Insisto: somos gilipollas.- Satur
Fecha Monday, 16 January 2006
Tema 900. Sin clasificar


Para empezar, y antes de que nada, quiero pedir disculpas a Josu y a Nemrod por haberles llamado gilipollas. Josu se ofendió con razón. Aunque no es cierto, como él afirma, que usara una argucia literaria cuando escribí que “todos somos gilipollas”, ni que piense que mal de muchos consuelo de tontos… es que de verdad creo que todos somos un poco gilipollas o, dicho de otra manera, todos hacemos, en ocasiones, gilipolleces. Pero admito que el término no está bien y podría haber escrito lelo, tonto, bobo solemne, tolay, pim pim...

 

Aclaro también que no quise burlarme de la castidad de San Josemaría en mi exposición detectivesca sobre el caso del joven moribundo… lo que no entiendo es por qué razón monta todo ese pollo cuando le hubiese resultado más sencillo al fundador, alojar al chico en su casa, o en la casa del señor de edad avanzada, o ingresarlo en el hospital donde era capellán, o donde sea; por supuesto, mejor eso –pienso yo– que dejarlo entre julais, hermana incluida. Sólo eso… y el cachondeo que me traje con el asunto. Eso es de cuna...



Escribe Josu  que “si se sigue así, también se podría hacer mofa –por ejemplo– de que San Benito se arrojara a una zarza para conservar la castidad, etc.”… ¡Bueno, hombre! San Benito es un santo que muere en el 604 y su vida está escrita por San Gregorio Maño cuarenta años después de su muerte y, la verdad, está llena de sorpresas.

La historia de la zarza se narra del siguiente modo El maligno espíritu representó ante los ojos de su alma cierta mujer que había visto antaño y el recuerdo de su hermosura inflamó de tal manera el ánimo del siervo de Dios, que apenas cabía en su pecho la llama del amor. Vencido por la pasión, estaba ya casi decidido a dejar la soledad. Pero tocado súbitamente por la gracia divina volvió en sí, y viendo un espeso matorral de zarzas y ortigas que allí cerca crecía, se despojó del vestido y desnudo se echó en aquellos aguijones de espinas y punzantes ortigas, y habiéndose revolcado en ellas durante largo rato, salió con todo el cuerpo herido. Pero de esta manera por las heridas de la piel del cuerpo curó la herida del alma, porque trocó el deleite en dolor, y el ardor que tan vivamente sentía por fuera extinguió el fuego que ilícitamente le abrasaba por dentro. Así, venció el pecado, mudando el incendio.“.

Y me creo la historia, porque yo he visto hacer cosas muy así por conservar la castidad: sé de gente que se ataba las manos al somier mientras dormía, otros que hacían extenuantes footings de horas para domar al potro, quien se ha puesto a gritar, desesperado y con lágrimas en los ojos, en una sala de estar delante de sus hermanos “¿por qué no me ayudáis?, ¡tenéis que rezar por mi!: ¡me estoy enamorando!, ¡me estoy enamorando!“.

O aquel preceptor que escuchando una madre resentida con su marido porque le había pillado en adulterio y, aunque seguían conviviendo juntos, la señora tenía como venganza contárselo a todo aquel que se le pusiera delante, y en estas estaba la jicha, cuando se levanta histérica, se alisa la falda, se pone delante del perplejo tutor y le dice con las manos en las caderas y bamboleándose un poco “¡¡¡porque a ver si éste plato es bueno o no es bueno como para irse con otra: ¿es bueno, o no es bueno? “. Y el jambo va, se levanta y se larga de la salita sudando y gritando “¡¡¡PUTAAAAAA, MÁS QUE PUTAAAAA!!!.

Sí que me lo creo, y no seré yo quien se ría. Lo mismo de San Francisco de Asis, el que se revolcó on the rocks. Pero éste, la verdad, a veces las montaba finas, como cuando se desnudaba delante del obispo para manifestar su desasimiento de los bienes… y no fue una ni dos ni tres las veces que se quedaba allí chispón chispón –hay quien afirma que no era desnudo, que era en ropa interior-, pero pos qui mi da lo milsmo, que diría el Isra, polque que se muera mi pááápal, qui no se puedel de andal hisiendo esas cosas delante de Lobispo, vamos, hombre.

