Anécdotas varias y una propuesta de crionización.- Satur
Fecha Monday, 13 February 2006
Tema 100. Aspectos sociológicos


 Bastian tiene razón cuando escribe: Esto de cómo las anécdotas van pasando de boca en boca hasta terminar pareciéndose poco al original, se daba mucho en mi época de numerario, y yo fui víctima de alguna de esas metamorfosis "literarias". Así que no tiene más importancia. Pero hay que ser más amigo de la verdad que de Platón, o del perro del Platón o del cerdo de Pitágoras, o como fuera o fuese la cosa célebre que todos habéis pescado”.

 

Es cierto que las anécdotas van de boca en boca y acaban por no tener ningún parecido con el original… conmigo, y con otros, ha sucedido y he decidido no negarlas. ¿Para qué?, aunque lo niegues, la especie corre de boca en boca por tertulias de convivencias, anécdotas de cursos de retiros, corrillos piratas a altas horas de la noche, comedores de colegios mayores. Y en esa mayonesa ya no hay manera. ¿ Pero qué importa?: en muchas tertulias se cuentan historias divertidas, simpáticas , desenfadadas, más o menos veraces, y que nos hacían pasar un buen rato. Con eso basta...



No creo que todas las anécdotas que he escrito, que son cientos, alguien se las tome ciento por ciento al pie de la letra: es cierto el fondo de la anécdota –y puedo dar nombres- pero no el modo de escribirlas. Allí uno se recrea, y no por cebarse, sino por pasar un rato divertido. Soy de los que piensan que reírse de uno y de la opus, y de muchas cosas, es la mejor terapia para ver las cosas con cierta perspectiva: si no la vida es muy, pero que muy dura. La vida, tomada en serio, es una mierda.

 

Pero hay gente que se toma todo muy en serio.

 

Antonio Valero, que en paz descanse, contaba la historia de un numerario que recién pitado, acaba de escribir la carta, se fue de vacaciones con su familia a Mallorca. Al director se le olvidó explicarle a fondo el asunto del celibato carapato: que no podía salir con chicas, lo de la guarda del corazón y todo eso. Y el chico se pasó allí dos meses. A la vuelta –contaba Antonio– hizo la charla. Y, ante el asombro del que le escuchaba, el tío largó: jolínes, pues estuve de fiesta en fiesta, de juegos en la playa, con los amigos y amigas. Intenté cumplir las normas, y sentía que el Señor estaba conmigo. Un día, bailando un lento con una antigua novia mía pensé “joder, Manolo, tan frívolo por fuera y tan entregado por dentro”.

 

De esa frase – antológica – Antonio hacía todo una exposición.

 

A mí esa sentencia me ha dejado huella: joder, Satur, tan frívolo por fuera y tan entregado por dentro. Porque sí que pasan cosas en la vida de cada quién, pero algunos, esos que todo se lo toman en serio –hasta sus “grandes caídas”-, no saben decir “tan frívolo por fuera y tan entregado por dentro” y te sueltan “pues una tarde de primavera se me aflojaron los tornillos y en unas curvas peligrosas se me rompió la dirección y me lancé al bello precipicio– casi a sabiendas. Y murió mi corazón, roto, destrozado, desesperanzado y descacharrado. Me morí un día tal del año tal a las tal de la tarde, como tantos otros: aunque continúo yendo a trabajar, ando, como y respiro. Pero ya nada es igual.

 

Pues vale. Pues qué pena, chico, muchacho, chico.

 

Pero, ¿es verdad la anécdota?, ¿exactamente fue así?, ¿realmente ocurrió?. Pues no lo sé. Yo sé quien la contó, y el lugar donde la narró, pero estoy seguro que está muy cambiada… me da igual: me lo hizo pasar muy bien, y me sirvió. Allí no queda mal la opus, ni el tío de Mallorca, ni Antonio.

 

Me contaron que en Valladolid de un centro fueron a Misa a su parroquia a las ocho de la mañana porque el sacerdote de la residencia atendía un curso de retiro. Y por mucho amor de Dios que se tenga a esas horas uno no está muy fino. Somos muchos los que a primera hora de la mañana eso de amar a Dios nos cuesta bastante .Es más, a esas horas no hay que tomar ninguna decisión en ningún sentido .Yo mismo, a las siete de la mañana con La Piedra no estoy para zarandangas: decir “te quiero“ con una halitosis que parece que te has comido un calcetín no es bien. Allí estaban los nueve del centro todo piadosos, y al llegar el salmo responsorial el cura dice.

 

-  El Señor es mi pastor, nada me falta. –Y se queda mirando a los fieles esperando respuesta.

 

Allí no contesta ni Tarzán. Vamos, que les parecía muy bien que el Señor fuese el pastor del cura.

 

El sacerdote guarda un profundo silencio, y mirando a la peña dice.

 

- Parece mentira que estemos nueve personas aquí y nadie participe del sacramento…

 

Y, entonces, y solo entonces, se escuchan las voces de nueve tipos que contestan muy decididos.

 

- Parece mentira que estemos nueve personas aquí y nadie participe del sacramento.

 

No sé de qué salmo es el responsorio ése, pero el cura se quedó como mi padre una tarde al llegar a casa y nos vio a mi hermano y a mí jugando al socatira con una corbata suya que costaba un pasote de las antiguas pesetas. Era la corbata para los días solemnes. Pues eso.

