Después de 18 años, de creerme inútil, incapaz para responder a las exigencias de una vocación, fracasada, hundida anímica y emocionalmente... resulta que compatibilizo una vida laboral intensa con una familia de cuatro hijos, a cada cual más estupendo. Me pregunto si es que las personas cambiamos y de repente "valemos la pena" o hay algo que no logro comprender. Después de cinco años como numeraria, un C. de estudios y un camino emprendido con ilusiones, desgarros y valentía me dicen, como a Emeve, que no estoy capacitada para afrontar esta vocación (palabras de un psiquiatra) y deciden mandarme de vuelta a mi casa. Y lo peor de todo, es que aún siento una cierta dependencia, no estoy desvinculada al cien por cien, aunque creo que es lo mejor que podría hacer...
El ver a tantos/as que lo han pasado tan mal, como yo o peor, me está ayudando a replantearme muchas cosas; al fin y al cabo con algo más de veinte años es más fácil comenzar una nueva vida...
¿Quién decide si alguien tiene vocación? ¿Los directores? ¿Uno mismo? ¿Dios?
Y... luego, ¿quién decide que has dejado de tenerla o que nunca la has tenido? ¿Un psiquiatra? ¿Los directores? ¿Uno mismo? ¿Dios?
Opacan