A proposito de la anecdota de Satur.- Aquilina
Fecha Friday, 10 February 2006
Tema 100. Aspectos sociológicos


De vuestro correspondiente desde Italia

 

Queridos lectores de la web de habla española, yo no sé si es mi mal castellano que me engaña, pero tengo la sensaciòn de cierta hiper-susceptibilidad en las reacciones al ùltimo escrito de Satur, como si él asumiera y coincidiera –màs bien que denunciara- con la actitud antifeminista tan propia del opus y, hay que decirlo, también de tantos aùn fuera en el mundo normal.

 

A mi no me dejò esta sensaciòn, y cuando volvì a leer su escrito a raiz de estos comentarios, se me confirmò esta sensaciòn. Segun me parece, la tesis que Satur sostiene en su ùltimo escrito es que lo que en el opus se entiende como “ortodoxìa”, muy lejos de referirse a la fidelidad al espiritu de la doctrina cristiana, nos llevaba a todos, chicos y chicas, a asumir actitudes ridiculas y muy poco apropiadas a gente normal de la calle. Y esta tesis la expone con anecdotas que se refieren a ambitos exclusivamente masculinos, como la mili, y a otros femeninos, que por supuesto conoce menos directamente y por lo que, evidentemente, utilizò anecdotas de segunda o tercera mano, por lo que atrajo sobre sì los rayos criticos de unos cuantos.

 

Yo misma vivì –y creo haberlo contado alguna otra vez en esta web- el cepillar muy perplejo de un albañil siciliano, en los años entre ’74 y ’80 del siglo pasado, de unas decoraciones muy bonitas en un mueble de cajones que se utilizaba en el club de bachilleres y que representaban unas mujeres mitologicas con sus tetas al viento. Eran unas decoraciones de unos quince, veinte centimetros, en madera obscura, de cierto valor y que ademàs ni se divisaban muy bien, pero que tuvieron que sacrificarse a la pruderie de nuestra guarda de la vista.

 

Asì como yo misma vivì otra anecdota –esta vez referida a la secciòn masculina- en los seis meses que pasé en 1989 en Armenia (URSS, por entonces), ya fuera del opus. Como conté en otras circunstancias, fuì a participar –como ex en buen plan que era yo por el entonces- a una misiòn de emergencia post-terremoto con el ICU. En esta temporada organizaron también una convivencia de san Rafael a lo largo de unos veinte dias, y los acompañò un joven cura de villa tevere. Todos los participantes a la misiòn –los del ICU, pero también los militares italianos y los de la Cruz Roja que participaban de la misiòn italiana- sabìamos que el ordinario militar nos habìa dispensado en aquella temporada del ayuno eucaristico para comulgar (ya os imaginareìs: en tierra de gulags, perdidos en medio del Caucaso, sin cura fijo y a miles de kilometros de la màs cercana iglesia catolica...). Por ser la ùnica autoridad catolica del territorio, yo daba por supuesto que aquella dispensa era valida para todos los catolicos que nos encontrabamos en tierra de Armenia. Pero, como la ortodoxìa ante de todo, en la celebraciòn de la misa que tuvimos un domingo en el que los chicos de san rafael se habian ido de paseo por los alrededores y habian comido bocadillos y sin los horarios acostumbrados, el cura, al empezar la celebraciòn, recordò a todos los participantes al acto liturgico las reglas de la santa madre iglesia acerca del ayuno eucaristico y pidiò a los que no se encontraban en condiciones de no acercarse a comulgar.

 

Igual relacionado a esta aventura de Armenia, recuerdo aùn con asombro las dificultades a relacionar a los responsables del programa problematicas del proyecto sanitario que se referìan a las curas ginecologicas, que se rehusaban a escuchar con el mismo interès que sì daban a los demàs temas medicos, organizativos, etcetera.

 

Los escritos de Satur son como correspondencias periodisticas desde aquel otro mundo que conocimos: a veces los periodistas se toman unas cuantas libertades para ejemplificar las situaciones que quieren describir, pués no estàn escribiendo un tratado cientifico ni un parte militar: estàn intentando dar un testimonios de situaciones que viven como correspondientes que son. Enfatizar demasiado una occurrencia a lo mejor no muy acertada, perdiendo de mira todo el gran trabajo ejemplificativo y testimonial del que todos disfrutamos, me parece, màs que injusto, desproporcionado.

 

A mì me ha hecho reir tanto lo de la genuflexiòn ante el catedratico, pués yo misma experimenté a veces este reflejo acondicionado, y me encanta pensar que, aunque tan distintos, somos todos tan iguales y podamos condividir experiencias tan ridiculas.

 

No pienso que a Satur le haga falta ser defendido por nadie, pero me gusta que conste que su anecdota se puede leer también con otro espiritu.

 

Un recuerdo cariñoso para todos,

 

Aquilina









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