Sin ánimo de agotar el tema ni de aportar el más mínimo rigor, te aporto, Querido Vier, mi opinión con respecto a la denominación de numerario, supernumerario, etc...

En tiempos, esa denominación era plenamente coincidente con los distintos niveles docentes universitarios. Una cátedra era ocupada por su titular, el catedrático numerario o de número, dedicado en exclusiva a ella. El catedrático supernumerario tenía una dedicación menos exclusiva y su denominación hacía alusión a la excepcionalidad de su estatus más que a una cuestión jerárquica. La masificación de las universidades (por entonces todas públicas en España) obligó a crear nuevas figuras en torno a la de catedrático numerario, como era la de agregado, adjunto, etc... e, incluso, profesor no numerario (el famoso PNN de los setenta, que cobraba tarde y mal, cuando cobraba). Las cátedras, antes unipersonales y superexclusivas, se organizan en departamentos de los que el catedrático numerario se constituye en jefe y es de entre uno de éstos de entre los se nombra al decano y al rector, en su caso.

En la actualidad todo esto ha desparecido. En las universidades públicas sigue existiendo el catedrático en sus distintas denominaciones y estatus, pero en ellas, ya autónomas, y en las privadas, existen nuevas figuras, como la del profesor asociado, profesor emérito, lector, etc... en las que uno puede encontrar muchas más posiblidades de encaje que en la tan rígida estructura anterior. ¿Puede que vaya por ahí también una posible reforma? Claro que cualquiera de los estatus y denominaciones a las que podamos nosotros acceder ya no serán nada comparadas con la de Gran Canciller.   

Kaiser