 

¿Es cierta la anécdota?: pues ni idea. ¿Sucedió realmente en Valladolid, o también se cuenta de Córdoba, y de Santiago de Chile, o de una convivencia en Tolnabo de Arriba. Yo no la presencié.

 

Pero sí que podría ser. Sí que es posible el darsen a esas horas actos reflejos, contestaciones automatizadas y situaciones cómicas. Yo vi, ya lo conté, a uno ayudando en Misa que fue al lavatorio sin la jofaina que recoge el agua que discurre entre los deditos del sacerdote. Y el sacerdote no cayó en el detalle. Y allí que te ves a los dos, el uno derramando el agua, el otro, todo unción, moviendo los dedetes y el agua cayendo al suelo cantarina y caprichosa. Cuando el cura se dio cuenta ya no había nada que hacer así que cogió y le salpicó graciosamente el agua de los dedos en la cara del ayudante. Buena salida.

 

¿Ustedes vosotros se creen eso?. Quizás ahora se cuente que el agua inundó el oratorio, y que hubo que ir a buscar fregonas, y que el cura gritó “¡¡¡una barca, una barca!!!, y que aquello parecía Venecia.

 

Las anécdotas sirven a veces sólo para divertirsen, o para ilustrar una idea, otras como una manera de ver la vida – la famosa anécdota elevada a categoría. Depende.

 

Lo que ya no es anécdota son algunos escritos, algunos modos, algunos criterios. Eso no son anécdotas, aunque provocan muchas anécdotas… no siempre divertidas, en ocasiones tristes y, a veces, dramáticas. Eso sí que es verdad, como el perro de Platón, el cerdo de Pitágoras –no sé qué manía les tienes, Bastián, para llamarles perro y cerdo a dos grandes del pensamiento mundial pero, en fin, si no los puedes ver, pues no los puedes ver… o la burra de Balaam, que no sé que hizo esa señora para que también todos la llamen burra. Bonita manera de pasar a la Historia.

 

Lo que no es anécdota es afirmar de modo universal y para todos que la entrega a Dios en el opus dei es una y para siempre, que basta haberla visto una vez, a los catorce, a los quince o a los dieciséis, durante un segundo, como un chispazo, y que ya no se puede volver la cara atrás, dejar las manos del arado, porque se traiciona a la obra, a todos tus hermanos, a la Iglesia y a Dios. Pues no: ¡¡¡vaya mentira!!!. Mentira de las gordas. ¿Desde cuando la duración, el durar por durar, es un criterio de valor, o de amor, o de vocación?. ¿No es igual de hermosa la flor de un día, por muy fugaz que sea, que el árbol añejo?. ¿Qué he traicionado cuando he buscado otro camino que lleva al mismo sitio?. Por el hecho de que nos arrastremos entre miserias y vanidades, ¿de verdad os creéis que uno se olvida de quién quiere ser, de quién fue, y a qué aspiró?. Sí, bastantes permanecemos fieles a la alegría de esa primera entrega que no fue, porque lo más sensato era que no saliese adelante, fieles al amor entrevisto en un rayo de luz… pero no intentamos reproducirlo artificialmente a base de normativas que dejan seco el corazón y de tonterías regladas por gente pelín escrupulosa.

 

Algunos llevamos esa luz, pero no para reproducirla, sino que la colocamos fuera del tiempo, en lo más profundo del alma. Porque la duración no es la medida ni la tumba de nuestra alegría y de nuestro amor: es su prueba.

 

Fuera aparte hay un tema que me ha dejado como Krischner, con un ojo para leer y otro para repasar, y es el fotoshop de Martina Tudela, Nicole, o MM, o como coño se llame la chica, a Carmen Charo 

 

 

y a Agustina:

 

 

 

 

¡¡¡Esa mujer está como el mapa de Bonanza!!!. Desconozco quien es su directora, una santa fijo, pero propongo que la congelen y esperar a que la ciencia avance a ver si a lo de Martina Tudela se le encuentra solución. Hay una empresa –la Arcor Life Station Foundation– que te congela, te abate a no sé cuantos grados bajo cero, te crioniza, y hala, a esperar. Martina Tudela sería pionera de una nueva Iglesia: la Triunfante, la Purgante, la Militante, y la Congelante. ¡Sería la primera!... porque no creo que Walt Disney fuera muy católico. Mira, se me ocurre que podría hacer apostolado con Walt, ya que sabe hacer dibujitos con Carmen y Agustina .

-          ¿Waaaalt? – así en bajito -…¿Walt?.

-          ¿Qué quieeeeeeres?.

-          Mira que dibujos tengo más chulis…. ¿qué de podríamos hacer una película con Carmen y Agustina de protas?

-           No me des el coñazo, Martina Tudela, que llevo aquí más de medio siglo y estaba muy tranquilo… ¿porqué no te lees el prospecto de la caja de Pescanova, el de las croquetas?, lo tienes en la parrilla de arriba, encima de tu cabeza: yo me lo sé de memoria.

-          Oye, Walt, ¿te has fijado que la luz de la nevera no se apaga cuando cierran la puerta?.¡¡¡Vaya timo!!!, y yo que pensaba que sí.

-          Oye, ¿porqué no te estás calladita un rato?.

-          Es que no puedo, soy muy apostólica…. Oye, Walt, y aquí hay algo asín como divertido.

-          Sí, los jueves son guays porque se abre la puerta y te rascan la escarcha y entonces, depende donde te rasquen, te lo pasas que no veas.

-          ¡¡¡Cochino, más que cochino!!!.

 

 

 







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