Kaiser, por de pronto, lo que se me ocurre en este momento es que la vocación es un tema fundamental cuando está viva la "otra parte". Sin entrar en demasiadas complejidades, creo que en la medida en que desaparece la Obra como entidad moral, desaparece la vocación. Es decir, yo no siento que "me fui" de ningún lado, sino que la Obra desapareció, que se desintegró moralmente delante de mis narices.

Creo que como tal, la vocación muchos la hemos tenido y la tendríamos en la medida en que la Obra no hubiera sido un fraude (de ahí la grave responsabilidad de quienes dirigieron/dirigen esa institución). O sea, toda esa demonización proyectada en quienes "se han ido", se vuelve en contra de quienes han tenido la responsabilidad de dirigir esta institución. 

Y yo al menos no tengo una segunda vocación para hacer posible nuevamente aquella otra primera vocación. Ni me inquieta más el asunto.

Lo cual no quita que sea una pena, una gran pena que la Obra fuera un fraude, porque creo que había muchas personas con vocación a realizarla.

Es extraño, pero siento haber tenido vocación para algo que nunca fue realidad sino promesa incumplida. Eso sí que es extraño. Y para lo que fue y es la Obra, no creo que exista una vocación realmente.

Saludos,
E.B.E.