Hola a todos:

Al leer la carta de Mabel, me sentí plenamente identificado con su texto: de una manera certera señala  las carencias de la  praxis del Opus Dei, porque el fallo no está en la teoría, la espiritualidad, sino en la praxis, que es totalmente contradictoria. Ayer mismo publicabáis un catecismo de la Obra,  al leer algunos apartados, no se me ocurría otra palabra: mentira.  Nadie con un mínimo poder en la Obra puede vivir lo alli escrito: la caridad como principal virtud,¡ja, ja !Cuando los intereses de la Obra  entran en contradicción con otros particulares, siempre ha de prevalecer  la Obra, independientemente de la justicia, y de la caridad, no digamos. ¿Sinceridad?   Será para contar a los directores lo que a ellos les interesa, porque las informaciones recibidadas están sesgadas y modificadas, según sus intereses. Interés por las almas, les importan un rábano  todas aquellas de las que no pueden sacar algo.

Muchas veces escribimos que hay gente en la Obra muy buena, es cierto, pero una bondad unida a la ideotez y el egoismo, más bien formal, con una capacidad enorme de desconectar de los problemas de las personas, y menos de echarles una mano, con la excusa de la entrega no dan un duro a nadie y duermen y comen siempre a sus horas.  Si hubiera mucha gente buena protestarían ante tantos atropellos, pero todo el mundo calla, y quien calla, otorga.

En esta carta hay algunas descripciones certeras: "se justifica lo injustificable  ", "se está encorsetado: todo está escrito, atado y bien atado", "ideal perfeccionista", "generadores de ansiedad", yo añadiría: avidez por el dinero y la relevancia social;   puritanismo moral centrado en el sexo y con mucha manga ancha para el dinero ; pietismo, muy amantes de los rezos y poco de las obras de caridad ; anulación de la personalidad, ya que uno debe adaptarse a una mentalidad que anula la propia responsabilidad y busca la seguridad en los criterios recibidos. También en la carta se habla de la postura de la Iglesia: Yo diría en contra de lo que afirmaba Escribà que  la Obra no es la organización de la Iglesia más querida, tal vez sí por la jerarquía, pero no por el pueblo cristiano, que siente una gran desconfianza ante esta organización. El dinero abre muchas puertas y la influencia social más, y el Vaticano tampoco se ha caracterizado por su amor a la humanidad. Así que no me extraña que se lleven bien los poderosos de la Obra y de la Iglesia pues todos viven de la lana de las ovejas.

Un saludo.

Rocaberti