Permítame usted dudar, Enrique J. Campero.- Miguel Ángel
Fecha Wednesday, 25 January 2006
Tema 020. Irse de la Obra


Acabo de leer tus correos del 18 y 22 de enero, y quisiera hacerte unas puntualizaciones.

 

En primer lugar, siguiendo las enseñanzas de la obra, lo que no quisiera que supieras: ya perdonarás, pero me permito poner en duda tu situación, la de ex. Por supuesto que puedo estar equivocado, pero vamos, eso que cuentas de que vas a los centros como Pedro por su casa, te saludan, te agasajan... no sé, muy distinto a la vivencia de ¿todos? aquí. Casi falta que dijeras que montaron una fiesta de despedida y todo. Insisto, puedo estar muy equivocado, en cuyo caso no tengo reparo alguno en pedir perdón, a la cara y como haga falta. No es mi estilo el de la prelatura para esto.

 

Personalmente me huele más a un nuevo modo de entrada de la gente de la obra a la web. Hacerse pasar por ex, contradecirnos para que parezca que en esta página nos descalificamos entre nosotros mismos, y diciendo cosas del estilo de las que has escrito. Que allí les siguen queriendo como si no hubiera pasado nada, que allí todos se van en buen plan, salvo alguna excepción... ¿Que allí tienes amigos?. Si estás, perdón, has estado dentro, sabes perfectamente cuál es el sentido de la amistad en la obra, y que lleva fecha de caducidad incorporada.

 

Podrías explicarnos, como ha hecho aquí casi todo el mundo cuando se presenta, cuándo pitaste, cuánto tiempo estuviste, por qué te fuiste... Por supuesto que son cosas muy personales tuyas, claro está.

 

Ya te lo han comentado algunos antes que yo: a los que dicen que aquí se cuentan mentiras, les rogamos que las señalen concretamente, con fecha, autor y texto falso. Y hasta ahora no ha habido ninguno que lo haya hecho. Nadie de los de dentro, o ex-en-buen-plan han citado un solo testimonio concreto tachándolo de falso. En tu segundo correo, para colmo, indicas que no usas la vida de ninguno de nosotros para enarbolar tu propia bandera por no tener nuestra autorización pero, eso sí, te permites calificarnos de no ciertos e injustos.

 

Sobre la voluntad para entrar y para salir, ahí si que te puedo dar en parte la razón. Tuvimos voluntad de entrar porque nos maravillaron ciertos aspectos externos de la obra. A nadie le amarga un dulce, que era lo que veíamos. En cuanto salimos, por supuesto que en muchos casos fue también por nuestra propia voluntad, faltaría más, porque aquello que vimos no era tal como se nos mostró al principio. Y digo “muchos casos”, pues aquí hay testimonios de gente que los echaron, que les enseñaron la puerta cuando ya no les interesaban. No sé que tendrías que decir al respecto.

 

Hablas de la responsabilidad de nuestras decisiones de entrar y salir de la obra. De los que nos fuimos sin ser despedidos, es una responsabilidad total, no hay duda, fuimos conscientes de lo que hacíamos, teníamos, por fin, conocimiento de causa. Y nos fuimos por mucho que nos dijeran las mil y una. Para entrar, yo tengo mis dudas: ¿qué responsabilidad pueden tener los que han sido atraídos mediante engaño?.

 

Me hace gracia que compares la vocación a la obra con el matrimonio. Ya te lo han explicado antes también, el matrimonio es cosa de dos, y eso tiene mil facetas. Una de ellas, que nada está escrito en vademecums ni en glosas, que ha de existir un cierto equilibrio. Te casas con una persona que cuando la conociste mostraba unas grandes virtudes. Pasado el tiempo descubres que era todo fachada, ahora se muestra en su auténtica realidad, imagina aquí cualquier cosa, y tu vida junto a esa persona es un infierno. ¿Qué harías en ese caso?. ¿A lo dicho, pecho?.

 

Finalmente, preguntas si está mal sentir pena. De qué sientes pena, ¿de nosotros y  lo que nos ha pasado, o de que digamos lo que nos ha pasado?.

 

Un saludo. Miguel Angel.

 









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=6761