Campeones de la ortodoxia.- Satur
Fecha Monday, 06 February 2006
Tema 900. Sin clasificar


Ana recuerda una anécdota en su última correspondencia de cuando su vida en la Sim Fein. Lo cuenta así ¿Qué es la ortodoxia? ¿que no hay que usar preservativo? habla una de las imbéciles que no sólo se lo creyó sino que fue capaz de soltarlo en medio de cincuenta alumnos de 17 años el día que vinieron de la Junta de Andalucía a hacer propaganda del mismo para prevenir el Sida. (Qué peñazo con las conferencias del Sida, menos mal que ya se han dado cuenta de que estaba todo el mundo harto de oír siempre lo mismo en el instituto...) Jamás verás a la directora de la delegación haciendo las tonterías que esta que escribe fue capaz de hacer porque se tragó lo de la "ortodoxia".

 

Lo que escribe Ana es cierto: hay gente que no se corta un pelo. Va a lo que va, sin anestesia, sin escrúpulos ni ñoñerías. A saco...



Yo no hice la mili –mil gracias sean dadas a Dios-, pero dudo mucho que me pusiera en medio de un barracón con los brazos en cruz rezando las tres avemarías de la noche… no sé, me daría cortazo. Sin encambio, conocías peña que se plantaban allá en medio con los brazos en cruz, mientras cienes de tipos en pelotas merodeaban a su alrededor. A eso se le llama no perder la compostura. Eso le pasa mucho a los animales, que no pierden la compostura nunca: uno ve el desfile de las fuerzas armadas y cuando pasa la guardia montada observas a los caballos cagando auténticos trullos a destajo delante del Rey de España, del Presidente del Gobierno, de los ministros todos, y los tíos –los caballos, digo- sin cortarse, todo chulitos y emperifollados. Mientras que te imaginas desfilando de a tres a la Guardia Civil y varios números cagándose por el esfuerzo de hacer el paso de la oca, y ya verías tú si se pierde la compostura.

 

Conocí un numerata, lector y colaborador esporádico de Orejas, que le detuvieron en el servicio militar por desertar. Éste tampoco se cortaba. Exigió recibir la comunión a diario. Y allí que iba el cura acompañado de una tropa con campanilla, paño de hombros especial, soldados con velas, incensario, umbrela y el copetín, porque en el Ejercito, al menos entonces, Jesucristo tenía rango de General de Generales, de Almirante en Jefe, y de Jefe Supremo de la Junta de Jefes de todos los Jefes… normal, si es Dios, pues qué menos. Bueno, quizás me pasé de tropa, pero lo puede contar él.

 

Venga, hombre, cuéntalo, machote. Que sí, hombre, que nos le pasaremos bien.

 

Conviví también con otro que era lo más legal que he conocido jamás nunca. Era un auténtico campeón de la ortodoxia. Un día tenía salida cultural con sus alumnos. No era una clase cualquiera –eran alumnos de 1º de bachillerato del Instituto Che Guevara de una barriada en una ciudad industrial. El problema que se le planteó a nuestro hombre fue que la salida era un viernes de cuaresma y, muy pobablemente, las chicas y chicos llevarían bocatas de chorizo, choper y jamón de York (con lo mal que huele el jamón de York, por cierto). Y, ni corto ni perezoso, el jambo se presenta en el obispado y pide que el obispo conceda una dispensa de comer carne aquel día para los de su clase. El tío que le atendió no daba crédito a lo que estaba oyendo. Pues lo consiguió. Sí señor, le dieron un papel escrito con la dispensa del obispado. Y el notas va al día siguiente coge el micrófono del autobús, le da tres toques, toc, toc, toc, y anuncia.

 

-         ¡¡¡ Muchachos… tenemos dispensa del Obispo para comer carneeeeeeee!!!

 

La peña se le queda mirando estupefacta y alelada.

 

-         ¿Qué es eso de la “despensa de la canne”? – preguntan preocupados.

-         Pues que de podéis comer carne sin cometer pecado mortal alguno.

-         ¿Pecado mortal?... ¿canne?... -se miraban unos a otros aquellos que creían que las epístolas eran las mujeres de los apóstoles, que no tenían ni idea de que eran los viernes de cuaresma.

 

Pero como lo vieron tan emocionado y entregado a la causa todos a una corearon “¡¡¡ BIEEEEEEENNNN!!!, ¡¡¡HURRAAAAAA!!!, ¡¡¡ÉSE PROFE, ÉSE PROFE, JEY, JEY!!!. Y el tío lo ponía de ejemplo de apostolado y de dar doctrina en círculos, retiros y cursos de orientación familiar. Un crack.

 

En ocasiones, los numeritos eran provocados no tanto por razones ideológicas, o de ortodoxia, sino más bien por precipitación y atolondramiento. Son muchas las anécdotas del típico que pasa delante de la televisión porque tiene que atender el teléfono y le casca una genuflexión al hombre del tiempo que arde el basto.

