La clínica universitaria de Navarra tiene un buen nombre en España. Eso hace que se recurra a ella en muchos casos difíciles en los que el diagnóstico de otros centros médicos es bastante malo. Es el caso del familiar de Josep. La diferencia con otros centros sanitarios es que en esa clínica dan alguna esperanza de cura y por ello los enfermos o sus familiares se animan a seguir el tratamiento o intervención quirúrgica que les proponen y que otros profesionales les han desaconsejado. No es el único centro con esta forma de actuar –pienso ahora en algunos de Estados Unidos- y desde luego es algo legal.

Para algunos puede que al asociar a esta clínica con el Opus Dei, les resulte escandalosa alguna de las formas de actuar, en concreto que se llegue a tratamientos como los que describe Josep. No me atrevo a opinar sobre los motivos por los que se llega a esos extremos, si realmente creen que es por el bien del enfermo, si es por un reto personal de los profesionales, si lo hacen para avanzar en la investigación o simplemente para ganar dinero. Lo que podemos asegurar es que en esa institución (por lo del Opus Dei) no va a haber abortos, eutanasia, clonación terapéutica, investigación con células madre… pero nada nos garantiza esa tradición humanística tan presente en la medicina europea desde hace tiempo y que, al menos yo, aplaudo.

Para mí que el Opus Dei esté detrás de la clínica universitaria de Navarra no es importante, a dicha clínica la debemos juzgar como al resto de los hospitales que actúan así aunque lo que esté detrás de los mismos sea un fondo de inversión americano que lo único que busca es dividendo para sus accionistas. Y desde este punto de vista no me parece ni mejor ni peor que el resto de la sanidad española que es muy buena tanto en la parte pública como privada. Lo que sí parece es que es más arriesgada. Cada uno debe valorar lo que busca.

Creo que es necesario pensar en qué es importante para nosotros. Saber hasta dónde queremos llegar en la lucha con la enfermedad, en el convencimiento de que realmente hay un momento en el que la ciencia no tiene todavía todas las soluciones y deberíamos saber enfrentarnos a la cercanía de la muerte con tranquilidad. Entiendo sin embargo a los que les resulta difícil no hacer nada, no intentarlo hasta el final y recurren a estos centros.

Lo que sí debemos tener claro es que la decisión es del enfermo y sus allegados; conocen todos los riesgos, firman todos los consentimientos y no me parece por tanto lícito reclamar luego si la cosa no ha salido como se esperaba. Sería jugar con dos ventajas: me arriesgo y si sale bien ok, pero si no, denuncio a los profesionales. Antes de empezar el partido hay que poner las reglas y luego aceptarlas.

Un abrazo,

Sonsoles