La confidencia de un excombatiente (1/2).- Spiderman
Fecha Monday, 13 February 2006
Tema 040. Después de marcharse


La confidencia de un excombatiente (Cap.1)

 

Enviado por Spiderman, 13 de febrero de 2006

 

 

Queridísimo director,

 

¿Nunca te has preguntado cómo debe ser recibir la confidencia de un excombatiente? Esta web que visitas “de estrangis” es un buen lugar para ello. Ésta es la última que hago en formato “oficial”. Seguro que adivino lo que estás pensando: “La ropa sucia se lava en casa, no vayas aireando tus intimidades…”. Tienes razón, no hay que airear las intimidades de nadie, y menos sin el consentimiento expreso del interesado, ya que eso se llama difamación, aunque se haga con el más noble de los fines. Ya sabes, el fin no justifica los medios. Como yo no me puedo difamar a mí mismo, entonces lo cuento aquí, sin problemas.

 

Empecemos...



En primer lugar el examen particular que tenía. Bueno, no lo recuerdo. El sacerdote que me está atendiendo en mi “fase terminal” me lo cambió enseguida y llevo seis meses con el mismo: dar gracias a Dios por todo. Ya sé que no deben durar más de dos semanas seguidas pero este cura se salta un montón de normas y ésta creo que es una de ellas.

 

Fe. ¿Sabes una cosa? Estos últimos meses he conocido unos cuantos excombatientes, porque a pesar de lo que tú digas, va a ser que no soy un caso raro y excepcional. Algun@s de ellos perdieron su fe cuando volvieron del Vietnam y un@s la recuperaron y otr@s aún andan totalmente desengañados. Yo doy gracias a Dios porque aún la conservo aunque, la verdad sea dicha, no ha sido fácil contener mi indignación en algunas ocasiones y no hacer pagar a Cristo y a su Iglesia por los platos rotos. Seguimos en ello. Encomienda.

 

Pureza. No te lo vas a creer, pero la cosa me cuesta mucho menos ahora. Tengo muchas amigas, algunas hasta me cuentan cosas bastante personales y eso para mí tan sólo supone una “ocasión” de ayudar. He descubierto que besar a una chica cuando te la presentan no es nada del otro jueves. También estoy más equilibrado emocionalmente: que una chica me mire a los ojos y me sonría no supone un terremoto interior, sino que simplemente es una chica que me mira a los ojos y me sonríe, nada del otro jueves tampoco. Quizá una sencilla muestra de afecto, no más. No tengo novia y, por primera vez en mi vida, no me siento solo por no tenerla. Me siento bien conmigo mismo y si tengo que conocer a alguien ya vendrá. Por supuesto que no soy de piedra y me gusta una chica. Sabes que siempre ha habido alguna y lo mal que lo he pasado a veces: es muy duro ser un “fugitivo”. Pues como te decía me gusta una, que tiene novio, pero a diferencia de lo que me pasaba en mis años de combatiente, no estoy todos los días pensando constantemente en ella ni preocupado por encontrármela al doblar cualquier esquina. Simplemente sigo mi camino, y si Dios quiere que ella y yo lo recorramos juntos pues ya se verá.

 

Vocación. Decirte que en este tema sigo igual que siempre, ya que mi vocación no ha cambiado. Con quince años tenía bastante claro que Dios me pedía ser santo en medio del mundo. Ésta es mi vocación y gracias a Dios todavía la conservo y me ilusiona. Mi vocación es precisamente lo que ha motivado mi marcha: ni me estaba haciendo santo (“un santo triste es un triste santo”, lo decía nuestro Padre) ni estaba en medio del mundo. Me dirás que no sois religiosos y que tú eres tan laico como yo… Jurídicamente los dos somos laicos, pero comprenderás que “estar en medio del mundo” es mucho más que una cuestión técnica, es una actitud, una mentalidad (sí, sí, la famosa “mentalidad laical”, pero de verdad).

 

Continuará...

 

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