 

Yo lo presencié en una entrega de becas en un colegio. La mesa estaba presidida por un consejero de Educación, a su lado, un tío que era muy sabio y que dio una conferencia sobre la influencia de la piel de foca en las zambombas esquimales católicas en el siglo XI, después el director del colegio, y luego el padre típico de APA, sí el que tiene cara de preocupación por la formación de sus hijos. A fuera aparte de la mesa había un ambón donde el encargado de curso citaba los nombres de los alumnos. Bueno, pues el profe ése va y al pasar delante de la mesa pega un rodillazo delante del Consejero que se oyó en Pernambuco. Pero allí nadie movió un pelo; vamos, como si fuera parte del protocolo. Aunque la cara de sorpresa del Consejero fue de aupa. El tío debió de pensar “joder, si soy Dios”. Un poco más y clausura el acto con un “hasta mañana, si Yo quiero”.

 

Eso pasa por las prisas. Las prisas no son buenas nunca, no hay más que ver a los gatos. Los gatos hacen el amor tan deprisa que se desmayan, mientras  a las gatas se las ve con una carica, como diciendo “pues, sí… pues, vaya…”. ¡Claro, gatito, tómatelo con calma!. Mordisquéale un poco el cogote, acaríciale el pelo, ronronéale algo al oído, tócale las ocho tetas… no sé, pórtate como se espera de un gato. Que vais de matones y de estiraos, y no valéis para nada.

 

Pues eso, que muchas veces por andar a lo loco nos pasan cosas que nos delatan.

 

Un médico de la opus se doctoró en Sexología y cogió nombre en los corrales: impartió cienes de conferencias sobre el particular en colegios, asociaciones de padres, aceitera, aceitera. Era un auténtico killer, un mártir de Alaska –bueno, esos de Palestina-, y cuando era invitado a mesas redondas en institutos las armaba de campeonato. Un día fue sobre la homosexualidad. Ya se sabe que los gays, cuando les das caña, se ponen muy agresivos. Les va más el Rosafumeiro. Y éste que cito, pues se puso a dar doctrina sin mirar donde estaba, con quien estaba, ni quien le escuchaba. Y tenía una frase, que a él le hacía mucha gracia, pero que era una sinrazón y una vulgaridad, que le gustaba repetir. Y la dijo: el agujero del culo, señores, está hecho para hacer caca, y no para otra cosa.

 

Yo no sé si ese agujero sólo estaba hecho para lo que dice que está hecho, pero las patadas que le dieron a la salida en su agujero debieron de sonar como los tambores de Calanda. Le dejaron el culo hecho un bebedero de patos. Pero esta gente disfruta con eso: es la doctrina, la ortodoxia llevada al martirio.

 

Y una última anéldota. Se contaba que sucedió en Zaragoza, en la facultad de Medicina. Y es que había un catedrático que era bastante guarrete impartiendo clases, y gustaba de contar barbaridades para escandalizar a las niñas… a las niñas que se escandalizan. El tío era como los directores de los telediarios, que son unos guarretes que les gusta sacar gente en bolas… que si una presentadora de un telediario ruso que lee las noticias desnuda, que si te sacan una playa y, no falla, te enseñan chavalas en top les, que si es un desfile de modelos de la pasarela Gaudí y justo justo va y sacan a una chavala con una cara de malísima leche, una mirada que acojona y unos andares de llevar un pedo de Four Roses del treinta y tres y, mira por donde, va con una teta fuera… y luego otra, y otra, y otra. Pues, a lo que iba, que me pierdo, que el catedrático éste era un guarrete. Y en una de las clases suelta:

 

-         Pues en Marruecos, al parecer, los hombre tienen  de pene una media de treinta centímetros de largo y tres de ancho.

 

Y dos hermanas nuestras que allí estaban dan carpetazo a su cuaderno de apuntes indignadas por semejante comentario, se levantan y se van. Y cuando estaban en medio del aula el cátedro les dijo con acento aragonés.

 

-         ¡¡¡Pero, chicas, ¿dónde van?, que el avión a Rabat no sale hasta las cuatro de la tarde!!!.

 

Y el aula se vino abajo.

 

Satur

 

Nota de Agustina. Querido Satur, hoy te has pasado un pelín así que comprenderás por qué no he colocado la "afoto" que enviabas para documentar la última anécdota. Y digo yo que si no se levantarían también algunos "hermanos nuestros" al oir la grosería del cátedro hacia dos mujeres, fueran o no de la obra... o posiblemente también podrían haberse levantado heridos en su orgullo por aquello de que ciertas comparaciones son odiosas... Me debes un four roses, te recuerdo. Besos, Agustina







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