Mortificación. Para Josentonio.- Adri
Fecha Monday, 20 February 2006
Tema 090. Espiritualidad y ascética


 
En tu último envío leí algo profundamente desatinado y carente de cristiandad como es la defensa de la mortificación corporal.
 
Empecemos por llamar a las cosas por su nombre y sería bueno que en lo sucesivo no usaras eufemismos como decir que “se invita” a los numerarios y agregados a usar los instrumentos de mortificación con un fin ascético. No faltes a la verdad: no se les invita, SE LES OBLIGA A CUMPLIR CON ESA PRÁCTICA. Y otra palabra que se usa equivocadamente (ex profeso, estoy segura) es la palabra mortificación cuando en realidad es autoflagelación.
 
La autoflagelación fue prohibida por la Iglesia después del Concilio Vaticano II, causarse daño físico es tan pecado como el masoquismo con fines eróticos. De hecho ninguna orden religiosa, ni movimiento eclesial ni congregación alguna impone el uso de tales instrumentos y si algunas pocas quedan lo hacen en forma voluntaria; y no vale el argumento de que la Madre Teresa o Pablo VI usaban cilicio porque es algo que ellos públicamente jamás dijeron. Fijate bien que la única institución que dice saber que ellos usaban esos instrumentos es la obra ¿alguien vio una foto de la madre Teresa o del extinto Papa Pablo VI con un cilicio o dándose azotes por el traste?
 
Muchas veces he leído notas y reportajes a la Madre Teresa y he leído acerca de la mortificación (la bien entendida) en el sentido que ella y sus hermanitas usan el mismo hábito invierno y verano, que solo tienen dos conjuntos livianos y nada más; y que ofrecen a Dios el frío o el calor que pasan según la estación como muestra de su labor con los necesitados y como signo de pobreza. Eso lo veo análogo a las sandalias de los franciscanos, que haga frío o calor las llevan siempre como señal de pobreza y desprendimiento. Dios es nuestro Padre y un padre jamás querría que sus hijos se provocaran daño físico o se auto flagelaran como demostración de amor a Él.  “Misericordia os pido, no sufrimientos...” dice el Evangelio.
 
En ambos casos hay una gran diferencia con el opus: son órdenes religiosas con normas conocidas y abiertas a todo el mundo. A ningún aspirante a franciscano se le habla de “planos inclinados” ni se le dice que será un cristiano corriente... para después salirle con normas aberrantes e incongruentes con la dignidad humana.
 
Las constituciones franciscanas están al alcance de quien quiera leerlas y lo mismo las de la congregación de Madre Teresa; no tienen documentos ocultos ni se modifican datos según “convenga”. A ningún franciscano que se va se le trata con desprecio ni se le considera fuera de la Iglesia ni se le amedrenta con que va a ir al infierno; es más: hay asociaciones de ex franciscanos, ex benedictinos, etc. y ex religiosas donde periódicamente se juntan a confraternizar y compartir momentos agradables con los hermanos que siguen dentro. En ninguna orden religiosa se habla con desprecio de los casados considerándolos “clase de tropa” sino que se los respeta y aprecia por ser quienes dan vida a nuevos cristianos a través del amor conyugal.
 
Y el detalle más importante: la obra no es una congregación, ni una orden religiosa, ni un instituto secular (lo fue en algun momento) y el mismo fundador decía que en su institución “no había votos, ni botas, ni botines, ni botones”. Los numerarios/as canónicamente no son religiosos/as ni tienen sacramentalmente el Orden Sagrado, así que si son cristianos corrientes no caben normas de extrema dureza ni prácticas ascéticas.
 
Entonces Joseantonio no pretendas confundir las cosas y no trates de buscarle el lado “dulce” a la Cosa ni justifiques la autoflagelación poniéndola en el equivalente de un entrenamiento, una cirugía estética o una dieta. Una persona se entrena porque quiere, se opera la nariz porque quiere y se pone a dieta porque quiere. No hay un “superior con gracia de estado” que te exija ponerte a dieta ni operarte ni hacerte deportista de alto rendimiento en pro de “un fin superior”. Esas cosas se hacen a entera voluntad y satisfacción.
 
Y ya que estamos... la satisfacción y el placer no son pecados inmundos, son cosas propias de cualquier ser humano de cualquier credo. Los excesos lógicamente no son buenos para nadie, pero nada tiene de malo pasarlo bien y ser alegres. Dios no nos trajo a este mundo a padecer sino a ser felices, a crecer, desarrollarnos y disfrutar de la vida con plenitud.
 
Estás muy equivocado si tu concepto de “buen cristiano” pasa por proporcionarte el mayor sufrimiento y la vida más difícil. Dios nuestro Padre quiere nuestra realización plena y nuestra alegría, no que nos autodestruyamos.
 
Saludos cordiales,
 
Adri








Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=6961