Me pongo yo delante de Rouco en calzoncillos y me pega un mitrazo que me pone como Don Limpio… por cierto, ¿de qué se ríe Don Limpio?, ¿qué es lo que le hace tanta gracia a ese calvo?, ¿tan divertido es limpiar la cocina?... pues a mi no me hace ninguna gracia. Y es que me huelo que ese tío además de ayudar a limpiar se dedica a otras cosas –que a mi esa risita de campeón y de chulito como diciendo “¿habéis visto cómo está de estupenda la señora de la casa que tengo detrás de mi en el anuncio? ”, pues no me gusta nada. Guarro, que eres un guarro. En la cubitera del congelador te haría restregar yo, calvo de mieeerda.

No me río porque creo que esta gente está guiada por un amor absolutamente apasionado, radical y total. Cualquiera que haya pasado por algo similar sabe de qué hablo, de la cantidad de locuras que uno puede hacer cuando está en ese estado, locuras imposibles de explicar. No sé quién lo dijo mejor que yo :En asuntos de amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca.

Vuelvo a Josu y  a lo de que todos somos un poco tolays, o muy tolays. Cuenta una anécdota donde él mismo debería terminar diciendo “y es que soy  un tolay”. Porque a quien se le ocurre irsen con su mujer a Austria y tener una discusión. Claro, luego uno se enfada y se va a la calle, y ¿qué haces?, nada. No puedes hacer nada porque no tienes ni puñetera idea de alemán o de tirolés –aleojuju, aleojujú-. Y todos te parecen hostiles, indiferentes, lejanos. Y uno cabreado, desubicado, triste… y ve una Iglesia y se mete a charlar con un cura que habla tu idioma –que da lo mismo que me da igual si es de la opus, franciscano, clariso o recoleto, y te dice cosas que te tranquilizan… ¡jolines!, no iba el tío a decirte “macho, deja esa mujer… ¡vaya marrón te ha tocao, colega!. Nada, nada, te vas al hotel, te haces las maletas y la mandas a freír espárragos “El Gigante Verde” (otro chulito que también se ríe, por cierto… ¿Qué le hace gracia al gigante, ¿los espárragos?, ¿que está verde, tal vez?. Pues no lo entiendo).

Estoy seguro que cuando saliste de la Iglesia te dijiste a ti mismo “Josu, eres gilipo… bueno, tolay”.

Porque siempre que uno discute con su chica-pareja, siempre, es por tonterías. Cuando no se discute es cuando el tema es serio y grave. Yo de eso sé mucho. La última que tuve con La Piedra fue sobre asistir o no a una primera comunión. Y es que el niño va a ir de marinerito y se me ocurrió decir “hay que ser tontolculo para vestir de marinerito al niño en su primera Comunión”.

-          ¿Cómo has dicho?.

-          Que hay que ser tontolculo para ir de marinerito a una primera comunión… ¿a quién se le ocurrió semejante historia?, ¿qué tiene que ver la marina con la primera comunión?; a ver, que me lo expliquen. A un hortera, hombre, a un hortera. Si el padre fuera vestido de Almirante en Jefe de la Sexta Flota, la madre de Buzo de las Fuerzas Especiales y el cura sale con una casulla chubasquero, de esos con capucha, como los que  anuncian los de Pescanova, pues vale, pues lo entiendo.

-          Y tú de qué hiciste la primera comunión, listillo.

-          Pues de marinero.

-          O sea, que tus padres eran tontolculos.

-          Cuidadín, eh, cuidadín, que me pierdo.

-          ¿No has dicho que era de tontolculo?.

-          Sí… pero eran otros tiempos. ¿Por qué no lo hace vestido de aviador Dro, con sus gafitas aerodinámicas, su casco apretado y su fular… o de torero, o de bombero… ¡joder, de lo que sea !.

Y, te vas liando, te vas liando, y al final te estás acordando de la madre del marinerito, de su padre, de tu suegra, de tu madre… y sales a la calle, y como no estás en Austria, te vas a un bareto y piensas “Satur, eres gilipollas, qué coño me importará a mí el marinerito de los cojones”. Y al rato la llamas y le dices, “venga, baja que nos vamos a beber el Mediterráneo en cervezas como dos buenos marineros”. Y ya está.

Ya te digo: que somos unos tolays… y nos pasan cosas de tolays, como a la cigüeña de la afoto.

 

Satur







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