Varios encuentros y una película.- Satur
Fecha Monday, 30 January 2006
Tema 040. Después de marcharse


VARIOS ENCUENTROS Y UNA PELÍCULA

 

 

Esta semana, por esas cosas que pasan, varios encuentros y una película me han dejado con una sensación extraña. Se repite demasiadas veces la misma escena en muchos orejas: da igual los años que estuvieron allá dentro, todos tienen sus secuollas… pesadillas, miedos, fobias, angustias. Tatuajes de todo tipo. Una rebeldía que no quiere dejarse atrapar por el olvido. Unas ganas de dejar memoria de quién se fue, qué sucedió y cómo se sobrevive a eso.

 

Es como cuando observas fotos de gente en la Torre de Pisa, que no hay manera de ver a nadie que se ponga normal. Todos hacen tonterías. Yo no sé qué tiene esa Torre que lleva a hacer el imbécil a todo el mundo, inclusamente a tipos de lo más circunspectos y serios: que si la manita sosteniendo el monumento, que si poniendo la espalda para que no caiga… y todos con cara de tontaina. Es algo fantástico. Pues algo parecido sucede con la Opus y Orejas: basta darse un paseo por muchas confidencias que aquí se leen para comprobar que la Torre Opusina hace que bastante peña se ponga en posiciones mentales, espirituales y biográficas algo extrañas. Será que la Torre también está inclinada y no es tan chachi como pretende.

 

La película es Crash. Una de ésas donde se cruzan varias historias de personas anónimas, en un mundo más anónimo, difícil, en la sopa donde vivimos todos. Biografías que te atrapan y sobrecogen. ¿Qué es lo que hace que te quedes un buen rato sentado viendo los títulos de crédito y preguntándote quién te acaba de dar una buena mano de bofetadas durante hora y media?. Una película que te coge por las solapas, así a bulto, y te da dos sopapos para ver si espabilas. Y es que allí todos son, simultáneamente, héroes y villanos, santidad y miseria, grandeza y pequeñez, luz y sombra, amor y egoísmo, valentía y humillación cobarde. Cada historia, cada persona, muestra lo mejor y lo peor de ellos mismos… y caes en la cuenta de que cualquiera de nosotros somos eso mismo: cualquiera de nosotros puede ser uno de ellos. No es fácil escapar a lo mejor de nosotros, y a lo peor, todos los días. No somos más que lo que somos: una mezcla de cosas buenas y malas, de azar y providencia… no somos gran cosa, esa es la verdad, pero si uno se acepta, probablemente, la vida es más bella. La belleza, ¿quién lo dijo?, salvará el mundo.

 

Cuando uno lee la carta de Antonio Esquivias al Cardenal Lucas Moreira, y la contestación recibida – distante, cobarde, fría – uno no puede menos que pensar que ese retazo de biografía que allí se cuenta, de una sinceridad que conmueve, es una historia más donde se mezcla lo que cada uno es: a él le toco esa vida, esos senderos, donde hay de todo. Como la de cada quien, la de cada cual, la de todos. La historia de Antonio también cabría en esa película, y la veríamos con los ojos que Dios ve las cosas y las personas. ¡Quién tuviera esa mirada!

 

Sabemos que el mar es un pasmo, y la música que le acompaña, que la selva es lujuria y que la noche puede acariciar. Sabemos que la risa de un niño perfuma la vida, que si uno tiene la suerte de haber sido amado, y el amor le besa, uno se queda temblando para siempre. Sabemos eso, y también que en mi casa a veces falta una mesa, que alguien tose cerca de nosotros su noche más triste, que hay un concierto de perros sueltos en algún lugar. Y sabemos que Dios es un Poeta que crea el Verso que abraza a todo el mundo, que le acoge, le venda y le cura . Dios escribe Padrenuestros donde se habla de ofensores y ofendidos, de librarnos del mal, de pan, de no dejarnos caer en la tentación. Un Poeta que sabe mucho de quienes somos, de qué pasta estamos hechos.

 

No deseamos lo peor de nosotros mismos, la nada, pero sucumbimos ante ella. Y es así porque lucidez y debilidad tienen la misma fuente. La verdad es que hay algo en nuestra condición que hace de muchas de nuestra inclinaciones, buenas y malas, algo mecánico, automatizado y previsible. Lo mecánico llega un momento que ya no hace ilusión, pero el funcionamiento de los mecanismos es inexorable y fatal. Es lo que tiene estar hecho de cuerpo y alma: comemos, dormimos, soñamos, vamos aquí y allá, nos inclinamos a las mismas cosas, tendemos a los mismos hábitos, rutinas y afectos.

 

Para muchos la fuerza de sus hábitos ha llegado a ser tan grande, es tan potente su fuerza de gravedad, que asisten como  espectadores encadenados a la comedia que se desarrolla en ellos…vemos con repugnancia todos los hilos que nos mueven, pero somos incapaces de romperlos. Esta clarividencia, sin embargo, no es fatal, triste, sin salida. Es el primer paso para aceptarse y estar cerca de ese pródigo que sabe que lo que come es mierda. Ya es algo.

 

A la Opus le pasa que quiere que se le juzgue y se le mire por lo que ella cuenta de sí misma. Su formación tiende a tirar por elevación , en un angelismo que no va a ninguna parte. Poco dura esa estructura que soporta mal esa otra parte de nuestra condición, la débil, la pecadora, la mezquina y egoísta.

 

Su gran peligro es presentar el bien no como un elemento de nuestra naturaleza, al menos tan auténtico como el mal, sino como una máscara sin realidad. Es preferible estar “mezclado” que “enmascarado”. Todos los hombres somos una mezcla de bien y de mal, de blancura y podredumbre . Sois como todos los hombres, os pasan las mismas cosas que a los demás y, sin embargo, queréis que os identifiquen por entero sólo por vuestra virtud. A vuestro Padrenuestro le falta la segunda parte : ¿de qué pecados hay que libraros a vosotros?, ¿qué ofensas hay que perdonaos?, ¿qué tentaciones tenéis?, ¿de qué mal se os ha de librar si no reconocéis nada? …¡ojo!, en cuanto no consigáis mantener el engaño os identificarán por entero con vuestro pecado, que se llama hipocresía.

 

Sois como mi ordenador, que en cuanto escribo “querido”, ¡pimba!, me sale un clip con cara de tontolculo y me dice “ ¿parece que va a escribir una carta?, ¿necesita ayuda?, ¿quiere que le eche una mano?”. Muy chachi el tío. Y muy palizas. Pero yo no quiero escribir una carta, listo, ni que seas tan simpático y tan perfecto, ni que te me pongas a darme lecciones poniéndote en medio de la pantalla a tocar los cojones con esa sonrisita. ¿De qué te ríes, qué es lo que tanta gracia te hace?, ¿tan gracioso es ser un clip?, pues no le veo la gracia. Además, si quisiera que alguien me ayudara a escribir una carta, vamos, lo último que haría es pedírselo a un clip chulito que se mete donde no le llaman. Tú lo que quieres es ordenarme a tu modo y presentarme como tú quieres que me presente, arreglarme la vida.

 

 

 

 

 

Y yo lo que quiero es que al corazón le llegue un poco de sangre. 

 

Satur









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