Un saludo para todos los que día tras día desgranáis vuestras vivencias más o menos descarnadas en esta página; echad fuera cuanto antes todo lo que tengáis acumulado porque creo que así lograréis dejar de mirar al pasado e intentar vivir un presente más pleno.

Os hablo desde una perspectiva un poco alejada de la Obra. Mis contactos con ella, sólo han llegado a los preambulos del pitaje que vosotros referís.

Cuando mi mujer, después de dos pases de modelos y una clase de cocina navideña, se vió enfrentada, sin más interés que el que le fuese a presentar a un sacerdote muy majo, según publicidad de la amiga,  en un piso franco de esos que utilizan habitualmente, a un sacerdote en el confesionario insistiendo en el sexto y los métodos anticonceptivos, pues salímos como alma que lleva el diablo de semejantes amistades; que nos han seguido persiguiendo durante unos años, pero entonces ya eramos conscientes de qué iba la cosa y estábamos preparados.

El problema es que ahora están tocando a mi hija de 19 años y soy consciente que si nosotros le negamos el pan y la sal a la Obra, seguro seguro que, por llevarnos la contraria, hace un pitaje sonado, y estamos intentando ser ecuánimes en cuanto a la información que le llegue. Si mañana u otro día cualquiera decide apuntarse, estaremos encantados, pero siempre que sea una decisión consecuente y tomada en uso de su libertad.

Es por eso que os sigo con alguna asiduidad intentando acaparar información sobre lo negativo que pudiera tener, porque de lo positivo que tenga, seguro ya la dan los que intenten captar; lógico también en álguien que intente vender lo que sea.

Lógicas veo también vuestras posturas; nadie que salga de algún sitio puede hablar de lo positivo, sino de lo negativo que le empujó a salir. Lo positivo sólo lo recordará cuando logre sacar fuera todo lo que le corroe.

Esto que hacéis aquí os librará de tediosas sesiones de psicólogo, seguro.

Ánimo.