceda.

Y con el apostolado, qué decir. La mayor y más emotiva gestión apostólica que he hecho últimamente (y no la he apuntado en la agenda) es tomar en brazos a mi hija de tres años y perder ratos delante del belén con ella, simplemente hablando con y de los personajes que allí había. Te he de decir que mi retoño le rezaba también al buey y a la mula, pero no pasa nada. Tiempo habrá de explicarle las finas distinciones teológicas del Acetato (así llamaba Satur últimamente al "Aquinate", a Sto. Tomás. No paro de desternillarme con él).

Asher: no sé qué más contarte para que te sientas acompañada. Queremos leer más mensajes tuyos, que nos digas que estás superando esos momentos oscuros. Mientras tanto... ¿te puedo decir que te encomiendo?

Con muchísimo cariño:
"cobarde" J.M.







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