Un claro avasallamiento de las conciencias.- Roberto_2
Fecha Monday, 23 January 2006
Tema 050. Proselitismo, vocación


Hola a todos:

He descubierto hace pocos días este sitio web, que me ha aportado algunas reflexiones útiles.

He sido numerario durante 14 años. Ahora tengo una familia y dos hijas pequeñas que me hacen muy feliz. Aunque en los años pasados en la Obra he aprendido muchas cosas positivas, que no hubiera aprendido de otro modo, me alegro de haber dejado ese camino, que me resultaba asfixiante y sin sentido. También debo decir que sigo siendo praticante y que trato de mantener un cierto nivel de vida espiritual, compatible con mi nueva situación.

Lo que quisiera comentar es que, de las críticas a la Obra que se mencionan en el sitio, hay una que me parece esencial (las demás son secundarias o discutibles): el abuso del argumento de la vocación divina personal.

La realidad es que (a menos de tener una revelación divina directa) nadie, ni siquiera el Papa, puede saber con certeza lo que Dios quiere concretamente de cada persona, fuera del cumplimiento de las normas morales generales y de las que corresponden a la situación específica en la que uno se encuentra. Ahora bien, en la Obra, desde el primer día en que se pide la admisión, empieza el martilleo mental de que Dios quiere que uno siga ese camino concreto. Tanto en las meditaciones y círculos, como en la dirección espiritual y en la formación que se recibe en general, está omnipresente esta idea. Incluso los pasajes del Evangelio que se refieren a la vocación cristiana son aplicados a la pertenencia a la Obra, como si ambas cosas estuvieran a un mismo nivel.

Esto es claramente un abuso, porque se afirma en forma dogmática e indiscutible algo que en realidad no se sabe, ni de hecho se puede saber. Más aún, el solo pensamento contrario a la vocación a la Obra se presenta como algo grave, que debe evitarse con la mayor energía, tal como se evita un pensamiento contra la pureza. Lo cínico del tema es que, si uno logra la autocensura mental para no dudar de que tiene que seguir en la Obra, y persevera así varios años, luego se le dice que… ¡ese solo hecho ya es una prueba de que tiene la vocación!

En mi opinión, la única forma de saber lo que Dios quiere concretamente de uno es a través de la oración personal. Si, en la presencia de Dios y después de haberse tomado el tiempo para considerar el tema con calma, uno llega a la convicción de que la Obra no es el camino a seguir, entonces, se tiene todo el derecho del mundo a dejarlo. Porque, en definitiva, no es posible santificarse donde se es irremediablemente infeliz.

El problema es que en la Obra se ve el abandono de este camino como un mal intrínseco. De esta forma, se absolutiza algo que en realidad es relativo. Lo único que interesa en verdad es seguir en la Iglesia, ser fiel a Dios y crecer en virtudes. La Obra (como cualquier otra institución de la Iglesia) es un simple medio, no un fin en sí. Afirmar lo contrario es propio de una mentalidad sectaria.

La pregunta que me queda pendiente es: ¿cómo es posible que la Santa Sede haya aprobado esta forma de actuar, que supone un claro avallasamiento de las conciencias?

La respuesta que se me ocurre es que las autoridades vaticanas sólo han tenido en cuenta lo que aparece en "los papeles" y no en la praxis real de la Obra. Los diversos documentos oficiales de la Obra, si bien mencionan la vocación divina, siempre insisten en que todo se basa en el mayor respeto de la libertad personal, de que no hay ninguna forma de coacción, de que “las puertas están siempre abiertas para salir”, etc. Pero la praxis real, no escrita (o escrita, pero de un modo sutil, no fácil de descriptar para quien no está en la Obra) no es esa, sino todo lo contrario: una vez que se ha entrado, se hace moralmente muy difícil salir, porque esa sola idea se presenta como una "infidelidad", una traición a Dios (¿no es esto una forma espantosa de coacción, la peor que uno pueda imaginar?).

Me gustaría saber cómo explican los lectores de este sitio que esta forma de actuar sea autorizada (o al menos tolerada) por la Iglesia.

Roberto_2









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